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Derek detuvo el coche ante el hospital de Beacon Hills haciendo que Elara y Scott mirasen confundidos. Sobretodo ella, ya que seguía sin entender que hacía allí. Los tres entraron en el interior del hospital y se dirigieron a una de las habitaciones, al entrar los tres vieron a un hombre en silla de ruedas.
—¿Quién es?— Preguntó Scott confundido.
—Mi tío, Peter.— Respondió con frialdad Derek.
—¿Es como tú? ¿Un hombre lobo?— Preguntó Scott. Elara estaba apoyada en la pared, en un segundo plano. Nunca la habían gustado los hospitales y estar allí, en aquella habitación la hacia sentirse incomoda.
—Sí, lo era. Ahora apenas es un humano.— Explicó Derek con dolor en su voz. —Hace seis años mi hermana y yo estábamos en clase, nuestra casa se incendió. Once personas quedaron atrapadas dentro, él fue el único superviviente.
—¿Qué te asegura que fueron los Argent?— Preguntó Scott ganándose una mala mirada por parte de Elara.
—Por que ellos eran los únicos que sabían de nosotros.— Respondió Derek alzando la voz.
—Entonces tenían un motivo.— Al escucharle Elara encarnó una ceja sorprendida. Seguía sin creerse que siguiera defendiendo tanto a la familia de su novia.
—¿Cómo cual? ¿Que justifica esto?— Derek giró la silla y mostró la cara quemada de Peter, haciendo que Elara bajará la cabeza. —Dijeron que solo matarían a un adulto y con pruebas, y en mi casa había gente ordinaria. Humanos como tus amigos. Es lo que ellos hacen, lo que nos harán a todos. Seas o no sobrenatural.— Dictó Derek alzando la voz.
***
Elara llegó a casa mientras abría la puerta y la cerraba apoyándose en ella. Suspiró aliviada mientras subía a su habitación para dejar sus cosas. De pronto alguien llamó a la puerta, bajó corriendo las escaleras creyendo que era su hermano, pero en vez de ello se encontró con una mujer morena.
—Buenas noches, soy Kate Argent. Tus padres nos pudieron que os vigiláramos.— Al verla las pulsaciones de Elara se aceleraron, se parecía a la chica que estaba junto a aquel hombre.
—Hola.— Se limitó a decir Elara intentando mantener la calma.
—¿Y tu hermano?— La mujer la miró confundida.
—Durmiendo en casa de un amigo.— Mintió rápidamente la adolescente.
—Mañana vendré, descansa.— Kate se marchó mientras que Elara cerraba la puerta y se sentaba en el suelo mientras su respiración se aceleraba. Se parecía mucho a aquella chica, pero era imposible que fuera ella ¿o sí?