2. Bradford. Inglaterra.

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–Saldremos al clarear la mañana, el trayecto es muy largo y cuanto antes empiece contigo mejor. –Respondió lady Marion rozando con los dedos el cabello de la castaña.

***

La joven no hizo esfuerzo alguno por conciliar el sueño, prefería imaginar cada detalle de aquel lugar, incluyendo el gran numero de caballeros que "procurarían cortejarla". Sentía que acababa de dar el primer paso a alcanzar aquella vida de ensueño; sus hermanas podían llevarle ventaja en cuanto a belleza se refiere, pero sí de ambiciones se trataba, ella era exactamente igual que su tía Marion y estaba dispuesta a dar todo por demostrarlo.

A primera hora ya estaba lista como había dispuesto la condesa, y esperando, con una pequeña valija de manos donde llevaba solo lo imprescindible, de todas formas, no tenía mucho de donde escoger, y "a lugares tan prestigiosos como Bradford no se pueden llevar tales harapos", pensó la novicia en el momento de hacer su equipaje.

Su tía, que se había hospedado en una pequeña posada, acababa de llegar justo en el instante en que Adeline se despedía de su padre y sus hermanas mayores, porque las menores aun dormían. Anabelle le dio un tibio beso en la frente y le hizo prometer que escribiría regularmente.

-Ya no se preocupe más señor Ferrer, la cuidaremos bien. –Le aseguró la condesa a su cuñado, que estaba de pie frente al carruaje como si aún se opusiera.

La jovencita observo por última vez el pequeño pueblo costero que había sido su hogar de toda la vida, pero no sintió nostalgia alguna, más bien su impaciente deseo por llegar a la ciudad solapaba cualquier sentimiento de melancolía.

Fue un viaje bastante extenso y a pesar de su hazaña la noche anterior, estaba dispuesta a luchar contra su propio cansancio, con tal de no perderse ningún detalle de la prominente Bradford, y tal insistencia valió la pena, la ciudad era aún más hermosa de lo que imaginaba, adornada de grandes plazas, exuberantes mansiones y coronada por una inmensa torre de reloj.

¡Sin duda, Bradford era todo un sueño!

El cochero se detuvo en una mansión a unas cuantas cuadras, y a su paso el joven mayordomo, que era nuevo en el oficio se dispuso a recibirlas con mucha cordialidad, pero sin disimular su asombro por la señorita, que en lugar de parecer una "lady" como lo había hecho saber la condesa, más bien aparentaba ser otra más de las criadas.

La casa era mucho más hermosa por dentro de lo que aparentaba por fuera, verdaderamente digna de la aristocracia, con gigantes columnas blancas de mármol y un gran candelero que adornaba la primera sala de estar, la chica no tuvo tiempo de husmear más a fondo, porque el mayordomo acababa de entrar al lugar, tan aturdido que casi corría.

-Mil disculpas mi lady. –Se excusó el inexperto.

-¿Que puede ser tan grabe para que entres con tal desatino? –le reprochó la condesa.

-Tengo un recado para usted del mismísimo conde, que evidente mi torpeza, he dejado pasar por alto. –Declaró el sirviente avergonzado. -Mi lord recibió una carta del joven marques diciendo que adelantaría su visita, y dejo encomendada a mi señora de acogerle, puesto que al conde se le presento una salida de aparente urgencia.

-¿Mi esposo? –Cuestiono dudosa. -¿dijo a dónde partiría?

-No dio razón de esto.

- ¿Y cuándo está dispuesto llegar el marqués?

-Para esta misma tarde.

-¡Cielo santo! –exclamó la mujer alterada. -no puede encontrarnos en tales condiciones, ni siquiera tienes algo decente para usar. –Dijo refiriéndose a Adeline que se encontraba a su frente mirándola toda perpleja; era la primera vez que veía a su tía alterarse por algo, debía ser de suma importancia aquel caballero para provocar que la condesa casi perdiera los estribos. Ella no se daría el lujo de que el marqués se llevara una mala impresión de su propia sobrina, por tal razón ordeno al servicio que la llevase a su habitación y pidió a la joven que se quedara allí hasta haber terminado la visita.

"Propio de la tía Marion" reconocía el gran talento que poseía para aparentar control sobre todo y sabía que sin importar las circunstancias la condesa no estaría dispuesta a perder su orgullo.

Aunque no parecía afectarle en lo absoluto, más bien se dispuso a disfrutar de un rico baño caliente y del hermoso domiciliario que le otorgaron, "¿qué más podía pedir?, en su vida jamás tuvo la oportunidad de tales placeres" pensó la chica tendiéndose en la enorme cama, en cambio debía compartir una pequeña recamara con sus hermanas menores, qué dada las diferencias de gustos, vivían en constante disputa.

Pero una voz interrumpió sus pensamientos...

-Bienvenido lord William Lowell. –Escuchó decir al mayordomo. -lady Marion saldrá en unos momentos para recibirle en el jardín, mientras tanto puede esperar donde más le apetezca.

Adeline no aguanto la curiosidad, deseaba ver a cuenta propia el distinguido caballero que había provocado casi un colapso nervioso a la condesa, se escabulló cuidadosamente mientras asomaba el rostro por la escalera...

Sin duda era bastante ilustre, un joven elegante, de estatura alta, piel clara y cabellera abundante tan negra como las plumas de un cuervo, ciertamente un noble.

Pero su interés supero por mucho la petición de su tía,  jamás había tenido la oportunidad de estar ante un hombre de dicha prominencia y sin pensarlo dos veces se dispuso acercase un poco más en contra de lo ya ordenado.

El marqués, que se había detenido a observar las nuevas obras de arte en la sala de estar, se dio la vuelta y justo al frente se encontraba la jovencita observándolo a él.

-Disculpe señorita, no me había percatado de su presencia. –Expresó el caballero tratando de disimular su exaltación, la verdad, se acababa de pegar un gran susto.

-Descuide usted mi lord. –Dijo la damita acercándose a saludarle.

Lo le qué extraño aún más, porque en lugar de ser él, fue ella quien tomo su mano y le dio un beso en los nudillos. "¡pero qué barbaridad! de donde abra salido esa mujercita, tan desaliñada y falta de gracia", pensó el marqués limpiando su mano con un pañuelo, mientras se dirigía a su encuentro con la condesa. "seguro es una nueva criada", argumento en sus pensamientos.

-Buenas tardes mi lord. –Dijo la dama que ya le esperaba en el jardín.

-Gracias por recibirme mi lady, respondió el joven saludándole con cortesía.

-Mi amado esposo no podrá acompañarnos, se le presentaron asuntos de carácter urgente; pero dígame usted, ¿a que debemos el honor de su visita?

-Algunos asuntos pendientes con mi amigo el conde, pero como ya conoce mi querida condesa, en esta ciudad las noticias vuelan y dándome a conocer  el propósito de mi lady de traer a su joven sobrina a Bradford, me he dispuesto ser el primero en darle la acogida, aún me costara posterga algunos planes para adelantar mi visita. –Manifestó el distinguido.

-Muy atento de su parte mi lord, aúnque lamento informarle, que no tendrá la oportunidad de conocer a lady Adeline en los siguientes días, puesto que esta algo indispuesta por el largo viaje y necesita ponerse al día con uno que otro asunto de damas, aunque le aseguro, qué al momento de hacer su debut en sociedad, será usted el primero en tener el honor de ser presentado.

-Sería muy considerado de su parte mi lady. –Agradeció lord William. -ansió el momento de conocer a la hermosa damisela, de seguro es tan agraciada como su querida tía. –Elogió el caballero.

Lo que lord William jamás imaginó era que acababa de tener aquel encuentro con la mismísima sobrina de la condesa, y que tal doncella resultaba ser totalmente opuesto a lo que él, y seguramente todos esperaban conocer.

Nota de la autora: me hace mucha ilusión que se hayan enganchado a la historia, espero que la sigan disfrutando y que de alguna manera conmueva sus corazones y les saque una sonrisa,  porque yo les he dejado parte del mio.

PD: cuéntenme que les parece hasta ahora. los leo.

Ensueño. Una comedia entre prosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora