4. Pídele compasión a un monstruo.

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Igor.

Hay momentos en la vida en donde sabes con toda certeza que te vas a morir. Y eso era lo que yo sentía. No vi exactamente una película de toda mi existencia y mis memorias más felices, eso es una mentira. En lo ultimo que puedes pensar cuando estás a punto de morirte es en si alguna vez has sido feliz. Todo lo que te cruza por la mente es lo mucho que has desperdiciado tu tiempo.

Llevaba diecinueve años de vida en donde no recuerdo haber sido demasiado feliz, una existencia corta en donde no he tenido tiempo de aprender lo suficiente. Pero si algo me voy a llevar conmigo, es el horror, la agonía, el dolor y la maldad.

Jamás he sentido un dolor tan aterrador como este. Y todas las opciones de muerte que mi mente había considerado, jamás me imagine esto. Nunca pensé que terminaría encerrado en un manicomio mientras un lunático me cortaba a pedazos por diversión.

Siento la carne viva, siento el metal en mi interior mientras me desgarra con la increíble fuerza de la presión de su mano. Su mano destruye todo, su mano me ha arrancado la piel, su mano me ha cortado por dentro.

Estando aquí, preferiría haber muerto en un accidente de coche, preferiría haberme caído de un noveno piso. No se trata de que morir sea más fácil para algunas personas, o que cierto tipo de muerte sea menos dolorosa, pero no hay nada tan espantoso como aquellos minutos que transcurren en un lapso infinito donde tienes tiempo para imaginarlo todo. Cada detalle, movimiento, cada sensación.

Yo podía imaginarlo mientras me cortaba la pierna por completo, podía observarlo separar mis tendones con los dedos. O quizá no, quizá me agarrara del pelo y me golpeara tantas veces contra el suelo que mi cráneo se rompería como el cristal. O tal vez me pasaría el cuchillo por el estomago mientras me sonreía. Todo, me lo imagino todo y eso es una condena a muerte peor.

Si alguna vez tuve una pesadilla, si creí que las brujas o las figuras diabólicas que veía en sueños eran aterradoras, jamás tendré oportunidad de ponerle nombre a lo que siento a través de las manos de este hombre. O a lo que me ha hecho.

Nunca viví segundos tan largos, tan espantosamente infinitos que parecen años. Diecinueve años no son nada comparados con el tiempo que llevo esperando que este hombre entre a matarme finalmente. Los minutos, las horas de mi vida han sido solamente un juego.

Nada me ha dolido tanto como esto. Y a pesar de que me ha enterrado solamente una parte del cuchillo en la pantorrilla derecha, yo siento que me ha cortado en todo el cuerpo, en el tiempo y el espacio. Me ha partido todo el universo en dos, ha atravesado con el filo mi piel, mi carne y mi alma.

El miedo me ha roto por dentro, me ha dado una puñalada más fuerte.

No puedo apartarme lo suficientemente rápido, sé que tengo la hoja incrustada por lo menos un cuarto y lo siento mientras sigue presionando. Quiere matarme de dolor, y va a conseguirlo pronto. Sin embargo, su mano se siente temblorosa. Esta arrodillado al otro lado del confesionario, y es terriblemente irónico que alguien este intentando asesinarme en un lugar en el que uno se arrodilla para pedir perdón. No sé a quién o a qué pedir misericordia, no me atrevo a hacerlo con el hombre a través de la madera porque sé que no existe ninguna en él. Lo puedo sentir a través del cuchillo.

Sé que va a matarme, sé que voy a morir. Sé que me voy a desangrar aquí dentro, o, por el contrario, va a cansarse de intentar pasar el filo por la madera y va a entrar. Lo he visto apuñalar mi cuerpo una, dos, cien veces mientras sonríe. Lo he sentido reír mientras lo hace, lo imagino hundiendo el arma para no dejar una sola parte de mí que pueda ser salvada, lo veo cubierto en mi sangre mientras enciende un cigarrillo detrás de la estatua de mármol.

Killing EddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora