Capítulo XXVI: La octava norma

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Antes de comenzar el capítulo quisiera dar las gracias por el gran apoyo que me han dado y que les esté gustando tanto la historia🥰 en serio es mucho para mí la motivación que recibo por su parte ¡Los adoroooo!

También quiero darle las gracias a:

megustanlosbrillitos
Tali-ML

Son escritoras excelentes, muy amables que me ayudaron también a salir adelante con mi desmotivaciones y siento que les debo mucho. Tienes historias muy buenas con grandes misterios y los invito a pasearse por sus perfiles y comprobarlo por ustedes mismos❤️.

Sin más que decir espero les den una oportunidad a sus maravillosas historias y los dejo a qué sigan con el capitulo. ¡Que lo disfruten!
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(...)

—¿Por qué piensas que es allá?—Pregunto Thomas aún enojado por la declaración anterior.

—No pienso que este allá, se que está allá. Verán el “imperio de los caídos” es claramente un cementerio, ahí es donde reinan los muertos y al pedir que “desciendas” es obvio que debajo de la tierra, ese es el único cementerio que está en su totalidad bajo tierra. Aparte ya he ido para allá y hay un letrero que dice justo lo que está escrito en la carta. Hasta un niño sabría que es en ese lugar.

—¿Y lo demás? ¿De la bala perdida y la iluminación?—Pregunto Renato.

—No estoy seguro a qué se refiere pero lo más probable es que sea el lugar exacto dentro de las catacumbas, precioso. Después de todo es un lugar muy amplio bajo tierra que muchos se han perdido entre sus túneles, incluso hay rumores de que hay áreas embrujadas.

Tenía lógica lo que decía Olivier, el acertijo parecía ser más claro frente a nuestros ojos y podía sentir como estábamos un paso más delante de los caballeros templarios.

—En París entonces…—Thomas posó su mano sobre su mandíbula masajeando de esta, como tratando de idear un plan—Travis ¿Alguna idea de cómo podemos llegar en estas condiciones?—Preguntó Thomas mirando ahora a Travis nuestro topógrafo.

—Pues capitán los carruajes quedaron cerca de la casa, no muy lejos de aquí. Si caminamos llegaremos para la noche, pero hay una posibilidad de que sus hermanos o sus hombres sigan ahí a nuestra espera, custodiando el lugar y si caminamos al pueblo de Orleans cualquier persona nos delataría a Jean enseguida…—Travis quedó pensativo un rato tratando de buscar alguna opción que no sea tan complicada—Aunque hay una pequeña granja a unos metros de aquí, llegaríamos allá en la madrugada y podemos robar un poco de comida y unos caballos hasta al menos salir de los límites de Orleans.

—Escondernos ahora es todo un reto ¿No? Somos buscados por los guardias españoles, los guardias imperiales de Francia, los caballeros templarios y ahora por mis propios hermanos…vaya mes—Dijo Thomas, parecía algo deprimido por ello.

Ahora que mencionaba los caballeros templarios, sentía que ya sabían que yo era la Pandora omnibenevolente del zafiro, no habría duda alguna gracias a los carteles que estaban en todos lados con mi rostro y mis descripciones escritas. Sabían que estaba con piratas y ya no en una abadía y que justamente era la tripulación de Thomas, seguro nos estarían buscando teniendo todas esas pistas de sus lados. Parece que mantener un bajo perfil para mí no es algo posible.

(…)

Caminamos por el bosque el tiempo que estuvo el sol en el cielo. Mientras íbamos recorriendo esté en busca de aquella granja que pudiese salvarnos en estos momentos de apuros tan inoportunos. Curaba de las heridas de cada uno con mi saliva, sus heridas eran poco profundas y duraba siete a diez minutos para que cicatricen completamente hasta que ya no quede rastro alguno de que fueron atacados, ellos parecían atentos al mirar como por arte de magia sus heridas desaparecían ante sus ojos con solo el tacto de mis fluidos corporales. Había experimentado con ellos nuevas técnicas para entender mejor mi don, ya que era muy útil para estos momentos de apuros, combates y desdichas. Probé lamiendo directamente la herida, derramar mis lágrimas, incluso con mi sudor y parecía que cada fluido curaba diferentes tipos de heridas. La saliva era para desinfectar y curar heridas pequeñas como los rasguños de gatos, ojos morados, labios rotos o dientes caídos; el sudor era para curar enfermedades bacteriológicas y virales; las lágrimas creo que curan enfermedades mentales porque pude sanar con ella la ansiedad de Renato; y por último la sangre cura aquellas heridas de gran magnitud como la gran cortada de Olivier en su pecho hace unos momentos atrás, huesos rotos y heridas muy profundas.

La Cruz de Zafiro [Terminada]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora