Capítulo 19

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Capítulo 19

La fiesta de Lucy (Parte III)

Narra Cassidy

Son casi las doce cuando decido que la fiesta debe ser dada de baja sin lugar a dudas. La mayoría de los invitados están borrachos o casi borrachos, por lo que hay un sinfín de decoraciones rotas y exclamaciones y risas demasiado fuertes para mi gusto. Unos amigos de Lucy están tan ebrios que la empiezan a buscar, como si no acabasemos de presenciar la peor de las sorpresas de cumpleaños. Quizás es por todo lo que sucedió esta noche, pero simplemente no estoy de humor como para hacerme caso de una fiesta de borrachines. 

Cuando anuncio el final de la fiesta por un parlante, hay una pequeña conmoción y un par de idiotas que me abuchean, pero por suerte no tengo que arrastrar a nadie fuera del salón. Observo cómo Eleanor y Colin se marchan primero, hablando de algo mientras se sonríen como dos tontos enamorados. Mhali, Patrick y Greg también se despiden y se van. Y entonces Tito también empieza a caminar hacia la puerta. Tadeo se fue apenas Lucy lo hizo. 

Pienso en dejar las cosas como están. Dejar que Tito se marche sin decirle adiós o desearle las buenas noches. Pero entonces recuerdo lo que hizo por mí, como me defendió de Sydney. Y creo que eso puede ser señal de que quiere arreglar las cosas. Hay tanto que deberíamos habernos dicho desde el primer momento y sin embargo apenas hemos hablado. Apenas hoy tuvimos una conversación, que aunque breve, fue civil. Una conversación que me tuvo feliz hasta que todo lo de Sydney y Lucy sucedió. Una conversación que amaría poder repetir. 

Así que le digo a Peter que me espere un segundo y camino rápidamente hasta Tito. Él está a punto de salir del edificio, la cabeza gacha, medio resignado y cuando nuestros ojos se encuentran, me doy cuenta que ya no estamos en buenos términos. Lo conozco tan bien y sé que está molesto. Que vuelve a verme con el asco que me demostró aquella noche en el club. Y no entiendo por qué. Quiero decir, hace solo unas horas estábamos bien, él me defendió, hablamos, no demostró odio ni asco. Ahora me mira y me quiero poner a llorar. A gritar. A dar vueltas por todo el planeta porque simplemente no lo entiendo. Él es probablemente el ser humano más cambiante de todo el mundo. 

Ni siquiera tengo que preguntarle si está molesto. Él mismo me lo confirma cuando habla.

- ¿Qué diablos quieres? -

- Yo solo... quería agradecerte. Por defenderme de Sydney más temprano - Le digo, pero me cuesta gesticular las palabras. Porque lo que digo siempre que estoy con él, no es lo que verdaderamente quiero decir. Hay tantas cosas de las que deberíamos estar hablando, y hace tiempo que volví, y sin embargo casi no nos hemos visto a los ojos sin odiarnos. Esto está mal. Este juego de la no-comunicación tiene que acabar.

- Sí, lo que sea - Intenta sacudirme, irse, marcharse de nuevo. Pero yo no lo voy a dejar. No sin que antes me dé una explicación. 

- ¿Se puede saber qué diablos te sucede? ¿Por qué de repente actúas como un imbécil cuando hace poco estabas bien? -

- No te tengo que dar explicaciones - Me responde. Intenta de nuevo irse. Esta vez, lo detengo con mi mano sobre su brazo, la descarga de electricidad siempre ahí. Ninguno de los dos intenta negarlo. Sin embargo, lejos de estar feliz, Tito avanza hacia mí casi como hizo con Sydney antes. Le arden los ojos. Está tan lleno de odio que parece otra persona. 

- Sí me tienes que dar explicaciones. Al menos eso me debes - Le digo. Intento sonar segura, pero me tiembla la voz.

- ¿Yo te debo algo? ¿A ti? ¿Qué acaso estás mal de la cabeza? - 

- Tal vez yo esté mal de la cabeza, pero solo porque intento hacer las paces contigo. Después de todo lo que me hiciste... -

- ¿Lo que yo te hice? - Me pregunta incrédulo. Y lo peor es que por el tono de su voz, reconozco que está genuinamente sorprendido. Como si le hubiese preguntado por qué el cielo es verde o por qué los peces vuelan.

- Sí. Lo que me hiciste. Marcharte así sin más, dejarme como si nada... -

- No sé a qué mierda estás jugando, pero te recuerdo que tú eres la que está aquí con otra persona - Señala a Peter con la cabeza y entonces todo tiene sentido. Nos vio. Vio cuando Peter llegó, se disculpó por llegar tan tarde y me besó. Pensé que nadie había visto eso. No quería que nadie lo viera. Le expliqué a Peter que era un momento muy tenso para presentarlo a mis amigos. Pero evidentemente Tito nos vio. Y no está para nada feliz - Tú eres la que intenta "Arreglar las cosas" pero ni siquiera pide una maldita disculpa - 

- ¿Yo tengo que pedir disculpas?  Mira, puede que esté aquí con Peter, pero tú eres el que se marchó, Tito. Sin decir adiós -

- ¿Y por qué crees que me fui? - 

- ¡No tengo ni la más puta idea...! -

- ¡Sé todo lo que hiciste! Tú y tu maldita familia. Me jodieron a mí y a mi papá. A mi pobre papá. Él estaba muerto y de igual formas continuaron jodiéndome. Apuesto que jamás sentiste algo por mí. Lo único que les importa a los Lowe es su sucio dinero -

Bueno, está loco. Ya lo que dice no tiene sentido ¿Lo que yo hice? ¿Y lo que mi familia hizo? Tiene que ser alguna especie de broma, o a lo mejor justo antes de irse Tito cayó en un pozo y se dio un muy grave golpe en la cabeza. Porque lo que dice no tiene nada, pero nada de sentido. 

Así que se lo digo. Ni siquiera intento buscarle sentido a sus palabras.

- Estás loco - 

- ¿Oh, yo estoy loco ahora? - Me pregunta riéndose, pero es una risa amarga. Niega con la cabeza y puedo ver en sus ojos la intención de irse. Y yo ya no quiero retenerlo. Está diciendo cosas que parecen una excusa pobre para justificar su metida de pata.

- No sé qué diablos pasó hace cuatro años, pero sé que mi familia y yo jamás te hicimos nada a ti ni a tu papá. Si simplemente era que ya no me querías, puedes decir eso. Pero no vengas acá y me cuentes una historia bizarra acerca del dinero, mi familia, yo, porque es pura mierda, Tito -

Pienso que va a contraatacar, que me llamará algún otro nombre despectivo, que mínimo me dirá que yo estoy loca, pero suelta una risita de nuevo, amarga y seca. Parece tan cansado como yo. Y también, detrás de tanta amargura y odio, hay dolor. Así, de repente, ya no lo quiero llamar loco o pisarle la punta de los dedos o insultarlo. Quiero abrazarlo y decirle que todo está bien. 

Pero él, lejos de querer lo mismo, niega con la cabeza y se despide con unas amargas palabras. 

- Sigue mintiendo, Lowe. Y te terminarás creyendo tu mierda - 

¡Hola! Este es un capítulo más corto que los demás, pero solo porque el siguiente capítulo, la cuarta parte de "La fiesta de Lucy" será mucho más extenso ¡Hasta entonces!


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