La mejor reconciliación

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Ellie

Era un nuevo día, un asqueroso y nuevo día. No tenía ganas de nada, tenía mucho sueño. Apenas he dormido pensando en la discusión con Edward anoche. No tenía a nadie a mi lado en estos momentos, y es lo que más me hace falta ahora mismo. Un simple abrazo materno es lo que necesito...

Me levanto de la cama desganada y me dirijo al baño. Me miro al espejo y... o dios mio. Mi maquillaje está corrido por mis mejillas; tengo grandes y muy notables ojeras; mi piel está muy pálida; estoy vestida con la ropa de ayer pero muy arrogada; mi pelo está todo despeinado; y me duele la cabeza. Genial, estoy para ganar un concurso de miss perfecta. ¿Y de quién es la culpa? De Edward. Ese imbécil me está destrozando. El brazo me sigue doliemdo por lo de ayer y tengo un cardenal. Mola, ¿eh?

Me doy una ducha de una hora bien relajante, me hecho agua en la cara, me visto con mi pijama, me peino, me pongo unas gafas de sol y bajo para desayunar. Abajo están Harry y Marcel. Menos mal, no está Edward. Los dos me miran raro y yo les saludo con un movimiento breve con la mano.

- Ellie, ¿estás bien? ¿Qué pasa? - Me preguntó Marcel preocupado.

Al fin alguien que se preocupa por mí. Me extraña que sean hermanos. Son tan diferentes... ¿Cómo han podido aguantarle durante tantos años? Pobrecitos...

- Estoy bien. - Respondí cortante.

Realmente me arrepentía de hablarles así, porque no tienen la culpa de nada, pero verdaderamente no estaba para nada de buen humor. Es más, tenía muchas ganas de romper algo y gritar al cielo que mi vida es una real mierda. ¿Cómo el amor puede doler tanto? Puto Dios, ¿por qué lo creas?

Recuerdo cuando mi padre me decía haz el amor, no la guerra. ¿Cómo quiere que no la haga si se comporta así? Que le quede bien claro al mundo que cuando alguien me busca, me encuentra. Y una vez que me encuentra, se arrepiente...

Subí las escaleras para encerrarme en mi habitación y no hacer nada, solo quiero estar sola. Quién intente molestarme, se come la almohada. Yo aviso.

Justo cuando pienso eso, entra Edward. ¿¡En serio!? ¿¡Hola!? ¿¡Hello!? ¡Me cago en la mierda! Cojo la almohada y se la tiro, pero él la esquiva. Oh mira, he esquivado una almohada porque molo mucho. Maldito idiota...

- ¿Qué quieres?

- ¿Y las gafas?

- En mi cara, ¿eres ciego?

- Parece que alguien se levantó de mal humor.

- No, solo que no me apetece ver tu cara.

- No te pases...

- Pues vete.

- No, necesito que te pruebes algo.

- ¿Para?

- Es un regalo para una amiga. Le quiero gastar una broma y tú tienes su misma talla. Es ropa.

- ...Vale.

- Bien, toma.

Me entregó una caja donde supustamente dentro se encuentra la ropa. Él se sentó en la cama y yo me encerré en el baño. ¿Por qué coño le estoy haciendo un favor? No me entiendo...

Abro la caja, y sin prestarle mucha atención a lo que se encuentra dentro, me desvisto y me voy poniendo la "ropa". Era ropa interior sexy. Consiste en un tanga transparente negra adornada con pequeños volantes a los bordes, la parte superior era rosa futsia, de encaje con una cremallera en la parte delantera. ¡Vaya, si tiene adornos y todo! Viene una venda, un látigo, unas bolas chinas, unas esposas y un vibrador. ¿Había descuento o qué? Vaya con Edward...

Un verano con los trillizos Styles {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora