Lágrima en un libro olvidado

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Jeon Jungkook cruzó la puerta de la Casa Amarilla, agitado y con sudor fresco en el inicio de su frente.

—¿Señora Jung? —exclamó el pelinegro, con la voz ahogada por el agite y el cuerpo aún adormilado por la siesta que, accidentalmente había tomado en el parque del vecindario. Él sólo había querido detenerse ahí al verlo tan solo, fresco y sereno de camino a casa, pero una cosa había terminado en otra. Sin embargo, la llamada preocupada que recibió de Hoseok había impulsado a todo su cuerpo a correr a la Casa. ¿Había algo mal con su abuela? ¿Qué había sucedido? — . Señora Jung. —dijo al verla, mordisqueando su labio, nerviosamente, desde su puesto. Corrió hacia ella. La mujer pegó un brinco al verlo y se levantó.

—¡¿Por qué has tardado tanto?! —alegó la mujer, comenzando a rebuscar algo en su escritorio. Jungkook, respirando pesado, sacudió la cabeza.

—Lo siento. Lo siento. —se disculpó, haciendo con cada palabra una reverencia—. Yo... yo estaba... ¿todo está bien? ¿Está usted bien? ¿Necesita algo? ¿Se siente bien? ¿Le duele algo?

La mujer tomó el libro de Huidobro —la portada y pasta de cuero resultaba inconfundible para Jungkook— y con manos torpes se lo entregó. —El chico vino. —le dijo, mirándolo con ojos brillosos, en medio de su ansiedad.

La ceja de Jungkook se enarcó. Él no miró el libro. —¿Ah? ¿El chico? ¿Cuál chico? ¿Está enferma, señora Jung? ¿Qué puedo hacer-

La mujer le arrebató el libro y con él le golpeó la cabeza. Jungkook cerró los ojos al sentir el golpe. —¡No me estás escuchando! ¡El chico de pelo azul! ¡Estuvo aquí hace un momento!

Jungkook abrió los ojos por turnos, desconcertado como el infierno. —¡Abuela, no me golpee!

—¿Estás escuchando alguna palabra de lo que estoy diciendo? —cuestionó ella, señalándolo levemente. Jungkook, aletargado, y con una mueca de dolor por el golpe, se sobó la cabeza con descuido.

—Sí, sí. Dijo que un chico vino. Un chico con pelo azu- ¿Qué? —fue cuando su cerebro asimiló esas palabras que se sobresaltó. Dejó caer la mano—. ¿Un chico de cabello azul? ¿Taehyung estuvo aquí? ¿Por qué estuvo aquí? ¿Qué dijo? ¿Está bien?

La mujer lo miró con cariño, pero por lástima. Jungkook era un gran chico, pero joder que era lento. Volvió a ofrecerle el libro.

—Vino a buscarte, joven Jungkook. —le explicó. El pelinegro, totalmente anonadado, tartamudeó, recibiendo el libro. Sus ojos amplios y perplejos.

—¿Él vino a buscarme...? —preguntó, más bajito. ¿Estaba la mujer diciendo que Kim Taehyung había venido a buscarlo a su casi escondite secreto después de desaparecer de la jornada todo el día? ¿Tenía sentido eso? Además... ¿cómo había logrado ella reconocerlo? ¿Cómo sabía...? —. Espere, ¿por qué usted sabe de nosotros...? ¿Por qué...?

La señora Jung sonrió, cómplice, poniendo la yema del dedo índice en el libro que las manos de Jungkook sostenían. —Deberías abrir el libro.

—Pero...

—¡Pero nada! ¡Sé obediente y abre el libro, por todos los cielos! ¡Ya no queda tiempo! —le alegó, frustrándose—. ¡Él debe estar a dos calles ahora! ¡Se te hace tarde! —los gritos aturdieron a Jungkook. Y de por sí estaba confundido, el pobre. Pero obedeció.

Puso sus dedos en la pasta, y abrió el libro.

—Está bien, está bien. Sólo deje de gritar, le entiendo más cuando no grita. Pero no comprendo porqué debo...

Sus ojos chocaron con la discordancia que, un post it color verde neón creaba al resaltar contra las páginas envejecidas del libro de Huidobro. Parpadeó un par de veces. ¿Una nota?

Enemigo «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora