Mi Profesor Favorito [COMPLETA]

I

—Chloe levántate —dijo mi amiga Angie moviéndome.

—Cinco minutos más —me volví a acomodar.

—No quiero volver a llegar tarde por tu culpa —me movía con la intención de despertarme.

—Esta bien —me levanté medio adormilada a buscar mi ropa.

—Faltan 20 minutos te quiero ver lista en la cocina —salió de mi habitación.

A regañada dientes me meti a bañar por mientras les platico un poco, vivo con mi mejor amiga en Chile. Por qué nosotras nos ganamos una beca para venir a estudiar acá, y nuestro padres lo aceptaron.

Cuando me termine de bañar me puse la ropa que elegí, peine mi cabello para luego agarrar mi mochila y bajar a la cocina.

—Creí que el baño te había tragado —dijo riéndose mientras me entregaba mi desayuno.

—Graciosa —nos sentamos a desayunar —no se por que te alteras si la universidad queda a 10 minutos de aquí —terminé de comer.

—Por que yo soy puntual —lavamos los trastes —así que vámonos —agarró mi mano y su mochila para salir de casa.

Mientras caminabamos directo a la universidad íbamos hablando de cualquier cosa, riéndonos sobre lo primero que se nos venia a la mente.

—Que clase te toca ahorita —le pregunté por que estábamos a punto de llegar.

—Álgebra —miro su horario —y a ti —lo guardo.

—Historia —dije con una cara de asco.

—No te preocupes después nos toca juntas —dijo feliz.

—Pero tengo que esperar 40 minutos —lo dije casi gritando.

—Verás que el tiempo se pasa volando —dijo tranquila.

Ya habíamos llegado así que ella se fue a su clase, tenía 3 minutos antes de que empezara la clase así que fui a mi casillero. Después de cambiar unos cuadernos me fui a la clase.

Entré a la clase regañadientes y me fui a sentar en la primera fila sexto asiento, y la clase aburrida empezó. Sentí que me estaba quedando dormida por que atención a la clase no le estaba poniendo.

—Señorita Miller —me desperté asustada —me podría explicar cuando fue la segunda guerra mundial —el profesor me estaba viendo enojado.

—Yo que se ni estuve ahí cuando paso eso —me estire por que sentía mi cuerpo dormido.

—Ahora por graciosa a detención —abrió la puerta.

Le quería responder a ese viejo testarudo pero mi orgullo fue más grande, agarre mis cosas y salí del aula azotando la puerta. Corrí a la sala de detención por si llegaba a pasar algo.