Soukoku. OTP Challenge

Shopping

De compras.

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Dazai salió del vestidor como por décima vez desde que entró en el solo para ser inspeccionado por el pelirrojo y...

No, a Chuuya tampoco le gustó cómo le quedó esa prenda.

—¡Chuuya! Ya quiero irme a casa.

—¡Pero no hemos logrado conseguirte ropa decente! —le regañó el pelirrojo, dándole otra prenda y alejándose nuevamente.

Dazai suspiró. No debió de haberle invitado, no, la combinación de ropa nueva y Chuuya era una muy mala.

Con la mayor rapidez que pudo, Dazai se volvió a cambiar. Tuvo esperanzas de que la playera beige y los pantalones fueran del agrado de Chuuya, el conjunto no estaba tan mal después de todo.

Y, por onceava ocasión, salió del vestidor. Tragó saliva al ver que, al contrario de las anteriores veces en donde Chuuya apenas le veía, le decía que se volviera a meter al vestidor, ésta vez, se le quedó observando por un tiempo más prolongado.

—Me queda bien, ¿verdad? —preguntó Dazai para tratar de hacer que, lo que sea que esté pensando Chuuya, sea una aprobación para dichas ropas.

—Sí...—admitió el pelirrojo, a Dazai se le iluminaron los ojos —. Pero —y con eso murieron sus esperanzas —., creo que quedaría mejor con una playera negra, espera.

Dazai quiso escapar, pero de aquí a que se cambie a sus ropas normales...le daba tiempo suficiente a Chuuya para que volviera con la playera negra.

Así que, cansado de estar probándose camisa tras camisa y pantalón tras pantalón, se sentó en la pequeña banca que tenía el vestidor adentro.

Dos pequeños golpes en la puerta le indicaron que el pelirrojo había vuelto. Con toda la pereza del mundo, se levantó, le quitó de la mano con pesadez la prenda y volvió a cerrar.

Se vio en el espejo una vez terminó de cambiarse y en eso, se le vino una idea.

—Oye, Chuuya —llamó al pelirrojo desde el vestidor.

—¿Qué pasó?

—Hay algo raro en esta playera.

—¿Ah? ¿A qué te refieres? —preguntó con confusión Chuuya, claramente sin entender qué quería decir Dazai.

—Sí, entra a verlo.

Con curiosidad, Chuuya se acercó hasta el vestidor, tocó la puerta y, en un parpadear, el castaño ya le había jalado de la muñeca y había cerrado la puerta tras ellos.

—¡¿Qué est-

Las quejas del pelirrojo fueron interrumpidas por los labios del castaño sobre los de él. Se sorprendió un poco al principio pero a los pocos segundos rodeó con sus brazos a Dazai y siguió el beso, provocando que el castaño sonriera ante tal seguimiento casi en seguida de su pareja y disfrutara más de aquella unión de labios.

Al separarse, los ojos zafiro de Chuuya pasaron de los castaños de Dazai, a la ropa que llevaba puesta, inspeccionado el conjunto. Sintió la necesidad de seguirle besando apenas vio lo bien que le quedaba ese conjunto.

—Sí, te dije que quedaba mejor el color negro —le dijo antes de volver a besarlo con más intensidad y profundidad.

Del otro lado de la puerta, la chica que los estaba atendiendo no sabía si tocar y pararlos, o hacer como si no hubiera visto nada.

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