El cuchillo

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Cursar el sexto año en Hogwarts iba a tomar más paciencia y dedicación que cuidar a unos escregutos de cola explosiva.

Las clases se hacían cada vez más intensas y los profesores esperaban de sus alumnos un nivel aceptable para llegar al último año de su educación dignamente, pero había una cosa que habían olvidado: El desastre de las hormonas.
Si el año pasado habían podido asustar a sus alumnos con los T.I.M.O.s ese año los adolescentes se encontraban más relajados y priorizando las actividades sociales fuera o dentro del castillo.
Probablemente, pocos alumnos del sexto año tenían en su cabeza cumplir con todas las obligaciones escolares como lo hacía Lily Evans.
Hija de muggles y prefecta de Gryffindor, Lily sabía que en el mundo mágico revolucionado en el que estaban viviendo, los hijos de muggles debían en cierta forma esforzarse el doble que cualquier alumno que provenga de una familia de magos.

Fuerte de carácter y decidida, no terminaba de entender por qué la gente se escondía en un armario de escobas para besarse.
Una semana después de haber comenzado el sexto año, la pelirroja se dio cuenta que había un submundo al cual sus otras dos amigas pertenecían, pero ella no.
El mundo de los armarios de escobas o las aulas vacías, el mundo de las citas, el mundo donde sentía que mil mariposas volaban en su estómago de la emoción de esperar a su pareja en las escaleras de entrada para ir a Hogsmeade.
Un mundo que claramente quería experimentar ahora que sus exámenes habían pasado, pero que no estaba muy segura sobre cómo entrar.
Lily Evans se había perdido en sus pensamientos mientras tomaba el desayuno en el Gran Comedor, cuando la voz lejana de su amiga llamó su atención.

-...No me parece nada justo que tengamos tantas tareas para hacer en solo una semana.

-No te quejes, Marlene, es solo la primera semana... ¿Qué va a pasar el año que viene, cuando estemos en séptimo? ¿Te tiraras de la Torre de Astronomía?

-Bueno... Considerando cómo se desencadena todo... no lo veo como una muerte indigna – contestaba con obviedad Marlenne Mckinnon

-No hables de muerte que es muy temprano... Lily ¿me pasas el jugo?

Lily miró sorprendida a sus dos amigas, solo había escuchado que Mary McDonald quería jugo, por lo tanto, pasó la jarra a la muchacha que ahora levantaba una ceja.

-Marlenne se está quejando sobre sus tareas... Tuve que decirle que deje el dramatismo, ¿No se supone que ese es tu trabajo? - dijo Mary fingiendo estar enojada.

-Bueno, si ese es mi trabajo, fracase rotundamente en los últimos cinco años de colegio - repuso Lily dándole una pequeña sonrisa.

-Me aburren. Siempre tan responsables... Me siento el hipogrifo negro de esta familia- opinó Marlene tirándose el pelo rubio hacia atrás - De todas formas, sigo pensando que este año tenemos que relajarnos un poco chicas, es momento de abrazar nuestra bruja interior y ponernos en el mercado.

- ¿En el mercado? - pregunto confusa Mary - ¿Acaso somos escamas de dragón para comprar?

-No Mary... Solo digo, el año pasado estuvimos sumamente ocupadas en los exámenes y Lily tomándole la mano a su trabajo de prefecta... Y bueno, la verdad es que no fuimos muy... abiertas a conocer más personas - repuso Marlenne, haciendo hincapié en la última parte.

Sus ojos adquirieron un brillo extraño. Un brillo que, según sus amigas, indicaba peligro.

-Bueno, no sé en qué "mercado" exactamente te quieres meter Marlenne, pero espero que no sea uno repleto de...- Lily no pudo terminar la oración porque un grupo de chicos acababa de entrar al Comedor riéndose a carcajadas.

Merodeadores superando las expectativasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora