Capítulo 21

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Capítulo 21: 

Son más de las cuatro de la mañana cuando escucho un fuerte golpe en la puerta. Lo escucho desde el segundo piso, a pesar de que esta es una casa gigantesca, porque es incesante y fuerte. Mi respuesta es, lógicamente, asustarme ¿Quién mierda toca la puerta a las cuatro de la mañana? ¿Y cómo mierda accedió hasta mi entrada? Hay guardias en cada calle de esta ridícula comunidad cercada. Mientras más me aproximo a la puerta, más me lleno de dudas y de miedos. Considero quedarme en mi habitación y llamar a la policía, pero no creo que sea ningún asesino suelto. Debe ser alguien que viva cerca de la zona, y mi cabeza va directamente a Lucy, papá o Kate. Tal vez algo pasó. Tal vez necesitan mi ayuda y yo estoy acá, paralizada del miedo como un perrito asustadizo. 

Convencida de que los intrusos no tocan la puerta antes de entrar, voy hacia la entrada y me asomo por la ventanita de la puerta. Pero de todas las posibles opciones que pensé, ninguna resulta ser cierta. Es Tito quien está detrás de la puerta.

Y se ve miserable. 

Lleva aún el mismo atuendo que llevó a la fiesta de Lucy, aunque está completamente desaliñado. Su cabello lo hace parecer como si acabara de salir de una lavadora. Pero lo que en realidad lo hace ver miserable son los ojos rojos y perdidos, llenos de un dolor que pocas veces vi en él. 

Enseguida abro la puerta, mi mente yendo directamente a lo peor ¿Algo le habrá pasado? ¿Lo intentaron robar, secuestrar, matar? ¿Acaso algo le pasó a su mamá o a su hermano? Me da vueltas la cabeza, el corazón se me encoge al abrir la puerta y observar su reacción. Retrocede, confundido, y me mira como si fuera un completo extraño.

- Tito ¿Qué pasó? ¿Estás bien? - Pregunto. No me importa lo que haya pasado entre nosotros; me acerco a él para asegurarme que no esté herido, y cuando verifico que no lo está, suavemente lo guío hasta el interior de mi casa. Él parece en un transe, se deja guiar como si nada. Ni siquiera me responde. Se limita a verme con una expresión adolorida.

Sin mediar palabras, lo llevo hasta la sala, lo hago sentarse en el sofá y voy a buscarle un vaso de agua. Cuando vuelvo, él sigue en la misma posición de antes, sentado observando la nada, su mente en otra parte, sus ojos aún perdidos. 

¿Qué diablos pasó?

Se me ocurren cientos de preguntas, miles de posibles respuestas, ninguna lo suficientemente real. Me consume la curiosidad, pero sé que debo ser cuidadosa. Jamás había visto a Tito tan mal, excepto por aquellas veces que recordaba su pasado, a su mamá y a su hermano. Y aquella vez que murió su papá. Y entonces vuelvo de nuevo a las suposiciones, a las ideas terribles. Mi corazón me duele con solo imaginarme que puede tenerlo así. Y también me duele al darme cuenta que a pesar de todo, su dolor sigue siendo mi dolor. 

- Tito... No quiero presionarte, pero si algo serio pasó... Necesito que digas algo, cualquier cosa, me preocupa... -

- ¿No tienes idea, verdad? ¿No sabes por qué me fui? -

De todas las cosas que me imaginaba iba a decir, eso no estaba entre las opciones. Me tarda un tiempo procesar lo que me pregunta. Y el hecho de que finalmente me lo pregunte. De que finalmente estemos hablando de esto. Pero él no puede estar acá, hecho mierda, simplemente porque se recordó de nuestra relación. Algo más tuvo que haber sucedido. 

- No, Tito. Nunca lo supe - Le digo por fin, absteniéndome de preguntar lo que siempre quise preguntarle ¿Fue algo que hice, algo que dije? ¿Qué acaso yo no fui suficiente?

- Todo este tiempo, estaba tan seguro de que tenía razón. De que sabía qué clase de persona eras. Me convencí de que había tomado la decisión correcta, volando a Italia y escapando de todo. Y entonces hoy... Llamé a Bruno, le conté lo terrible que me sentía y entonces, él... Me dice que fue todo una mentira -

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