35. ofrendas.

113 19 0
                                    

— Con ustedes, su majestad... el rey Jeon Jungkook.

Jungkook asintió a su presentación y se inclinó ante su pueblo con solemnidad.

— Hoy, hemos visto el océano levantarse contra el prejuicio y el abandono, contra el abuso. Como rey desde que mis padres fueron al reencuentro de los espíritus... siempre me aterró la guerra. Soy un chico de 24 años que debe velar por sus vidas, por el legado de mi familia y mi hogar, la guerra lucia como una amenaza contra todo eso que amo. — mi voz salía por los altavoces ahí en la torre central donde todo el pueblo me escuchaba en silencio. — pero son las cosas que amo las que me mostraron que esto debe acabar, debemos alzar la cabeza a la superficie, la revolución no es como llegar sino a donde queremos llegar. Hemos perdido varios de nuestros hombres y mujeres, pero en sus ojos veo que también hemos ganado mucho más, en este río que es la vida, el tiempo nos muestra que llego nuestro momento. Los humanos nos escucharán... los demás mundos también lo harán y sobre todo nos escucharemos a nosotros, para hacer de este lugar un refugio, para nosotros y para aquellos que decidieron subir. Incluso por aquellos que quieran bajar.

Mis ojos se encontraron con el centro del lugar, donde un monumento en forma de concha de mar me recordaba mi suerte.

— Por aquellos que se fueron, por los que vuelven, por los que permanecen... por los que aún luchan en silencio. Yo, Jeon Jungkook, más que su rey soy su fiel sirviente. Quisiera que me dejaran guiar su camino por los siguientes meses, no será fácil, pero encuentro más motivos para no decaer si cuento con su apoyo...

— ¡Larga vida a rey Jeon! ¡Que viva el rey Jeon!

Los gritos eran claros pero muy lejanos de ser de júbilo, esa tarde me senté frente al ventanal de mi despacho todo el día.

Hoseok iba de un lado a otro con Raeki pisándole los talones, ayudándome con mi trabajo, porque mi actitud letárgica era más compleja que una incapacidad por mis heridas.

— Woah... que rápido se cambian los lugares debajo del mar. — susurro Raeki, su cabello en un negro como la noche y cruzada de brazos en su uniforme de batalla impecable. — señor, mire el montón de regalos y ofrendas que le dejan a Hanam, estará muy contenta cuando regrese.

En efecto, la gente de mi pueblo había mordido su lengua las últimas horas... y habían honrado a Hanam como una mártir.

— Me aterra un poco que la traten de esta forma, la abrumaría, ella no está acostumbrada.

— Jefecito, subestima a su caballito de mar.... además, ya todos vinieron a disculparse contigo por resentirla. — Hoseok se apoyó en el espaldar de mi sillón y sonrió feliz. — se dieron cuenta que ella salvo sus traseros prejuiciosos, una humana jorobada y con delirios de naufraga. ¿Quién lo diría? Hasta los ancianos del consejo le rezan.

Yo me reí un poco.

En efecto esa noche se reunieron con el fuego bendecido de la deidad, se congregaron e hicieron rituales muy conocidos por mí. Los hicieron cuando mi abuelo cayó enfermo años atrás. Yo me quedaba detrás del pueblo, agradecido por sus cuidados y atenciones con Hanam. Incluso después de todo este desastre... también huía de las miradas llenas de pesar, esas que tanto odiaba desde la muerte de mis padres y el abandono de mi hermano mayor.

Porque todos hablaban del rey que extrañaba a su reina. Las criadas del castillo lloraban cuando me veían, tomaban mis manos y alagaban lo linda que era Hanam.

Incluso en toda esta situación.

— Tu lo sabias todo desde un comienzo, ¿no?

— Sí.

𝕽𝖆𝖎𝖓 ♛ JJK¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora