Mi sexy doctor

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Ellie

Todo estaba oscuro. No podía mover mis párpados, tampoco mi cuerpo. Siento un tacto suave en mi mano y el sonido de un horrible pitido continuo. No sé qué está pasando, pero no tengo miedo. Por alguna razón, ese toque en mi mano me tranquiliza. Quiero abrir los ojos, y hago un gran esfuerzo. Hago un gemido de queja y dolor. Me duele mucho la cabeza.

Al fin, abro los ojos, pero los vuelvo a cerrar porque casi me quedo ciega por la luz brillante. ¿Dios? Parpadeo varias veces, y al acostumbrarme, lo veo todo blanco. La cama, las paredes... todo. Miro a todos lados, y entonces caigo. Estoy en un hospital. ¿Qué hago aquí? Miro de donde proviene ese tacto, y me encuentro con mi Eddie dormido recostado en la cama sujetando mi mano. M da pena despertarlo, pero tengo tantas ganas de besarlo.

Aprieto un poco su mano porque tampoco tengo mucha energía. Apenas puedo hablar, y me duele muchísimo la cabeza. Intento soltar mi mano de la suya, pero su agarre se hace más fuerte.

Levanto la otra mano y le doy pequeños golpecitos en la cabeza. ¡Qué asco! No se ha duchado, tiene el pelo muy sucio. Entiendo que me ame y se preocupe, pero picha, aséate. Le doy golpes un poco más fuertes y al fin, se despierta. Me reí por su cara de desconcertado.

- Ellie, déjame dormir, joder. - Se queja y vuelve a su posición inicial.

Emm... ¿¡Hola!? He despertado, gracias por el interés, mi amor.

Y de repente, como si me leyese la mente, me mira con los ojos abiertos y una gran sonrisa se forma en su rostro.

- ¡Nena! Dios, te echaba de menos. - Me abrazó fuertemente llenándome la cara de besos y haciendo que yo me quejase del dolor.

- Oh, perdona mi amor. - Se disculpó separándose.

- No te preocupes. - Le sonrei dulcemente. - ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

- Llevas aquí 4 horas. ¿Cómo estás?

- Me duele la cabeza.

- Voy un momento a avisar a un médico. - Me dijo y rápidamente salió.

Esperé unos minutos y entreron Edward y un doctor. Era alto, moreno, y bastante guapo. Pero no tanto como mi chico.

- Bien Ellie, despertaste. Seguramente te duela la cabeza. - Me dijo con una sonrisa.

- Si. - Le dije débilmente.

- Te daré una medicina para el dolor de cabeza y para que recuperes energías.

- ¿Medicina? ¿No puede ser pastilla?

- No, lo siento señorita. Te podríamos dar una pastilla, pero la medicina te hará más efecto. 

El doctor dejó en una mesita al lado de mi cama la medicina y una gran cuchara. No se podía ver el líquido a través de ese cristal, cosa que ne aterraba mucho. Jamás me han gustado las medicinas, siempre acababa vomitándolas. ¡Son asquerosas! ¿Qué clase de ser enfermo inventó ese líquido tan horrible?

- Te lo tienes que tomar una vez al día, a la misma hora, así que te recomiendo que te lo tomes ahora.

Dicho eso, salió aún con una sonrisa. Mira que me caía bien, pues ahora me cago en su puta madre.

Miro a Edward con preocupción y rogándole con los ojos. Él me mira con una sonrisa. ¿¡Qué le ha dado a todo el mundo para sonreir!?

- Bueno... - Suspiró Edward y cogió el tarro y la cuchara, para mi gusto, demasiado grande.

Vierte un líquido raro en esa cuchara con cuidado. Por fin puedo ver a mi rival. Es rojo... ¡¡SANGREEEE!! Creo que se mueve... Ah no, ni de coña me pienso tomar eso querido Edward.

Un verano con los trillizos Styles {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora