Capítulo 20:
Creo que jamás he estado tan molesto.
Pensé que había estado molesto los primeros años de mi adolescencia, cuando era un niño iracundo y problemático que le veía el lado negativo hasta a un arcoiris, pero con los años me he dado cuenta que más allá de estar molesto, estaba herido y confundido, y definitivamente perdido. Luego pensé que sentí verdadero odio hacia mi padre cuando él hizo todo lo posible para arruinarme la vida, pero al final eso también terminó siendo mucho más complejo. Finalmente, creí conocer la ira, las ganas de romperlo todo, cuando Cassidy me hizo mierda y me engañó en casi todos los sentidos. Pero, honestamente, no estaba molesto. Estaba destruido, en duelo, deprimido hasta más no poder. No era estar genuinamente molesto.
Pero esto sí.
Aviento todo. Las llaves del auto, la puerta del auto, la puerta de mi casa y hasta me arrojo como si nada sobre el sofá, esperando que la caída me mate.
No puedo creer que aún siga teniendo sentimientos por esa mentirosa de mierda. No puedo creer que ya la estaba dejando volver a entrar. Dios, estoy tan molesto con ella, pero aún más conmigo mismo. Por bajar la guardia. Por olvidar la razón por la que yo estoy acá casi en modo berrinche y ella está con ese imbécil de su compañero de trabajo.
Necesito desahogarme. Necesito hablar con Bruno.
Mi hermano mayor, Bruno, ha sido una de las pocas personas estos últimos años que sabe todo de mí y que me ha ayudado para superar mis mierdas. Aunque amo a mi mamá, ella se ha esforzado en olvidar todo lo malo. No menciona todo lo que vivimos antes de reunirnos. Finge que papá murió siendo feliz y que jamás fue un mafioso y que no tenemos razones para estar tristes. Bruno, sin embargo, es la persona a la que le he confesado estas últimas semanas que sigo teniendo sentimientos por la perra de mi ex. Apenas atiende mi llamada, puedo notar en su tono de voz que ya sabe de qué se trata.
- Hola, hermanito ¿Qué sucede? -
- Me siento terrible - En realidad, me siento como un idiota. Acá estoy, llamando a las 12:00 am a mi hermano mayor para quejarme de mi vida sentimental, mientras en Italia apenas son las 7 de la mañana. Probablemente lo desperté. Soy patético.
- ¿Qué sucedió? -
- Le pregunté acerca de lo que su familia hizo, lo que ella hizo... Lo negó todo. Es que no puedo creerlo, Bruno. Soy un imbécil. Definitivamente merezco que me atropelle un bus -
- Vamos, Tito. No digas eso. No eres ningún imbécil... - Ni siquiera me importa lo que tenga para decir. Lo interrumpo porque necesito soltar todo esto. No se trata de superarla, se trata de quejarme y maldecir y poder descargar mi ira. O si no explotaré.
- Aún siento tanto por ella. Y pensé que a lo mejor... se arrepentiría. Pediría perdón. Pero lo negó todo, Bruno. Malditamente todo -
- Tito, hermano, por favor no sigas perdiendo tu tiempo en esa chica. No vale la pena -
- Yo sé que no vale la pena, carajo. Pero no puedo evitarlo. Cuatro años y aún soy miserable. Soy tan infeliz y todo es culpa de ella -
Ahora solo estoy hablando y hablando, dejándolo salir todo. Todo. Porque estos cuatros años, jamás fui a un maldito terapeuta o a un psicólogo. No tuve ni una conversación sincera con mis amigos acerca de mis verdaderos sentimientos hacia Cassidy, acerca de cómo, a pesar de todo lo que me hizo, de lo mal que terminaron las cosas, aún pienso en ella. Aún pienso en ella todo el tiempo. Sueño con ella así lo deteste. Cada cosa, por más que pequeña, me trae un recuerdo que es protagonizado por sus ojos azules y su hermosa sonrisa. Jamás le he admitido a nadie que a pesar de que digo odiarla y haberla superado, la realidad es tan diferente. Su imagen aún brilla en mi cabeza bajo una luz angelical. Su risa aún me pone los pelos de punta.
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Law Makers
Teen FictionHace ya cuatro años que Cassidy Lowe se fue de su hogar natal. Justo antes, el que creía el amor de su vida la dejó sin muchas explicaciones y desapareció por completo. Su vida se cayó a pedazos, y desde entonces Cassidy no ha sido la misma. Ahora...