Se colocó los brazales que era lo único que le hacia falta para completar la armadura que le había hecho su mamá Jeongyeon después de que los espadachines que daban las armaduras no quisieron darle el suyo ni a sus amigas diciendo que sería un desperdició dárselos, aquella armadura que tenia era diferente color a las que los demás tenían y le gustaba eso.
Salio de su habitación, le dio un abrazo a sus mamás después de desayunar, era su tercer día de trabajo y había estado caminando por el pueblo viendo que todo este bien.
Seguía utilizando aquella espada que su mamá le había hecho de regalo por su cumpleaños hace dos años atrás, era saludada por algunas personas del pueblo y ella respondía con una sonrisa.
- Le quedá muy bien ese traje.- le dijo un niño de unos siete años con una niña pequeña en brazos.
Chae: Gracias, ¿es tu hermanita?
- Sí, tiene tres años y yo siete.
Chae: ¿Donde están sus padres?
- Hay muchas personas que los perdí.
Chae: Te ayudare a encontrarlos.
- ¿Puedes hacer eso?.- preguntó el niño sorprendido.
Chae: Sí, mi deber es cuidar a las personas y niños del pueblo, ¿por qué te sorprendes tanto?
- Me encontré con otro espadachín y me dijo que no lo molestara que me largara.
Chae: Esos son unos tontos, ven vamos a buscar a tu mamá.
El pequeño asintió y camino por algunos minutos hasta que se detuvo al escuchar las campanas, las personas empezaron a correr de un lado a otro escondiéndose, un señor dueño de una tienda dejo entrar a los pequeños.
Un espadachín del otro pueblo caminaba con una sonrisa de lado, al ver su espada manchada de sangre apretó los dientes, su cuerpo estaba tan tensó y no podía apartar los ojos de aquel tipo.
.- Mira lo que hizo uno de esos estúpidos pueblerino, manchó mi espada.- dijo aquel hombre alzando un poco su espada.
Desenvaino su espada y la puso delante suyo, agarrándola firmemente, movió su pie izquierdo hacia delante dejando el derecho atrás, aquel hombre se acerco corriendo y sin pensar bajo su espada contra su cabeza pero fue detenida por la suya.
Rápidamente apoyo su pie en el estomago del contrincante y lo empujo lejos, movió su espada en diagonal hacia abajo a la izquierda, no se había dado cuenta que otro espadachín del otro equipo había llegado y bloqueó su ataqué, dio un paso atrás cuando el hombre con que estaba iniciando una pelea primero se recupero.
Tenia que moverse más rápido al ver que aquellos dos hombres se acercaron, se aferro a su espada con todas sus fuerzas, el ruido de los metal chocando era lo único que se escuchaba, sus dos enemigos atacaban por separado y eso le daba ventaja de atacar.
Escuchó el quejido de uno y vio que tenia dos flecha clavada en la parte del brazo donde no le cubría la armadura, no le prestó atención y atacó en ese momento a su otro enemigo haciéndole una cortada en el mismo lugar donde estaba herido su compañero y le dio un fuerte golpe en la cien noqueándolo, le hizo lo mismo al otro que estaba intentando sacarse las flechas.
Su mirada fue hacia el balcón donde se encontraba Tzuyu con su arco y después al otro donde estaba Amber con la misma arma, las tres sonrieron y alzaron sus pulgares.
.- Eso fue genial Unnie.- dijo el pequeño saliendo con su hermana en brazos.
Chae: Hey aún no es seguro vuelve a esconderte.
El niño hizo caso y se dirigió donde sus amigas que ya estaban abajo, las tres empezaron a correr por la zonas para revisar que no haya heridos o más atacantes.
Una persona se encontraba con una herida en su brazo, se acerco corriendo a él, lo llevo a uno de los hospitales y vio que había otros heridos, apretó su puño fuertemente.
- Gracias por acompañarme.- dijo aquella persona que acompaño.
Chae: Espero que se recupere pronto.- dijo con una sonrisa.- Tengo que seguir trabajando.
- Adelante...- él señor también le sonrió.
Salio rápido y siguió viendo los alrededores, escucho la campana sonar dos veces y regreso donde estaba los pequeños, todas las personas que la vieron luchar le aplaudieron al salir de las casa.
Encontró los padres de aquellos dos pequeños y una gran sonrisa estuvo todo el día en sus labios por lo feliz que estaba al lograr ayudar al pueblo.
Cuando se encontró con sus dos amigas en la reunión les agradeció por la ayuda, cada uno se dirigió a su casa ya que su turno había terminado, ahora le tocaba a los espadachines de la noche hacer su trabajo.
Al entrar sintió unos brazos rodearla y el olor a vainilla tan conocido inundó sus fosas nazales, correspondió al instante y al separase su amiga dejo un beso en su mejilla.
Mina: Hola...
Chae: Hola, ¿cómo estas?
Mina: Bien.
La japonesa se alejo y la vio de arriba abajo aquella armadura le quedaba muy bien incluso se le hizo sexy, movió su cabeza de un lado a otro, en que estaba pensando.
Chae: ¿Qué tal me veo?.- preguntó al recordar que era la primera vez que su amiga la vía con la armadura y el traje negro por dentro que le había regalado.
Mina: Muy bien, mejor que los otros espadachines.
Nayeon: Ya esta la cena, ¿te quedas a cenar Mina?
Mina: Lo siento no puedo, en unos minutos debo que llegar a cenar en mi casa y sería extraño que no comiera.
Nayeon: No pasa nada, bueno las dejo.- volvió a entrar a la cocina dejando a las dos chicas solas en el recibidor.
Chae: Te vas ahora?
Mina: Sí, solo vine a saludarte y ver como te quedaba la armadura.
Chae: ¿Puedo acompañarte a casa?
Mina: Sí.
Ambas salieron y caminaron despacio mientras platicaban.
Chae: Y así fue como termino mi hora de trabajo.
Mina: Los demás espadachines deberían ser como tus amigas y tu.
Chae: Comparto tu idea.- se detuvieron delante de la ventana abierta del sótano.
Mina: Nos vemos.
La contraria asintió y le dio un beso en la mejilla, espero a que entrara para irse.