Capítulo XIII: Historias de piratas

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—¡Despierta princesa, vamos!—Escuchaba un grito entre la oscuridad. No reconocía quien era o que pasaba. Me sentía perdida—¡¿No escuchas?! ¡Levántate!—Después de esas palabras sentí como un poco de líquido cayó en mi cuello.

Mis ojos se abrieron con dificultad, mi cuerpo me dolía como si me hubiesen apaleado y sentía un dolor de cabeza irritante. Abrí mis parpados dándome cuenta que no solo estaba encerrada en un lugar extraño como si fuese una prisionera, sino también topándome con la cara disgustada y molesta de Nadine.

Observe el lugar tratando de buscar algo reconocible que no fuese solo Nadine. Note que también estaban 7 hombres de la tripulación, todos estaban encadenados con grilletes en las muñecas, en los tobillos y el de las manos se unía al grillete del cuello, pero dejando al menos solo un poco de movilidad, mire mis brazos notando que yo también estaba encadenada como ellos. Toque mi cuello y me di cuenta que seguro Nadine me había escupido para levantarme y seguro también por mismo gusto de ella.

Todos estábamos acumulados en el suelo sucio como animales, las paredes así como el techo y el piso eran de madera, haciéndome pensar que seguro estábamos dentro de un barco, aparte que se podía escuchar con detenimiento el sonido de las olas del mar golpeando la madera.

La tripulación de Thomas estaba decaída y en silencio, como esperando el momento en que nos fuesen a comer aunque no sean caníbales nuestros captores. Y ahí me vino a la mente como una estrella fugaz, como Thomas iba en mi rescate y fue apuñalado por la espalda por uno de esos piratas que nos atacaban ¿Qué pasó con él? ¿Dónde estaba? Solo habían 8 personas de su tripulación y él no estaba entre ellos ¿Lo tenían en otro lugar o solo lo dejaron muriendo en su barco destruido? No sabía dónde estaba o quién nos tenía prisioneros, no entendía nada.

—¿Quiénes son estos piratas? ¿Por qué nos raptaron?—Pregunte algo angustiada a la tripulación, ellos solo me observaron pero no tenían intenciones de hablar, era como si hubiese aceptado su final.

—¡¿Qué no es obvio monja?! ¡Son piratas así como nosotros! Lo más seguro es que nos vendan como esclavos en algún lugar—Respondió Nadine de forma desagradable, entendía que no le caía bien pero no tenía porque tratarme mal cada momento.

—Es el barco del fantasma Olivier Levasseur…—Dijo uno de los tripulantes de Thomas, creo que se llamaba Joseph y tenía a su aprendiz Travis siempre a su lado, por casualidad ambos estaban encarcelados.

No entendía a qué se refería con que era el barco de un fantasma, la iglesia ha mencionada sobre demonios y espíritus malignos en mis estudios católicos, pero jamás de fantasmas que navegaran buques.

—¿Y tú crees eso?—Nadine chasqueo la lengua en burla del comentario del señor Joseph—Son puras mentiras, es solo un fanfarrón que se hace pasar por Olivier Levasseur.

—¿Cómo estás tan segura?—Pregunto algo insultado Travis, era un chico incluso un poco menor que yo y solo hacia el aseo y cocinaba en el barco.

—Porque es bobo—Dijo Nadine burlándose—¿Cómo un fantasma navegara un barco con una tripulación de hombres carnales? Suena como un mal chiste o aquellos rumores de tabernas.

Ignore un momento la disputa entre los tripulantes de Thomas y mire hacia la salida del lugar. Habían en la puerta dos hombres con sables y pistolas, asegurándose que ninguno escapase.

—¡Oigan ¿Quiénes son? ¿Dónde estamos? ¿Qué harán con nosotros?!—Sentía como cada pregunta que expulsaba de mi boca era ignorada, ellos no se inmutaban por el solo hecho de que tuviésemos dudas.

—Que intento tan patético—Dijo Nadine riéndose un poco, pero no mucho porque sabía que era muy miserable la situación en la que estábamos todos.

Estuvimos así un par de horas, los guardias cambiaban de turnos para vigilarnos y todos y cada uno ignoraban mis preguntas, ya no nos veían como personas sino como mercancía.

Mi estómago rugía desde hace ya dos horas y ellos no eran capaces al menos de traer un poco de comida. Tenía ganas de ir al baño y solo nos pusieron una cubeta un poco amplio para que orinemos y defequemos en él, pero pensaba esperar hasta que la tripulación completa se quedará dormida, me daba pena hacer tales cosas frente a alguien, aunque los piratas no estaban nada avergonzados en hacer tal acto en público, parecían acostumbrados a ser tratados así, incluso Nadine fue al balde con naturalidad frente a los demás piratas, era una mujer de guerra.

Mire como aquel hombre que siempre rezaba en la proa de la cubierta esta vez oraba por nuestro bienestar. Lo más raro era que oraba en latín, una lengua que no muchos practican o conocen.

—¿Cómo sabe latín?—Le pregunté. El hizo una pausa en su rezo para contestarme.

—Solo se la oración del padre nuestro en latín…Es lo único que recuerdo de mi familia—Al terminar aquella frase de dolor continuo su rezo, pero gracias a mi pregunta ahora oraba aún más triste que antes, podía notarse solo con la expresión de su rostro y el tono de su voz al rezar.

—Todos tenemos nuestra historia señorita monja, algunas son más trágicas que otras pero tenemos todos algo en común y es nuestra vida pirata—Travis hablo refiriéndose a todos y cada uno de la tripulación.

Sabía que ellos no eran piratas porque querían, sino porque seguro eran de la clase burgués o campesino, criminales buscados, esclavos que escaparon o simplemente nacieron en la piratería y no conocían otra vida más que esa.

—¿Qué era de sus vidas antes de ser piratas?—Pregunte dudosa y con algo de pena, esperando a ver si me tenían la confianza mínima para contarme sobre ello. Ellos se miraron entre ellos, como preguntándose en silencio si debían contarme o no, al cabo de unos segundos incómodos el aprendiz Travis hablo sin importar que los demás no tuvieran ganas de ello.

—Yo era un campesino de Lyon aquí en Francia, mi madre murió al darme a luz y mi padre con su hermana nos criaron a mi y a mis otros 4 hermanos. Creo que ellos mantenían una relación incestuosa según mis hermanos pero me desvío del tema. Mi padre murió cuando yo tenía 5 años y mi tía no quería cuidar de nosotros, nos abandono y deambulamos por las calles tratando de conseguir comida. Solo yo y mi hermana mayor sobrevivimos aquellos tiempos. Para no alargar más la historia fui con Jean Lafitte y me puso en la tripulación del capitán Thomas y mi hermana se casó con un pescador que aunque no tiene mucho dinero al menos puede alimentarla.

Todos quedamos en silencio al escuchar la historia de Travis, algunos sorprendidos y otros incluyendo su maestro Joseph parecían ya conocerla. Travis contaba la historia con nostalgia y tristeza, pero al mismo tiempo como si no le sorprendiera los resultados de su vida.

—Mi familia…murieron en un incendio todos…mi madre enseñaba a leer y escribir a los niños del pueblo pertenecientes a la clase campesina. Fue acusada por brujería y de haber practicado aquellos rituales con los niños del pueblo. La gente estaba tan enojada que fueron en una turba enfurecida e incendiaron nuestra casa…fui el único en salir ileso—Se le salieron algunas lágrimas al señor que siempre rezaba, el se abrió la camisa mostrando su pecho desnudo y parte de su brazo izquierdo—Me quedaron estás quemaduras como recuerdo de ello. Solo tenía 8 años cuando ocurrió todo…para concluir, pase mucho tiempo en las calles de España y luego pedí con Pierre Lafitte que me diera lugar como pirata en uno de sus navíos, estuve con él mucho tiempo y después me pasó con el capitán Thomas.

Todos y cada uno de nosotros quedamos en silencio al escuchar las palabras de aquel señor tan devoto, al parecer nadie conocía su historia y no sabíamos que decir ante ello. Era bastante trágica como para siquiera al menos darle el sentido pésame o lamentarse por ello, porque aquellas palabras solo quedarían en la vacío sin arreglar nada.

Cuando parecía que nadie más pensaba hablar y dejar morir la conversación ahí, el señor Joseph hablo y trato de darle un entorno más positivo a la situación.

—A mí me echaron de mi casa a los 13 años, decían que debía volverme un hombre por mi mismo y dejar de ser solo una sanguijuela pegada en sus culos. Trabaje en varios lugares, pero cada trabajo era peor que el anterior, sentía que jamás subiría en la pirámide social, cometí algunos delitos menores y me convertí luego en pirata. Antes de estar en la tripulación del joven Thomas pase por otro navío en otra tripulación—El rio un poco—Estuve con el barco del capitán George y Rachel Wall, la pareja de piratas, pero me dejaron botado en una isla por dormir con de sus hijas. Fui rescatado al mes por un barco pirata y pensaban venderme como esclavo a los italianos, pero la tripulación de Jean Lafitte atacó el barco, después de múltiples súplicas me dejaron ser parte de la tripulación del joven Thomas y ahora mírenme, soy un pirata maestro enamorado de su aprendiz—El señor Joseph tomo de manera juguetona el hombro de Travis y lo miró orgulloso. No sabía que eran pareja, y eso iba en contra de las leyes naturales de Dios y la creación. Pero verlos tan felices y cuidándose uno del otro hace pensar que el amor es más complicado de lo que uno cree.

Algunos piratas rieron amistosos con la historia del señor Joseph, más que tragedia era una aventura sinvergüenza. Era muy lindo como iban hablando de sus historias cada uno. Nos conocíamos mejor y sentía como ellos estaban más a gustos conmigo, brindándome su confianza.

—Yo era hijo de una esclava y un conde, soy un bastardo en pocas palabras. El conde echo a mi madre de su palacio apenas nací y ella me vendió como esclavo a una condesa, estaba comenzando a ser de moda el adoptar niños, más si eran de color oscuro así como yo. Luego llegaron los liberales y comenzaron la revolución francesa, el palacio de la condesa fue invadido y yo hui como pude. Nunca fui un hombre de familia y sabía que ellos solo me tenían por moda—Antonie es un hombre muy fornido y parecía hablar con normalidad sobre su vida, no sentía remordimientos ni empatía ni tristeza por todo—Pase como esclavo en una casa del clero hasta los 20 años de edad y me uní a la tripulación de un pirata que le llamaban “Gasparin”, estuve 6 años con ellos hasta que Thomas invadió su flota y tomo varios como esclavos, vio potencial en mi y le había impresionado también mi rústica apariencia y me acogió en su tripulación.

Todos parecían haber pasado de un lugar a otro constantemente, no tenían dónde pertenecer y muchos trataban de sobrevivir cada año entre las adversidades de las calles y la esclavitud. Todos conversaban y bromeaban, todos menos Nadine, ella aunque estaba ahí cerca con nosotros parecía distante y sin ganas de compartir lo que serían tal vez nuestros últimos momento juntos y alegres.

Travis noto como Nadine solo estaba alejada de nosotros y trato de incluirla.

—¿Y tú Nadine? ¿Cuál es tu historia?—Pregunto Travis. Ella giro la cara hacia nosotros.

—No tengo ninguna, ya mi pasado no existe—Dijo Nadine volviendo a mirar hacia aquel punto vacío, seguro pensando sobre aquella vida que no quería contar y que para ella ya no existía.

—Ay Nadine vamos, no seas amargada—Dijo Antonie tratando de convencerla pero está negó con la cabeza e hizo como si nos ignorase.

La actitud frívola de Nadine hizo que todos y cada uno se desanimaran de seguir contando sus historias, dejándolos callados y el ambiente en un completo silencio. No me agrado esa actitud antipática de Nadine, aunque ella se preocupaba por la tripulación y era una mujer admirable por lo ruda que era, no era la mejor para apoyarse emocional o sentimentalmente. Me entristecía ver a todos de nuevo callados y con sus rostros decaídos y aunque nadie me lo preguntase, opte por contar mi historia.

—Yo fui abandonada en una abadía en Fontevraud cuando era bebé. Las monjas cuidaron y criaron de mi aún en sus tiempos más duros, la comida era escaza y perdimos gran parte de las posesiones de la abadía. Muchas monjas se fueron y otras fueron capturadas y asesinadas—Alce la mirada y note como me observaban atentos en escuchar mi historia, trague saliva y continúe con ella—Thomas fue mi primer amigo e iba a visitarme casi todos los días, se escapaba de la casa de sus padres para jugar conmigo—Me reí un poco—Seguimos con la abadía en secreto hasta que un día fue invadida por los guardias imperiales acompañados por liberales enfurecidos. Me capturaron y pensaban asesinarme solo por placer y por suerte Thomas estaba en el pueblo y me rescató…Nunca supe que pasó con mis hermanas, solo se que ahora la abadía en la que crecí fue algo destruida y convertida en una horrible cárcel. Mi historia no es tan trágica, tal vez hasta parece un cuento de hadas enfrente de las suyas. Pero fue mi vida y valoro cada momento sin importar cuántas veces pude haber muerto de hambre o por los guardias. Algunos son más afortunados que otros y no hay que sentirse mal por eso, porque todo por lo que pasaste te hace ser tú.

Dato curioso: Los piratas y marineros hacían sus necesidades en letrinas con una tabla agujereada en el medio, dónde luego tiraban los desperdicios al mar. Incluso muchos duraban hasta 2 meses sin bañarse en las embarcaciones.

La Cruz de Zafiro [Terminada]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora