Amor en dos mayúsculas

73 4 2
                                    

Uno el experimento de la otra; la otra el proyecto del uno. Así, aunque era poco probable, comenzamos algo a lo que yo no le veía mucho futuro. Es que en un principio no te veía mucho a ti tampoco, porque le temía a tus ojos brillosos, a tus esfuerzos floreados, a tus nervios obvios y luego a tus muestras ruidosas de cariño.

Ruido porque yo no admitía música. No de hombres.

Además no me veía yo en tu cara, y esa era la cuestión. 

(Situación sentimental del espejo: Empañado de desilusiones).

Entenderás que con mi espejo empañado, tus ojos transparentes me asustaban.

Fui notando que también tú estabas algo empañado, no así como tus ojos. Y vi algunos parecidos conmigo; sentimientos clavados en el paladar, verdades anudadas, silencios cargados de pensamientos.

Entre roces y roces de nuestras inseguridades saltó una chispa. Tú te agarraste primero a ella, mientras yo la ignoraba sumergida en mi humo. Si no lo hubieras hecho yo la habría dejado pasar, a pesar de mí. La tomaste entre tus manos y la esperaste con esos ojitos brillantes, con cariño. La soplaste hasta que ella casi no podía más, hasta que sintió que la sobreoxigenación la apagaría. La chispa cerró los ojos y se dejó apagar un rato, se hundió entre sus carbones.

Y prendió.

Prendió, prendió y cómo prendió.

Prendió con todo lo que ambos teníamos tragado y escondido bien al fondo. Prendió con flamas y explosiones de azúcar, con tripas, vacíos, terremotos y océanos. 

Prendió tomándose su tiempo, y tomándonos a nosotros dos dentro del tiempo. 

Así que podrían fácilmente haber pasado 4 horas, 4 guiños o 4 incendios. Pero creo que fueron 4 meses.

4 meses para notar que desestimo en absoluto el amor a primera vista, porque nosotros ocupamos nuestros 5 sentidos y un buen rato para destrabarnos, para callar nuestras presiones y espectativas y despertar un día flotando en un sueño compartido.

4 meses para descubrir que esto de amar a otro tanto que el amor propio se olvide a sí mismo es tan peligroso como absorvente, que el hilo que teje una relación dependiente es el mismo que desteje sueños, proyectos, o el rayito de sol por la ventana un miércoles cualquiera.

Pero la gracia es que podemos vivirlo yo conmigo, tú contigo y yo con tú de amigo (amigo primero y luego mucho más). 

Poder darse cuenta un miércoles cualquiera, y reír. Reír porque la vida es difícil, pero luego de romper tu espejo puedes guiñarle un ojo a un pedacito, luego de perforar tu pecho con alfileres puedes bordarte ahí un mapamundi, luego de gritar tus pesadillas por la ventana puedes verle esa mancha de salsa con forma de corazón, luego de ahogarte en un charco saludas al pececito, y tu pelo crece después de arrancarlo. 

Es posible reír y apretar una palanca que te devuelva tus colores, o soplar la chispa hasta que prenda con más fuerza.

Así que hoy aprendemos a querernos y a querernos también.




Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 19, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Pensamientos de carreteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora