CAPÍTULO 3.

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La mañana siguiente, de camino al instituto estaba ideando mi plan de cómo evitar a Joe, o cómo hacer para no pensar más en él, sabía que me hacía daño estarme haciendo ilusiones todo el tiempo, pero también estaba consciente de que siempre lo que...

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La mañana siguiente, de camino al instituto estaba ideando mi plan de cómo evitar a Joe, o cómo hacer para no pensar más en él, sabía que me hacía daño estarme haciendo ilusiones todo el tiempo, pero también estaba consciente de que siempre lo querría pasara lo que pasara. Mi persona perfecta para mi plan era el chico nuevo, quería tratarlo y ver qué tal se daban las cosas, igual y tendría suerte, pero estando en clase con Lauren, le conté lo que quería hacer, a lo que solo me contestó <No utilices a alguien para olvidarte de otra persona>, y mis ánimos de olvidar a Joe se fueron por los suelos, pero mi intención de hablarle a Duncan, no.

Duncan entró por la puerta, y de nuevo se robó la atención de todas las chicas, me miró de reojo y por alguna extraña razón mis mejillas ardieron en un instante.

Lauren me pegó con el codo discretamente.

—Disimula. —murmuró.

—Eso hago.

—Estas sonrojada, Anie. Pareces tomate, eso no es disimular. —rio.

—Cállate.

El tiempo pasó, la clase continuó y apenas me armaba de valor para poder hablarle, ¿qué debería decirle? ¿cómose supone que se hacían estas cosas a las que las demás chicas se les daba fácilmente? Mis piernas en ese momento no estaban conectadas con mi cerebro, y sin darme cuenta caminaba hacia la mesa de Duncan, por suerte para mi estaba solo y había un asiento disponible a su lado, pude sentir las miradas de todo el salón, e incluso la mirada de asombro de Lauren, me senté a su lado y entré en pánico, coloqué mi cuaderno y mi lápiz en la mesa y lo miré, se extrañó por completo, pero me sonrió y me dijo:

—Hola.

—Ho...hola...—. Tartamudeé, pero ya estaba ahí ya no podía retractarme—. ¿Tienes sacapuntas?

Él solo soltó una pequeña carcajada —. Claro —contestó. Volteó su cuerpo fornido y sacó un sacapuntas de su mochila, me lo tendió y lo tomé con las manos temblorosas.

—Gracias—dije. Me paré de su lado y volví a mi asiento. No sabía lo que acababa de hacer, pero lo más probable es que solo haya quedado en ridículo. Lauren solo se reía a mi lado, y yo tapaba mi cara tratando de disimular mi vergüenza. El sonido de mi celular me hizo salir de aquel momento en el que me encontraba, lo tomé y miré un mensaje de texto en la pantalla, era Joe.

Joe _ 9:45 a.m.

¿Qué harás en la tarde?

Anie_ 9:46 a.m.

Nada, ¿por qué?

Joe_ 9:47 a.m.

¿Puedo visitarte? Quiero hablar contigo.

En el momento en que leí el mensaje mi corazón latía a mil por hora, no podía con la emoción, ¿de qué querría hablar Joe?

Joe_ 9:49 a.m.

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