Hubo otro pimpollo que esa mañana quiso morirse de malestar al abrir los ojos.
Sólo que este...
Este amaneció solo.
Se incorporó rápido, reprimiendo el sollozo que quiso abandonar sus belfos, y se sostuvo la cabeza. Jeon Jungkook sabía a la perfección que cuando despertaba con resaca, lo último que podía hacer era quedarse recostado. De esa forma, el sufrimiento sería más lento y tortuoso.
Como si fuera otro día más, se levantó de la cama y cambió su ropa tiesa por un pijama adecuada, entonces salió del cuarto.
La casa estaba en silencio. A nadie con resaca le gustaba el ruido, pero el silencio con el que convivía siempre lo agobiaba un poco. Sin embargo, de nada sirvió quejarse alguna vez: su madre no toleraba el ruido, además de que gritaba mucho si no se le respetaba el silencio —curiosamente— y su padre... bueno... a él nunca le importaba, realmente, porque casi nunca estaba en casa.
Se detuvo en el pasillo y agudizó el oído. No obstante, el silencio de esa mañana se sintió más tranquilo. No había ninguna tensión en el aire que le hiciera caminar en puntillas, como era usual.
Significaba que no había nadie en casa. Bien.
Suspiró con alivio y caminó hasta el baño. El malestar en su cuerpo era el suficiente para ponerlo de rodillas y golpearse la frente con la pared, pero estaba algo habituado a aquel estado.
Sabía perfectamente qué hacer.
Cuando llegó el baño y liberó su vejiga, se lavó las manos y tapó el desagüe para que el agua se acumulara. Sus manos descansaron en los extremos de la cerámica, mirando el difuso reflejo que se hacía en la superficie líquida. Desvió la mirada, no era algo que quisiera ver.
Sabía, también, perfectamente cómo se veía. Él no tenía que mirarse al espejo para saber que se veía como una mierda: su cabello tieso y enredado, su piel pálida para resaltar sus ojos hinchados e irritados sobre las pronunciadas ojeras, y las pequeñas cicatrices de los accidentes que había tenido en su vida: bien marcadas y teñidas. Esos días de resaca, aunque eran los peores, de alguna forma, también lo dejaban tranquilo.
Porque esos días no tenía que fingir ser nada que no era realmente.
No tenía que fingir ser pícaro, radiante o fuerte.
No tenía que aparentar ser el desastre que, ciertamente y casi con orgullo... era.
Se lavó el rostro y suspiró cuando el agua fría mitigó por unos segundos el dolor de cabeza. Debió conectar aquello los cables de su cerebro, porque comenzó a pensar.
Sin embargo, fue eso mismo lo que lo orientó al día y fecha,
Y a los recuerdos de la noche anterior.
Con los pies descalzos, Jeon Jungkook pegó un brinco lo suficientemente brusco para casi caerse. Su espalda chocó con el enchapado del baño, y sus manos se aferraron a las hebras azabaches de su cabeza dolorida quizá con más fuerza de la necesaria.
Quiso detener el flujo de su cabeza. Quiso jodidamente callar los recuerdos, los recuerdos que lo arrastraron al cielo estrellado de la noche anterior, a sus patéticos poemas vociferados, al rostro pulcro e infinitamente hermoso del hombre peliazul al que luego él... al que luego él le dijera...
En un impulso rápido, su cara estaba de nuevo metida en el agua del lavamanos. El frío le impactó la piel, pero él no cerró los ojos.
Pasaron dos, tres, cuatro, luego cinco segundos sin que saliera a la superficie.

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Enemigo «KookTae» ©
Fiksyen PeminatHazme tu afrodita. Hazme tuyo, y el único. Pero no me hagas tu enemigo, Jungkook. «smut» Obra original. © Está completamente prohibida algún tipo de adaptación o copia. Esta obra se encuentra registrada en Safe Creative con todos los derechos res...