CAPÍTULO 13.

285 50 14
                                    

Ha pasado apenas dos semanas desde que Joe salió de su operación, ha tenido buenos y días totalmente difíciles, le causa mucho dolor de vez en cuando, pero el doctor nos dijo que es normal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ha pasado apenas dos semanas desde que Joe salió de su operación, ha tenido buenos y días totalmente difíciles, le causa mucho dolor de vez en cuando, pero el doctor nos dijo que es normal. He estado con Joe todos los días de la semana, yendo a su casa a cuidarlo o simplemente a estar con él.

Apenas hoy contesté el mensaje de Ester, me sentí mala amiga por no contarle aun lo que estaba pasando con Joe, pero creo que lo entendería.

Anie_9:00 p.m.

¡Hola, Ester! También he estado muy ocupada estos días, disculpa la demora.

Anhelo verte pronto, también tengo algo muy importante que contarte. Avísame cuando vengas :)

Ester_9:03 p.m.

Muero por saber que tienes por contarme. En tres días apareceré por tu casa.

¡¡Te quiero!!

Anie_9:05 p.m.

Perfecto. También te quiero, besos :)

Ya había llegado a la casa de Joe, acababa de terminar de limpiar su habitación mientras él dormía, él aún no sabía que yo estaba aquí. Estaba cuidando que no se pusiera de lado para no lastimarse, así que le puse almohadas. Si, parecía más su mamá que su novia, pero no me importaba tomar ese papel.

Escuché que le llego una notificación a su celular, ¿debería de verlo? No claro que no.

¿O sí?

Bueno, una pequeña vista solamente, no creo que sea nada malo. Total, nadie se enteraría.

Ester_10:00 a.m.

¡Hola Joe! Pronto estaré por allá. ¿Crees que pueda visitarte para hablar contigo un poco? Te extraño.

Mmmh ... ¿debería tomar esto mal? Claro que me entran un poco de celos, pero Ester aún no sabe de nuestra relación. Traté de evitar el tema, y ​​ya me encontraba de nuevo limpiando los últimos rincones que se encontraban sucios. Y de repente me sobresalté al escuchar la voz de Joe.

—No deberías estar haciendo eso. —Menciona Joe con voz adormilada y riéndose por el salto que había dado.

—Sí, bueno. Solo quería ayudarte un poco mientras dormías ya que no tienes que hacer esfuerzos. Y si nos esperamos hasta que puedas hacer movimientos, tú cuarto ya no parecerá cuarto si no un basurero. —Reí.

—Bueno, gracias. —Dijo mientras se levantaba con mucha calma. — Anie ...

—¿Si? — dije mientras me sentaba a su lado. — ¿pasa algo?

—Quiero ir a nuestro lugar especial, extraño ir ahí.

—Joe, no puedes manejar.

—Yo no, pero tú sí. —dijo con una mirada retadora.

—Mmmh ... al acantilado tal vez, no está muy lejos.

—Va, trato hecho. —Me besó. — ¿Me ayudas a cambiarme?

—Claro.

Cuando Joe se terminó de alistar, bajamos. Subimos a su auto, y conduje hasta el acantilado. Estaba nerviosa, tenía mucho tiempo que no manejaba, pero por Joe haría cualquier cosa.

—Y bien, ¿qué quieres hacer? —Dije mientras estacionaba el auto.

—Solamente quiero acostarme y escuchar el mar. Quiero relajarme.

—Bueno. —En realidad me sentí extraña, notaba algo raro en Joe. — ¿Estás bien?

—¿Sí, por qué?

Se bajó del auto, y se acostó en el borde de acantilado, pude notar cómo su semblante se relajó y cómo se le formaba una sonrisa pequeña al escuchar el mar, era época de invierno, y en ese momento en lo alto del acantilado hacía mucho viento, por lo que las olas del mar se escuchaban más fuertes que nunca. Entendía lo feliz que le hacía el mar, y estoy segura que no entendía lo feliz que me hacía él a mí. Me gustaba realmente, no sólo lo quería, lo amaba así tal cual. Pues, aunque él se viera y se sintiera como tormenta, para mí, así tal cual, era mi atardecer y mi paz. En ese instante, Joe notó mi mirada, pero no dijo nada, se levantó con mucho cuidado y bajó aquel acantilado, sin decirme nada, no entendía que pasaba, el actuaba como si yo no estuviera ahí. ¿Quería privacidad? O aún peor, ¿se habría dado cuenta que leí aquel mensaje? De cualquier forma, no tendría por qué evitarme, así que bajé detrás de él.

—¿Quieres estar solo? — dije con el corazón en la garganta mientras pedía al cielo que contestara un simple "no".

—No. Ven, siéntate conmigo. —Me hizo señas con su mano, y me sonrió. Respiré hondo al darme cuenta que solamente yo estaba exagerando.

Me senté a su lado, lo abracé con delicadeza y estuvimos un largo tiempo escuchando las olas.

—Anie, tuve un sueño horrible. Quédate conmigo siempre, por favor. —Dijo mientras sollozaba y me asusté un poco.

—Joe, aunque existieran mil vidas, tú estarás en todas por qué me ocuparé de buscarte en cada una de ellas. Tranquilo, estaré contigo siempre, a cada lugar que vayas, y cuando no pueda estar físicamente estaré en tu corazón. —Dije besándolo en la frente y limpiándole sus pequeñas lágrimas que se asomaban por sus ojos cristalinos.

—Te amo.

—También te amo, Joe.

Hoy me estaba dando cuenta que el mar nos ponía melancólicos, románticos y sinceros. Creo que por eso era el lugar favorito de Joe, aquí nadie podía mentir, cualquier persona se mostraba tal y como era.

Desde el mensaje de Ester, presentía que algo malo pasaría, pero tampoco lo quería tomar a mal por qué a fin de cuentas era mi mejor amiga.

Joe ya se había calmado, así que decidimos regresar a su casa, me agradeció por milésima vez todo lo que hacía por él, y su mamá también me dio las gracias.

—Anie, deberías llevarte mi auto, ya es muy tarde.

—¿Estás seguro?

—Sí, no lo uso por ahorita, igual cualquier problema que se presente si lo necesito te llamo.

—Okey, muchas gracias, cariño. Mañana vengo temprano a dejarte el auto, ¿sí?

—No te preocupes, si tienes cosas que hacer, llévatelo. Te amo.

—Gracias Joe, te amo.

Salí y me fui directo a mi casa, mi mamá todos los días me esperaba, sin reclamarme nada, ya que entendía que todo lo hacía por Joe, aunque siempre notaba su cara de preocupación por lo que me podría pasar allá afuera de regreso a casa, pero cuando llegaba, respiraba, me sonreía y se acostaba en su habitación. Mamá siempre había sido así, asustadiza pero siempre con su confianza intacta en mis acciones.

• • •

"Yo había puesto encima de mi pecho,

un pequeño letrero que decía:

"Cerrado por demolición".

Y aquí me tiene usted pintando las paredes,

abriendo las ventanas,

adornando la mesa con la flor amarilla

con que paga el otoño sus encantos.

Nadie te dijo, amor, que yo existía.

El amor es silvestre,

uno lo encuentra en todas partes;

en los días sin cielo,

en las tierras sin flores,

lo mismo en la mañana que en la tarde".

—Carlos Pellicer

999 trozos.[DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora