Capitulo 17: Preliminares y nueva naturaleza de chakra.

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Naruto: Preliminares.

Kiba Inuzuka ¿Es enserio? Horas de entrenamiento, sudor, sangre, lágrimas, dolor, sacrificio para ser el más fuerte y explotar mi potencial ¿Y éste es el rival que me toca? Demonios, nisiquiera podría divertirme un poco.
Antes de bajar y sin que nadie me viese, creé un clon y lo mandé a la arena para hacerse cargo del combate, mientras yo me escondía en los árboles de la zona trasera del campo de batalla. Mi velocidad y mi sigilo es algo que entrené desde temprana edad con demasiado empeño.

' Si un ninja no es rápido, morirá. Y si no sabes como ser sigiloso, entonces no puedes ser un ninja.' las palabras de mi padre siempre estaban presentes en mis entrenamientos. Eran la motivación que necesitaba, junto con el deseo de ver su rostro orgulloso.

Mi clon ya estaba frente al parlante cuidador de perros, que no hacía más que parlotear sobre sus grandes habilidades y la facilidad que tendría para derrotarme. Colocó su horrible compañero blanco en el suelo, mientras yo lo miraba con los brazos cruzados y mirada gélida.
Gekkō dió la señal y la batalla comenzó. En un destello de velocidad después de convertirse en mitad bestia, intento golpear mi estómago con su codo. Simplemente lo empujé con mis dedos índice y mayor, haciendo que fallara el golpe y cayera de bruces al piso por el impulso.
Carcajadas se escuchaban en las gradas ante la humillación del Inuzuka, que enseguida se puso de pie.

- ¡Maldito idiota! ¡Bien, Akamaru, vamos! ¡Colmillo Sobre Colmillo!- Kiba y Akamaru, que ahora era una réplica exacta del primero, comenzaron a girar sobre su propio eje y luego giraron uno sobre el otro, avanzando a gran velocidad contra mi. Cuando estaban apunto de golpearme, me corrí un metro hacia la izquierda rápidamente, haciendo que ellos golpeén el suelo dejando un cráter donde fué el impacto.
De inmediato, las dos manchas grises, aún girando, volvieron a cargar hacia mi. Ya cansado de que este encuentro durase más de lo necesario, hice mi sello manual favorito. Quería matarlo, la sed de sangre que tenía era demasiada y su idiota personalidad no hacía más que aumentar mi deseo.

' Caballo. Estilo de Fuego: Jutsu Aniquilación de Fuego.' tras pensar mi técnica, junte una gran cantidad de chakra y la convertí en fuego que luego expulse por mi boca, creando un muro de dos metros de alto por cuatro de ancho que incineraba todo a su paso. Pude ver como intentaba frenar su movimiento, fallando penosamente en el intento y chocaba contra mi jutsu, soltando un grito de dolor, seguido por un aullido agonizante.
Gekkō intervino, haciendo un jutsu de agua sobre el Inuzuka que se revolcaba en el suelo adolorido, intentando calmar su agonía. Caminé lentamente hacia él, con mi sedienta mirada y una sonrisa cínica. Tomé mi katana y la desenfundé, canalizando chakra de fuego en ella, haciendo que se rodeé de una capa del mismo naranja rojiza en forma de llamas.

- Ya basta, Naruto. El combate terminó. Si no te detienes, te descalificaré.- la amenaza del juez me detuvo a un escaso metro de mi víctima.

- Dijiste que el combate terminaba cuando uno moría. Él sigue respirando, pero yo puedo solucionar eso...- pasé la lengua por mis labios, mientras observaba fijamente a Hayate, volviendo mi ojo color rubí.
Me acerqué nuevamente, pero Kakashi, Kurenai y Hayate se pusieron en medio, impidiendo que me acercara al inconsciente Inuzuka.

- Aléjate. Ahora.- sonaba firme, totalmente decidido. Pero igualmente, pude ver como su mirada brillaba de miedo al reconocer el poder detrás de mi ojo. Sonreí de lado, mientras gruñía. Hice un sellos de cruz con mis manos y desaparecí en una bola de humo, o más bien el clon de mi desapareció.

Reí altamente desde mi escondite, haciendo que el público se fijase en mí. Con un shunshin de cuervos aparecí frente al juez, con mi katana descansando con gracia sobre mi hombro. Me quedé mirándolo por escasos momentos y luego decidí humillar un poco más al inútil niño perro.

- Eso fué sencillo.- mi tono burlón se escuchó con un esplendor encantador. Mi único ojo visible volvió a su tono gris normal y una sonrisa enfermiza decoró mi rostro.
Guardé mi katana y subí a las gradas nuevamente.- Ganador: Naruto Shimura.- se escuchó detrás de mí, mientras el cuerpo médico se llevaba al inconciente Kiba de la arena.
Me coloqué al lado de mis compañeros, esperando ver algo interesante en las siguientes batallas e intentando calmarme. Verdaderamente deseaba matarlo lentamente mientras suplicaba misericordia.

Las preliminares habían concluido y ahora todos los ganadores nos encontrábamos reunidos nuevamente, escuchando las indicaciones del Hokage por segunda vez. Luego de oír las reglas, cada uno tomó un papel de la bolsa y automáticamente miramos la planilla que ponía los combates.

' Contra el número tres, eh.
Jabalí, perro, pájaro, mono, carnero. Jutsu de Invocación.' después de los rápidos y casi imperceptibles sellos manuales, mi mano derecha se posó sobre mi hombro, haciendo que un cuervo apareciera allí. 'Busca el número tres y dime quien es.' ordené al animal, que enseguida comenzó a girar su cabeza, observando sobre los hombros de todos, para luego graznar su respuesta.

' Neji Hyuga, interesante... Ese niño del bosque de la muerte. Sus ojos son una herramienta muy útil, pero según Kurama tiene el sello maldito del clan Hyuga. Quizás si hago un trato con él...' sonreí maliciosamente ante mis pensamientos y cuando toda la ceremonia terminó, me fuí a entrenar. Tenía un mes antes de la siguiente batalla, así que debía aprovecharlo lo mejor posible.

Le até una nota a Kokushibyō *Muerte negra*, mi cuervo y lo liberé, ordenándole que se dirija la base Anbu de raíz. Sonreí al recordar quien recibiría la carta, realmente extrañaba a mi hermano.
Suspiré y decidí encaminarme a la aldea nuevamente, quería entrenar para liberar el estrés que reuní después de no poder matar a Kiba. Y que mejor lugar para soltar todo mi poder que el campo de entrenamiento número 44, que se encontraba en el poco concurrido Bosque de la Muerte.

Naruto: Campo de entrenamiento N° 44. 23:32 p.m.

- Kurama, verdaderamente creo que va a funcionar. Solo déjame que te enseñe.- volví a retomar mi pose de Loto para lograr una mejor concentración. Puse mi mente en blanco, intentando sentir las sensaciones en mi interior. Debía encontrar una sensación nueva y aferrarme a ella, haciéndola fluir por todo mi cuerpo para finalmente mezclarla con mi chakra. Si lo lograba, podría crear una nueva naturaleza del mismo, una que solo yo poseería.

Éste es un proyecto que comencé a investigar hace dos meses, después de leer un pergamino prohibido de la biblioteca de mi padre. Este contaba la historia de un shinobi que logró mezclar dos naturalezas de chakra no solo para un jutsu, si no dentro de su cuerpo. Dando origen al famoso y escaso Kekkei Genkai de hielo.

Mi respiración era lenta, mi ojo se encontraba cerrado. Finalmente pude sentir algo que jamás había sentido, una sensación pesada y rígida. Me aferré a ella, intentando de todas las formas posibles llevarla a recorrer por todo mi cuerpo. Cuando finalmente lo logré, decidí mezclarla con mi naturaleza de fuego que, gracias al Kyuby era la más potente de todas. Un calor abrazador se instaló en mi pecho, quemando mi piel por fuera.
Solté un gruñido por el dolor, pero no abandoné mi tarea.
Cuando pude juntarlos apropiadamente, intenté visualizar la nueva presencia que había en mi interior: mi nueva naturaleza. Lo único que pude imaginar era un espectro rojo brillante, aterrador y poderoso. Sonreí y decidí que esa sería mi forma de identificarlo.
Abrí mi ojo y me puse de pié, haciendo que una capa de chakra de Kurama cubra mi cuerpo para curar las graves quemaduras que tenía. Una vez curado, ya estaba listo para comenzar el entrenamiento.

Intenté juntar un poco del nuevo chakra y moldearlo, cosa que fué casi imposible. Controlarlo era sumamente difícil, pero lo atribuía a la falta de práctica.
Cuando por fin junté un poco y pude controlarlo lo suficiente, hice la seña del tigre e intenté liberarlo por mi boca, logrando que un chorro de líquido rojo salga a una velocidad totalmente inhumana y se estrellara con un árbol que estaba a unos metros de mí. Ví como el tronco soltaba humo y entonces lo entendí: la naturaleza que había echo a partir de la fusión de los dos elementos resultó ser lava.
Una sonrisa orgullosa y cínica se formó en mi rostro, esto sería un nuevo comienzo y definitivamente una gran ventaja para la final de los exámenes Chunnin.

Dejé mis pensamientos de lado y tomé un pergamino, busqué la pluma y la tinta en mi bolso y comencé a estudiar las posibilidades. Debía crear jutsus desde cero y eso era complicado, pero para nada imposible. Finalmente podría dejar salir toda mi creatividad y cinismo para crear técnicas mortales, que podría poner en práctica con el prodigio Hyuga.

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