Igor.
Creo que han pasado por lo menos 8 días desde el incidente de las regaderas. Así es como he decidido llamarle a la bochornosa situación en la que me vi. Las cosas han cambiado bastante desde entonces, estamos de regreso nuevamente en la iglesia, pero ahora Eddie me ha dado "permiso" para salir a comer con los demás. Me quedo siempre exclusivamente en el pabellón del sanatorio, y me mantengo lo más alejado posible de las celdas de máxima seguridad, o de los patios. Me he dado cuenta de muchas cosas. He visto como la gente se comporta alrededor de Eddie. Le abren paso para caminar, se sienta y deambula por donde quiere, y no he conocido una sola persona que no le tenga miedo o respeto. Los guardias, los enfermeros, los doctores.
Eso no hace más que empeorar mi situación actual. Me ha dejado claro que no puedo hacer un solo movimiento sin su autorización, y como ya he aprendido todas mis lecciones, no pienso hacer nada para cabrearlo. Veo la cara que pone cuando me acerco a pedirle "permiso" para hacer cualquier cosa. Sé que eso lo satisface, sé que le gusta pensar que estoy completamente a su merced, y de alguna manera, es probable que lo esté, pero sigo intentando adquirir ventajas. Sé que lo que sea que haya desbloqueado dentro de Eddie es la clave que necesito para permanecer vivo aquí.
De alguna manera enfermiza, él me protege. Solo necesito seguir viendo los pequeños detalles en su psicótica manera de actuar. Siempre he sido bueno en buscar alternativas, y he aprendido a utilizar a las personas en mi camino. Eddie se merece una maldita puñalada de mi parte, pero por ahora es lo único que tengo; sigo intentando descifrar si eso es una ventaja o es mi condena de muerte.
Para complacerlo, duermo con él, me despierto antes y finjo no darme cuenta de las cosas que hace cuando él es quién se levanta. Me di cuenta de que se cabrea un poco cuando yo me despierto primero que él. Sé que le gusta observarme dormido.
Ha creado una especie de rutina, y cuando eso se ve interrumpido y no se cumple, Eddie se transforma en alguien más desagradable. Así que yo me despierto, pero finjo seguir inconsciente, entonces él se levanta y hace las mismas cosas; se toma una botella de agua, le da una mirada al cajón de sus cuchillos, y luego se arrodilla a los pies de la cama para mirarme fijamente.
A veces incluso me toca la cara con las manos. He de admitir que yo también me ido acostumbrando a este tipo de actos, se siente extraño, imaginarme lo que piensa de mí mientras me acaricia, o lo que estaba pensando el día que se metió a espiarme en las regaderas del bloque médico. Aquel día parecía desesperado, como si no fuera capaz de controlarse. Y si algo he llegado a aprender de Edward Bramhall es que siempre tiene todo bajo control.
Aquel día estaba empalmado, y recuerdo perfectamente cómo se sentía tenerlo detrás de mí. Nunca creo que vaya a olvidar el tacto brusco de sus manos, porque me han marcado para siempre, no de una buena manera, como siempre que tiene que ver con Eddie.
Cada mañana después de aquello vivo con el constante temor de que un día se le ocurra reclamar de mí lo que ha dicho que quiere, creo que, en el fondo de mi corazón, le tengo más miedo a eso que a morir bajo sus manos. Podría entregarle mi vida, podría dejar que me ahorcará hasta quedarme sin aire, da igual, sería un sufrimiento momentáneo para una vida que de todas maneras no tiene mucha esperanza ya. Pero si se atreviera a pasar sus manos de la misma manera a través de mi piel, si me forzará a...no creo poder resistir aquello.
Sé que es una de las razones por las que evito hacer que se enoje, porque me aterra verlo perder el control, yo soy la única persona que saldría lastimada de sus rabietas.
Aquella mañana me he reunido en la zona de convivencia con Gordon, ha sido la única persona con la que he conseguido cruzar palabras sin que Eddie me haga ningún reproche. Cualquiera diría que esta celoso, imbécil.
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Killing Eddie
Mistero / ThrillerIgor se ha quedado encerrado en un lugar de pesadilla con un psicópata que ha jurado amarlo para siempre. Ahora, solo tiene dos certezas absolutas: Eddie no va a permitir que se vaya de su lado jamás. Él ya no sabe si quiere hacerlo. La locura...