-¡¿pero acaso haz perdido la razón?! Exclamó el cochero ante la propuesta descabellada de su amigo.
-debemos hacerlo George, se trata de lady Adeline, ella debe saberlo. Respondió serenamente tratando de convencerle.
-aun así me niego, no me arriesgare a perder mi trabajo por inmiscuirme en asuntos que no son de mi interés y tu deberías hacer lo mismo. Contestó renuente mientras se detenían en el taller de Madame Juliette.
Francis trato de disimular lo más que pudo al momento de reencontrase con las damas, pero Adeline llevaba un rostro de felicidad totalmente contrario al de él, parecía tan distraída que ni siquiera se percató de lo nervioso que estaba y mucho menos la condesa, su parloteo incesante en esta ocasión le fue ciertamente conveniente.
-¿a qué se refería Madame Juliette? Cuestionó la jovencita cuando al fin se encontraron a solas.
-ya llegará la oportunidad para hablar sobre ello, ahora concéntrate en descansar, tener ojeras el día de tu boda no sería pertinente en lo absoluto. Le ordeno la condesa.
En eso tenía razón, debía descansar "¿pero cómo hacerlo con tantos pensamientos invadiendo su cabeza?" no había dejado de estar nerviosa desde aquella propuesta y menos ahora faltando tan solo un día y medio para convertirse en la nueva marquesa ¡simplemente no lo podía creer! esa vida de ensueño que deseaba tener junto a su amado Will, estaba justo frente a ella, esperando que pasase el umbral para llenarle de "gratas sorpresas".
***
Se levantó más temprano que los días anteriores, esta vez sin necesidad de una mucama, y sin refunfuñar en lo absoluto, estaba emocionada por concluir con los últimos detalles para la ceremonia nupcial, se encontró con una carta en sima del tocador y sonrió al pensar que podía tratarse de su prometido, pero luego se percató que el remitente era de la casa de su padre en Jaywick.
Mi preciada Dela desearía estar junto a ti en este momento tan importante de tu vida, pero lamento decirte con el dolor de mi alma que no podre acompañarles, "aparentemente estoy enfermo" y el doctor Joseph Addison me ha ordenado total reposo, pero no te preocupes por mí, seguro es un simple resfriado, y tus hermanas Ana y Eliza me están cuidando muy bien, mañana Alice y Helen partirán a Bradford antes de salir el sol, ya sabes cómo son esas chiquillas, jamás se perderían una oportunidad como esta, no les deje meterse en problemas y por favor mi querida niña, disfruta con total plenitud sin olvidar quien eres y de dónde vienes.
Te ama tu padre. El señor Ferrer.
Las letras eran de Ana, pero las palabras de su amado padre, dos leves lágrimas corrieron por sus mejillas al momento de explicarle a su tía lo que estaba ocurriendo.
-tranquilízate querida, el señor Ferrer es un hombre muy férreo, nunca le he visto doblegarse por nada. Dijo tratando de consolarle. –además tal vez es mejor así, no queremos ver a ciertas personas hacer el ridículo en pleno casamiento. Agregó con una risa sarcástica.
- ¿cómo puede decir eso en estos momentos? preguntó un tanto molesta.
-solo estoy bromeado querida, a ver, seca tus lagrimas que Madame Juliette espera en el cuarto de huéspedes para hacer los últimos ajustes.
Lo primero que vieron sus ojos al entrar allí, fue un hermoso traje de novia extendido en un sofá, era enorme, bastante pomposo, blanco por supuesto, como el que uso la mismísima reina victoria el día de su casamiento, con pequeñas perlas incrustadas en el corpiño y elegantes mangas hasta los puños.
<<Más ajustado>> ordenaba la condesa a la criada que apretaba el corsé de la pobre chica para la prueba, <<aún más, debe verse impecable>> seguía insistiendo <<ya no puedo respi.... >> Un gran eructo salió de su boca cuando intentaba terminar la oración; todos en la recamara se quedaron plasmados incluyendo Madame Juliette que le miraba con unos ojos de espanto, La jovencita huyó de allí en cuanto pudo con la excusa de responder la carta a su padre.
¡Espera! Exclamó al mayordomo quien iba de salida.
-¿dónde estabas? Te he buscado por todas partes. Cuestionó sosteniendo la misiva en sus manos.
Francis trato de evitarle todo el día porque temía que al verle de frente no encontraría más opción que contarle la verdad de lo que había descubierto. Y así fue, de su boca solo salieron las siguientes palabras:
-hay algo que debo confesarle mi lady. Dijo con evidente angustia.
- ¿qué te pasa? ¿también estas enfermo?, ¡Oh no! Te perderás la boda, Nicholas tampoco respondió mi invitación. Decía sin dejarle contestar. -no sé qué ocurre, hoy en definitiva no ha sido un día bueno y se suponía que lo fuese ya que...
-¡no!, no es eso. Le interrumpió tomándole intuitivamente por el brazo para que se calmara. Pero en realidad quien se encontraba aún más agitado era él.
- ¿entonces qué? Ya me estas preocupando. Insistió la dama.
El joven suspiro tratando de aquietar sus nervios y cuando estuvo a punto de abrir la boca, escuchó una voz resonar detrás de él...
- "¿porque estas tocando a mi prometida?" exclamó lord William mientras cruzaba el enorme pórtico que se encontraba entreabierto.
-mil disculpas mi lord, yo... yo no... tartamudeó soltando a la joven de forma inmediata.
- ¿le parece si entramos mi lady? Preguntó a la dama ignorando totalmente lo que decía el sirviente.
-por supuesto. Respondió con una enorme sonrisa, mostrando el menor interés por lo que anteriormente le comentaba su amigo.
-por favor, adelántese, hay algo que necesito resolver primero.
Cuando la doncella se había apartado lo suficiente, el caballero colocó agresivamente su mano en el hombro del mayordomo.
-lo lamento señor, no quise... en ningún momento...
-silencio, solo hablaras cuando te lo permita. Le ordenó. - ¿acaso piensas que no me enteraría de que me perseguiste hasta el cementerio? Tengo mis propios medios, y será mejor que no te inmiscuyas en mis asuntos, para que no lo pagues caro.
-con todo respeto mi lord, lady Adeline es mi amiga y no se merece lo que le está haciendo. Dijo firme tratando de ocultar su temor.
- ¿qué es tu amiga? Cuestionó con una risa burlona, no seas iluso, sabes bien que no te creerá más que a mí, soy su prometido y tú... apenas un sirviente. Agregó con bastante hostilidad.
No podía negar que era cierto, ni siquiera poseía pruebas que atribuyeran razón a sus palabras, lo mejor que podía hacer, era cerrar su boca y olvidarlo todo.
-descuide usted mi lord, mis labios estarán más sellados que una tumba.
Nota de la autora: uff! ¿que será lo que habrá descubierto Francis que el marques quiere ocultarlo a toda costa? ¿podrá el mayordomo guardar el secreto como ha prometido y continuar los planes de la boda?...
PD: no se ustedes pero muero por saber que pasará, ¿que opinan? los leo.👀❤
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Ensueño. Una comedia entre prosa.
Roman pour AdolescentsAdeline es una joven pueblerina llena de ambiciones que lucha por encajar en la alta sociedad. William es el distinguido Márquez de Bradford en busca de su nueva marquesa. Ella se cruzará en su camino, arrastrando con sigo un sinfín de escandalosas...