Mis marañas comenzaron en una carretera y terminaron en este poemario.
🔸¡1° lugar en #breve! 18/07/2020
🔸¡1° lugar en #verso! 03/08/2020
🔸¡1° lugar en #carretera! 30/09/2020
Lugar en #poesía:
🔸24° 30/09/2020
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Estaba yo en el muelle crujiente empapado de mis recuerdos, rumiaba pastosos pensamientos agujereando recuerdos de gente.
Estrellábanse las gotas en el pinchado lago trinando hacia mí su invitación. Y las golondrinas con su canción narraban premoniciones y prontos sucesos, mientras en mis mejillas la caricia del agua era único y preciado beso.
Sapos intentaban acallar la sinfonía y en eso pasa un pato chascón, que de media pluma y marcada antipatía rota el cuello de un tirón e impredecible me guiña un ojo con picardía.
Ese pato algo anda avisando, se aleja con las plumas carcajeando.
Pero yo no tengo na' que hacer, si ni a mí me logro comprender.
No estoy pa' mensajes codificados, si no entiendo ni de brazos moreteados.
Pato, qué querí' que haga, si mandas a una enmarañada señal tan vaga.
Así divagaba entretejida cuando al trino lo calló la onomatopeya de siete balas perdidas y dos más, y luego la calma nada bella.
A contados doscientos metros, más veloz que una idea (saltimbanqui entre sombreros), munición cristalizada dio a un hombre severa cefalea.
Padre de dos hijas, pueblerino cualquiera. Una bala en el ojo y un furgón hecho hoguera.
Miré al pato allá lejos, sin ver el estado de su entrecejo.
Miré a mi reflejo ondulante, y me vio con cuencas sangrantes.
Miré las noticias esa noche y no quise escuchar tanto boche.
¿Será que muerto así puede ser libre? ¿O será fantasma con miedos de alto calibre?
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