Capítulo 3: Librería secreta y el comienzo de todo.

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Naruto:

Desperté con un fuerte dolor de cabeza que me hizo soltar un quejido, abrí lentamente mis ojos para examinar en donde me encontraba. Era una habitación del área médica de la Raíz, en la base donde vivía con mi padre.

Hice una mueca de dolor al levantarme lentamente de la cama, dejando caer las sábanas al suelo al dar mi primer paso. Un mareo me azotó al caminar, pero a duras penas logré mantenerme parado. Respiré hondo y comencé a caminar, recordando una de las leyes básicas que mi padre me había inculcado.

"Y recuerda, Naruto. Jamás debes mostrarte débil ante nadie, nisiquiera ante tí mismo."

Caminé hacia el baño, hice mis necesidades y lave mis manos y mi cara. Con algo de dificultad me vestí y salí de la habitación por la ventana, ya que aún no me daban el alta médico y si intentaba salir por la puerta principal seguramente sería detenido por los ninjas médicos que allí se encontraban.

Salté por la abertura y caí con gracia al piso, recobré mi postura derecha y caminé hacia el encuentro de mi padre. Mientras lo buscaba, pequeños fragmentos de recuerdos del porque me encontraba internado vinieron a mi mente.

- ¿Que demonios me ocurrió allí?- hablé para mi mismo, mientras caminaba con las manos sujetas detrás de mi cuello, relajado. Suspiré al no encontrar respuesta lógica y, sin más busqué a Danzo e Itachi por el lugar.

Al cabo de una hora había recorrido casi toda la base, sin encontrar rastro de mi familia. Harto, decidí que lo mejor sería ir a entrenar y esperar a que vinieran, seguro estaban en alguna misión.
Me dirigí a mi habitación y busqué mi armamento ninja, regalo de mi hermano mayor para mi cumpleaños número cinco.

Una vez tenía puesto mi bolsillo lleno de armas en el muslo derecho, bajé al campo de entrenamiento número doce, justo detrás de la base al lado del bosque. Me dediqué a tirar kunais y shurikens, dando cada vez más cerca del centro a todos los blanco que me rodeaban, usando mi memoria muscular para realizar los movimientos adecuadamente.

Luego de un rato paré de practicar y me senté a tomar un poco de agua, miré orgulloso el blanco donde varias armas se encontraban clavadas justo en el centro de los blancos. Miré el cielo mientras me refrescaba y observé el sol, según su posición serían casi las siete y media de la tarde.

Me levanté y tomé todas las armas que se encontraban clavadas, las guardé en el bolsillo y comencé nuevamente a entrenar, dando en el blanco cada vez con más facilidad. Pasaron las horas, el sol se escondió y dió paso a la luna, yo seguía entrenando. Consiente de que mi padre me regañaría si, al regresar, no notaba cambio alguno en mi puntería.

- Vamos, solo unas cuantas veces más... No seas débil.- me dije a mi mismo en modo de aliento mientras volvía a acomodar las armas para repetir el proceso.

Tiré todos mis shurikens, dando en el blanco en la mayoría de los blancos de mi alrededor. Luego seguí con los kunais, acertando todos.

- Podría ser mejor, pero sigo siendo malditamente débil.- gruñí, guardando las armas para caer en cuenta que ya había amanecido y yo pase toda la noche entrenando. Chité.

- ¿Que demonios haces fuera del hospital? Idiota.- la voz de Itachi se hizo escuchar en el lugar, tomé un shuriken en mi mano y la lancé, a sabiendas de que la esquivaría.- Oye, estas mejorando.- apareció a mi lado en una parvada de cuervos.

- No lo suficiente.- sentencié mientras tomaba todas mis cosas y me disponía a irme, pero un fuerte agarre en mi brazo me hizo frenarme. Me dí la vuelta con el seño fruncido, encontrándome frente a frente con los ojos rojos de Itachi.

- ¿Te escapaste del hospital?- preguntó, serio. Yo asentí, volviendo a mi rostro serio.- Deberías volver, si no te dieron el alta es por alg...-

- Lo siento por lo de ayer... No se que demonios pasó.- lo interrumpí, intentando buscar respuestas.

- ¿Ayer? Naruto, estuviste dormido una semana...- su respuesta me sorprendió, pero no lo demostré en lo más mínimo.

- Como sea...- dije, comenzando a caminar nuevamente hacia la base, dando por finalizada la conversación. Me dirigí a mi habitación sin cruzar palabras con nadie, me duché y me vestí con un pantalón ninja bordo que me llegaba a los tobillos, una remera de red, una campera negra con el símbolo de la Raíz y mis zapatos ninja.

Luego de estar presentable, bajé a la cocina en busca de algo comestible. Me preparé un poco de té y me senté en la mesa. Mi rostro serio se mantenía y solo levanté la vista al ver a mi padre entrar al lugar, mirándome enfadado.

- Hola Otto-san.- dije, sin más. Él se sentó a mi lado y habló.

- ¿Escapaste por la ventana? Que astuto.- me sonrió, yo solo asentí en afirmación.- Bien ¿Como te sientes? Me dijo Itachi que te encontró muy temprano entrenando tu puntería.- siguió.

- Ya estoy bien, no fué la gran cosa. Estuve entrenando toda la noche, solo paré un momento para comer algo pero luego me iré, debo completar el entrenamiento que me quedó pendiente.- comenté, recibiendo una mirada orgullosa de mi padre y un asentimiento.

- Te traje algo.- me entregó una pequeña caja roja con un moño blanco. La tomé entre mis manos y sin rodeos la abrí. Una cadena con dos colmillos sujetos se encontraba dentro. Sonreí levemente y lo miré.

 Sonreí levemente y lo miré

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- Son colmillos de zorro.- explicó.

- Gracias Otto-san.- dije sinceramente y, para sorpresa de Danzo, lo abracé. Me separé al poco tiempo y me coloqué el collar.- Iré a entrenar, nos vemos luego.- dije antes de salir nuevamente fuera y comenzar a correr alrededor de la base. La rutina que Danzo me había dado fué realizada, esta vez con menos dificultad.

Luego de terminar de entrenar, fuí a la oficina de Danzo-sama para hablar con él. Pero al llegar el lugar estaba vacío. Mi padre nunca me dejaba estar ahí, así que aprovechando la situación exploré un poco mi alrededor.

Dos grandes librerías se alzaban al lado izquierdo y derecho de la habitación, un gran escritorio ocupaba la parte de detrás y una ventana se alzaba con gracia atrás de él. Pero lo que más llamó mi atención fué la puerta situada al lado izquierdo, justo al lado del final de la librería, muy bien camuflada.

Entré decidido y me asombre al ver la gran cantidad de pergaminos que se hallaban allí. Recorrí la habitación leyendo cada etiqueta.
Al darme cuenta que eran pergaminos de Jutsus, agarré varios que llamaron mi atención y, sin más, salí de allí en dirección a mi habitación.

Desde ese día, practiqué los Jutsus todos los días después de mi entrenamiento a escondidas de Danzo e Itachi. Dedicaba una semana o menos a cada uno, hasta que lo dominaba. Cuando lo completaba, devolvía el pergamino sin dejar rastro y sacaba uno nuevo.

𝕊𝕠𝕝𝕠 𝕦𝕟 𝕤𝕠𝕝𝕕𝕒𝕕𝕠•Naruto Raíz• 🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora