Habían pasado diecisiete días, ocho horas y 23 minutos desde que se convirtió en la nueva marquesa de Bradford, pero su vida no dio ningún cambio significativo y aunque le pertenecía el título, no estaba cumpliendo con su rol.
Su suegra, lady Elizabeth Lowell, no le permitía siquiera asistir a las fiestas y reuniones sociales, con la excusa de que debía primero aprender los deberes esenciales de una dama en la nobleza, pero Adeline reconocía en su interior qué dada su reputación en todo Bradford de atraer el mal augurio, a la mujer le apenaba aparecer junto a ella en plena sociedad.
La pobre chica esperaba con ansias el regreso de su marido, para darle un giro total a su desfavorable situación.
Para su suerte el marques estuvo de vuelta a tan solo 20 días de su viaje, y no llevaba consigo noticias muy gratas, supuestamente nada había salido según lo propuesto y en lugar de recibir retribución, termino perdiendo más de lo invertido. Su mujer intento confortarle ante la inminente decepción, pero el caballero siquiera se dignó en hablar con ella y menos en recibir su consuelo, prefería cobijarse en el seno de su adorada madre.
Al menos ya estaba asistiendo a los encuentros sociales, donde cabe mencionar su marido le trataba con especial atención, pero en cuando regresaban a la mansión, volvía a mostrar la misma frialdad y distancia acostumbrada.
***
-no entiendo que estoy haciendo mal, apenas me dirige la palabra y mucho menos me toca. –Dijo la joven a su tía, al confesarle la realidad que estaba viviendo.
-dale tiempo querida, sabes bien lo abrumado que se encuentra por la perdida en sus planes de negocio. –Le sugirió la dama con serenidad.
-es lo único que escucho de él, pero siento que algo más está ocurriendo... ¿y...si ya no me ama? –cuestionó con evidente angustia.
-no pienses así querida, si yo misma he sido testigo del gran amor que te ha profesado, además no puedes darte por vencida, apenas estas en la flor de tu matrimonio debes hacer lo necesario para que se fije en ti...
La joven se quedó mirándole con suficiente expectación.
-tienes que seducirlo. –concluyó la condesa.
Adeline escuchó atentamente las instrucciones de su experta consejera para conseguir su cometido.
Faltaba un tercio para las doce de la media noche, se encontraba preparada, había lavado y perfumado su piel con hierbas aromáticas y la loción más exquisita, asomo la cabeza, ya todo el personal estaba retirado, salió de puntillas; tan solo ornamentada por un hermoso collar de esmeralda y una manta de seda azul, se escurrió por los pasillos como una intrusa hasta llegar a la recamara de su amado... Toco la puerta, una, dos veces, el no respondió, pero ella seguía insistiendo, cuando al fin se dignó en abrirle, la doncella dejo caer la manta, exhibiendo su cuerpo como un lienzo desnudo...
***
-creo que me está siendo infiel. –expresó a su tía entre sollozos en cuanto llego a la mansión de los Shepard a la mañana siguiente.
- ¿de qué hablas? –cuestionó incrédula la condesa mientras le conducía tomar asiento.
-hice todo lo sugerido por usted, y aun así me rechazó rotundamente, dijo que estaba demasiado cansado para esos juegos, ni siquiera me dejo pasar, pero pude observar por la ranilla de la puerta que había dos copas de vino en su velador, una llena y la otra a un cuarto; mi instinto me dice que estaba con alguien más.
-no te apresures a sacar conclusiones querida, pudo estar utilizando ambas, ¿no lo pensaste?
-no lo sé, ¿cree que sea una posibilidad?
-así es. –Respondió con suficiente convicción mientras le ofrecía un pañuelo para secar sus lágrimas.
La joven salía de la residencia un poco más calmada que antes, cuando escuchó una voz susurrar su nombre entre los arbustos...
Era su mayordomo.
-que ocurre Francis, porque me llamas hasta aquí. –Cuestionó la dama.
-por favor baje la voz mi lady. –Sugirió el empleado.
-explícate ya, solo me estas confundiendo.
-no pude evitar escuchar su conversación con la condesa, y hay algo que debo confesarle.
-¿si? –Cuestionó con el ceño fruncido.
-descubrí el gran secreto de lord William.
- ¿a qué te refieres?
-sé que no es de mi incumbencia, que no debería inmiscuirme, pero...
-ya dilo de una buena vez. –Le exigió alterada la dama.
-le he visto... con otra mujer. –Confesó el joven sin más rodeos.
Nota de la autora: ufff! Francis por fin se atrevió a confesarle a su amiga lo que vieron esos ojitos intrusos...👀 ¿que ocurrira ahora? ¿sera Adeline capaz de enfrentarse a la realidad ? ... esto se pone cañónnnn 💣💣 ¿que opinan ustedes? los leo.❤
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Ensueño. Una comedia entre prosa.
Novela JuvenilAdeline es una joven pueblerina llena de ambiciones que lucha por encajar en la alta sociedad. William es el distinguido Márquez de Bradford en busca de su nueva marquesa. Ella se cruzará en su camino, arrastrando con sigo un sinfín de escandalosas...