Narra Tito
Bueno, es oficial: Odio las fiestas.
Ya se lo que dirán "¡Tito! Pero tú eres el hijo de puta de las fiestas. Tú eres el que disfruta haciéndose mierda" Pero no. No de esta forma. No rodeado de cientos y cientos de personas, la mayoría ya volando por los aires, mientras que mi mejor amigo, el jodido Tadeo, vomita por primera vez en la noche.
E ingresamos hace apenas una hora.
Odio estas fiestas. Las que son en discotecas, pura música de mierda, puros tragos de mierda, drogas de mierda, todo es una mierda. Y luego está ella. Cassidy Lowe de mierda, usando un vestido negro que no deja mucho espacio para la imaginación. Tiene los hombros descubiertos, un escote que Dios mío, debería ser simplemente ilegal, y el vestido es tan justo que cada vez que la veo me termino perdiendo entre sus caderas, bajo hasta sus piernas, casi que totalmente descubiertas...
¿Ya ven? Todo es culpa de las fiestas de mierda.
Mientras intento concentrarme en algo que Patrick me está diciendo -Algo acerca de Tadeo metiéndose coca en el baño- mis ojos vuelven a aventurarse por la pequeña discoteca, buscando involuntariamente a cierta rubia teñida de castaño. La encuentro casi de inmediato, porque así siempre han sido las cosas entre los dos. Yo siempre la encontraba así no la estuviera buscando.
Ella está hablando con Lucy y Mhali, mientras que Eleanor y Colin se comen la boca al fondo. Pero algo sucede. Lucy parece como si le hubieran dado una mala noticia y Cassidy y Mhali le hablan casi que de forma molesta. Minutos después, Lucy se despide, diciéndoles algo que solo empeora las cosas, y sale de la discoteca sin siquiera haber estado un par de horas.
La curiosidad me vence. Espero a que Mhali esté sola y le pregunto que pasó.
-El imbécil novio de Lucy se enteró que estaba acá y le demandó que se fuera-
-¿Por qué?- Le preguntó, impresionado. No conozco a este tal Syd, pero por lo que he oído, suena inofensivo. Definitivamente no la clase de hombre celoso o posesivo.
-Supongo que por ese otro imbécil- Dice Mhali, señalando a Tadeo. Él está como en otro mundo, la cara hecha mierda, la ropa mojada con quién sabe qué y sus ojos cafés clavados en la puerta por la que Lucy se acaba de ir -A Sydney nunca le ha gustado que Lucy si quiera sea nuestra amiga, porque sabe que seguimos teniendo contacto con Tadeo-
Bueno, ahí va otro momento de mierda.
Tengo que empezar a cuidar mi vocabulario.
Intentando despejarme un poco, voy a la barra por otro trago y por supuesto que me la encuentro ahí. Está sentada en uno de los taburetes, mientras habla con uno de los baristas. Y se sonríen. Se sonríen como si no estuvieran en un maldito lugar público. Puedo reconocer la sonrisa de ella, nada sugestiva, pero la de él...Es como si la estuviera desnudando con los ojos.
Malditamente lo hace a propósito. Seguro antes de venir a Chicago se paró delante del espejo y se preguntó a sí misma "A ver ¿Cómo matar a Tito sin tocarlo?" Luego se hizo el piercing, se tiñó el cabello, arrojó toda su ropa a la basura y la remplazó con trajes que hace un par de décadas habrían sido ilegales. No me doy cuenta que estoy analizándola -devorándola- con los ojos hasta que ella, sonriente y llena de energía, voltea su cabeza hacía mí. Es solo un breve movimiento, pero enseguida me nota y su sonrisa se cae al suelo casi que de inmediato. Ya no está feliz, ya no sonríe ni parece divertida. Tiene una mirada triste, de la clase que yo antes habría hecho todo para arrebatarle.
Bien. Que sufra como yo lo hice.
Se despide del bartender (quién enseguida va a otra intoxicada cliente) y me dedica una última mirada de "Vete a la mierda" antes de adentrarse en la pista del baile. Pero a mí ya no me importa mi orgullo o mis valores. No. Mi cerebro la sigue con los ojos como si fuésemos partes de un mismo sistema, imanes danzando para acercarse. Yo no bailo, sin embargo. Yo la observo bailar. Si ella ignora mis ojos sobre su cuerpo, no lo sé, pero descaradamente, hambrientamente, sin ningún tipo de cordura, observo cada uno de sus movimientos. Ella baila como si estuviera sola en medio de un desierto, como si quisiera poner a toda la maldita civilización de rodillas. Con cada movimiento de sus caderas, el vestido se le desliza un poco, cada vez un poco más hacía arriba y yo...Yo ya no puedo más.
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Law Makers
Teen FictionHace ya cuatro años que Cassidy Lowe se fue de su hogar natal. Justo antes, el que creía el amor de su vida la dejó sin muchas explicaciones y desapareció por completo. Su vida se cayó a pedazos, y desde entonces Cassidy no ha sido la misma. Ahora...