Todos han escuchado acerca del amor entre amigos; el típico cliché donde dos mejores amigos caen ante las garras del amor. Tampoco puede faltar el "reemplazo" al no recibir la respuesta esperada por alguno de los dos. Sin embargo, ¿alguna vez nos he...
Minhee me golpeaba con un tanto de fuerza en mi hombro, reclamando por qué ayer los dejé "tirados" en la escuela.
La excusa más conveniente fue decir que mamá había llegado antes y después de la semana fuera de Seúl la había extrañado. Increíblemente me creyó.
— ¿Cuándo iremos nosotros a Incheon? Extraño el Ramen que tu abuela cocina—Donghyuck habló, posando ambos de sus brazos en cada una.
—Por Dios, Haechan. Seokjoon tiene prohibida su presencia en aquélla casa hasta que esté casada. Además que te has equivocado de abuela.
Minhee quitó los brazos del chico de su cuerpo, abriendo su casillero al llegar a estos.
Así fue como empezó una pelea entre los dos, con Minhee golpeando la frente de Haechan con sus dedos y con el chico tirando de los marrones cabellos de la chica.
Un cabello rubio captó mi atención, siendo acompañado por uno negro y no el pelirrojo que casualmente se miraba con él.
El casillero de Jaemin quedaba al otro lado del pasillo, a una distancia de menos de treinta pasos. No desperdicié la oportunidad de tener a los dos piojos distraídos y caminé hasta donde se encontraba.
Mi corazón empezó a latir rápidamente, si bien no sentía nada respecto a él no podía negar que el chico es atractivo, y mucho. Además que toda la confianza que tenía respecto a lo planeado ayer por la tarde desapareció al momento que la mirada intimidante de Jeno se posó sobre mí.
—Hola, Jaemin— saludé, obteniendo la atención del chico quién tuvo que agachar un poco la cabeza debido a la diferencia de altura.
—Hola...
—Seokjoon, compartimos química el año pasado—Jeno soltó una pequeña risa que no pasó desapercibida por ninguno, después se escondió en su casillero. Eso fue tierno.
— ¡Ah, claro! ¿Te puedo ayudar en algo?— preguntó mostrando sus dientes.
Okay, esto será difícil.
— ¿Tienes libre el día de mañana? Quiero invitarte un helado.
La mirada del chico se posó sobre Jeno, quien se notaba que tenía que morder su lengua para evitar reírse de la situación.
—Yo... Yo...
—No te sientas obligado— interrumpí al chico que empezó a balbucear, pidiéndole ayuda a su amigo con la mirada. — Sé que suena raro pero...
—Jaemin, ¿podemos hablar?— La voz cálida llegó a nuestros aparatos auditivos.
Jaemin ya no tenía la vista enfocada en mí, sino en alguien detrás.
— Claro, Joon. Te espero mañana en la salida— habló fijando su mirada de nuevo a mi persona. — No creo que tengamos algo que hablar, Byulmi.
Eso fue lo último que escuché antes de regresar a donde mis dos amigos me miraban alarmados.
— ¿Que mierda fue eso, Choi Seokjoon?
***
Después de explicarle a Minhee por qué le pedí una cita a Na Jaemin (inventando un poco el haber sentido un flechazo) las clases continuaron normales. Lo único molesto fue el hecho de que la castaña a mi lado insistía en que jugara un juego demasiado ridículo.
— ¿Edad? — preguntó mordiendo la punta de la pluma, asco.
—28.
—Uh, algo joven ¿No?, ¿Colores?— volvió a preguntar, después de terminar de apuntar en la hoja.
— Blanco, rojo y popo.
— Eres una asquerosa— murmuró sacando el objeto de su boca—ten más decencia, Choi. ¿Lugar?
—Jeju, Busán o Daegu.
— ¡Eres demasiado anticuada, Joon! Pensé que sería algún país extranjero— habló y de nuevo se llevó la pluma a la boca— ¿Quiénes serán los afortunados? ¡Oh!, espera ya lo sé.
Los nombres anotados en la hoja me hicieron rodar los ojos.
Na Jaemin.
Nakamoto Yuta.
Y Kim Jungwoo.
— ¿Por qué pones a tú hermano?— pregunté acercándome más al papel para confirmar si no es mi imaginación.
— Sé que a Jungwoo le gustas, Minha me lo dijo. Las Hermanas unidas jamás serán vencidas.
Solté un suspiro cansado esperando que el día acabara lo más pronto posible.
—Choi, Kim; fuera.
Y así fue cómo la profesora de historia nos echó de su clase por estar adivinando mi futura boda ficticia.
Gracias Minhee.
—Tienes suerte— habló mi amiga después de echar el pedazo de papel a mi mochila. Solo atiné a darle un golpe en el brazo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Este capítulo fue editado para una mejor y satisfactoria lectura (no se cambió la trama, solo se corrigieron las oraciones sin sentido y la ortografía)
