8. Y si explota, ¿y si yo exploto?

3.4K 423 318
                                    


Igor

He leído en centenares de libros la oración "no he pegado un ojo en toda la noche", y jamás creí que fuese verdadera de ningún modo. Siempre he pensado que el agotamiento es peor que el hambre. Es una enfermedad que consume el cerebro y nos convierte en criaturas tan cansadas de la vida como de sus resultados, estar agotado es, en un sentido estricto de la palabra, morirse un poco a cada minuto, pero seguir caminando. Nunca creí a las películas o a los libros aquella expresión, me decía a mí mismo que todos debían estar mintiendo, o haciendo trampa. Al menos deberían de haber dormido cinco minutos, incluso sin darse cuenta.

Estaba equivocado.

La ultima noche, no he podido siquiera cerrar los ojos. Siento que, si muevo los parpados hacia abajo por demasiado tiempo, mi cuerpo se va a fundir con el de Eddie hasta que él se convierta en un fuego constante y yo en un par de cenizas. Temo arder en este lugar, temo a la fuerza de sus brazos y de su locura, temo a su respiración en mi oído. Temo a tener su cuerpo cerca.

No he querido pensar en el extraño cambio de su actitud, mucho menos en la foto. No sé como ha llegado a sus manos una foto mía en este lugar, y por más cabos que he tratado de atar, ninguno me indica nada. Lo que más me aterra es que es posible que esa foto mía fuese de Winston, no puedo pensar en que mi hermano se ha topado con Eddie.

Él respira de manera acompasada contra mi cabello, que debe estar humedecido de sudor, no creo que tenga el mejor olor del mundo en este momento y sin embargo él duerme como un niño. Un niño, un niño con el poder para asfixiarme con una mano y arrancarme los dientes.

La luz de la luna se proyecta sobre su cara de vez en cuando, y me sobresalta el cambio tan drástico de sus facciones. Despierto es para mí un monstruo, despierto solo es capaz de hacer daño, de cortar, de destruir, de romper mi carne y mi espíritu con muy poco.

Pero dormido es solamente un hombre, nada más. Sumido en la inconsciencia, Eddie ya no lastima, si no que abraza. Sus manos han recorrido mi estomago varias veces, e incluso aunque quiero negarlo porque todo esto esta teñido en todas partes por el rojo de la sangre, su cuerpo me brinda calor. Este sótano es lúgubre y frio, cubierto de humedad por todas partes, y sin embargo me niego a admitir algo como eso.

Ojalá estuviese dormido, o muerto. Porque no quiero que llegue la mañana, no deseo tener que averiguar lo que un nuevo amanecer me depara. Antes de que la luz de la mañana se filtre un poco por la pequeña ventana, el dolor en la boca y en la pantorrilla vuelve a invadirlo todo. Siento que las encías me sangran con el solo gesto de respirar, y que la carne de la pierna se me recoge y se estira como si se tratara de un acordeón. Bajo un poco la mirada y me doy cuenta de que no estoy sangrando tanto como antes.

Sigo sin poder dormir, sigo sin querer dormir.

De repente siento a Eddie respirar diferente y me doy cuenta de que se ha despertado, e inmediatamente finjo estar dormido. Quiero saber lo que piensa, necesito escucharlo, observarlo de reojo y encontrar una manera de infiltrarme en su extraña mente para saber si existe un modo de manipularle. No me interesa que este enfermo, me da igual lo que le pase o lo que le haya pasado, lo único que quiero es correr a buscar a mi hermano y salir pitando de aquí.

Mantengo los ojos cerrados por mucho tiempo, pero lo escucho susurrar, incluso aunque no diferencio nada de lo que dice, intento atar cabos. Sigue abrazándome, pasea sus manos por mi estomago y finalmente me roza las mejillas con una delicadeza y caballerosidad abrumadora, nadie podría decir que es el mismo hombre que me ha clavado un cuchillo en la pierna. Pero yo no lo pienso olvidar jamás, y mientras tengo que aguantar que me toque, me prometo a mi mismo que voy a devolverle el favor en algún momento.

Killing EddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora