24. El peso de la verdad me rompió la espalda.

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Igor

Al principio me sentí un poco culpable por el pequeño tirón de decepción que recorrió mi cuerpo al ver que se trataba de mi hermano frente a mí y no de Eddie. ¿Dónde estaba Eddie? ¿Por qué no venía para que finalmente saliéramos de aquí juntos? ¿Por qué tenía un vacío tan grande en el pecho?

Winston se detuvo en la puerta y empezó a respirar, calmándose. ¿Por qué estaba exaltado en primer lugar? No supe si acercarme o correr. Mi hermano me había guardado secretos y había sido parte de la investigación sobre el amital de sodio, había sido parte de que enloquecieran a Eddie más de lo que naturalmente podría estar. Y, sin embargo, algo cálido me paso por el pecho al verlo vivo, solo deseaba que la sangre que llevaba en la ropa no fuera suya.

Después de un momento de pensar en todo, y a la vez en nada, corrí hacia él, cojeando, me lancé a sus brazos. Primero, Winston apretó sus manos sobre mi cuerpo y ambos comenzamos a llorar. Me tomó la cara en sus manos y mi corazón pareció mil veces más fracturado que antes. ¿Qué nos habíamos hecho?

—Igor...—susurró, mientras me tocaba con esmero la cara como si desease confirmar si yo era real, si lo que veía era su hermano o eran tan solo sus restos sacados del infierno para abrazarlo.

—¿Dónde...Donde, ¿Winston? —empecé a balbucear, las palabras no parecían provenir de mi interior porque llevaba tanto tiempo queriendo preguntarle donde había estado y porque no me había buscado y porque aparecía ahora que me quedé paralizado dentro de mí.

—Es una larga historia, pero no tenemos tiempo, Igor —dijo, limpiándose las lagrimas con el dorso de la mano. Al retirarme de su lado, yo también estaba un poco manchado de sangre.

Sacudí la cabeza, negando.

—¿Qué esta pasando? —pregunté, pero Winston no me miraba. Estaba concentrado analizando la habitación, estaba buscando a alguien.

—¿Estás solo?

—Si.

—¿Dónde esta Bramhall?

Me aparté de su lado y me permití mirarlo a los ojos. Se veía demacrado, pálido y ojeroso. Donde sea que hubiese estado, no parecía pasarla mejor que yo.

—Salió, no debe tardar, tengo que...

—No, no, tenemos que irnos —dijo ansiosamente mientras me agarraba la mano y me jalaba hacia la puerta.

—¿De qué estas hablando? —pregunté, confuso, asustado. La idea de irme de aquí sin Eddie de repente se me hizo cruda y difícil, un trago amargo.

—No podemos esperar, Igor, esto...—decía, pero de repente, el sonido fuerte de algo afuera de la iglesia me sobresaltó.

—¿Eso son disparos? —pregunté.

Winston tragó saliva, nervioso y con el rostro más pálido aún.

—Por favor Igor, tenemos que irnos...Ahora, antes de que esto se ponga peor.

Todo mi mundo daba vueltas de repente, Winston había aparecido después de que yo diera todo de mí por encontrarlo, pero ahora solo parecía querer quitarme algo, no era su culpa, claro estaba, Winston no tenía la culpa de mis decisiones, y, sin embargo, cualquier intento por separarme de Eddie parecía un ataque personal.

¿Dónde estaba, por qué no llegaba? ¿Por qué sentía en el pecho una presión tan fuerte?

Había sido feliz al ver a Winston con vida, realmente me alegraba con toda el alma pensar que seguía teniendo por lo menos un familiar, pero había algo dentro de mí, y en su exterior que me hizo sentir desconfiado.

Killing EddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora