17. La Dama en el Retrato.

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- ¡cielo santo! -Exclamó la mujer sosteniendo su frente.

-por favor, baje la voz mi lady, nadie debe enterarse que lo supo de mí. -Le suplico el sirviente.

- pero ¿cómo? ¿Cuándo?, seguro estaba con una amante. -Respondió desconcertada.

-no, era alguien más...

Su amigo, el cochero, lo llamaba a voces con supuestas órdenes del conde, el joven asedio de inmediato pidiéndole a la dama que aguardara allí para darle más detalle de la penosa situación, pero ella espero mucho tiempo sin ver siquiera rastros del sirviente y decidió regresar al otro día, ya que empezaba a oscurecer.

Por el resto de la noche los pensamientos no pararon de jugar con su atribulada mente, jamás creyó que su amado Will, aquel distinguido caballero que le había jurado amor eterno, sería capaz de tales traiciones. Necesitaba pruebas más certeras.

Se levantó de mañana para regresar a la mansión de los Shepard en busca de su querido amigo, con la intención de descubrir a quien se refería, pero en lugar de encontrarle allí, solo recibió la noticia de que había abandonado su puesto esa misma noche sin razón aparente.

-Escuche que regreso a los suburbios con su familia. -Le respondió el sirviente que cubría la bacante.

Adeline se dirigió hasta el lugar sin pensarlo dos veces, era una comunidad habitada por las personas de menor posición social, no muy espaciosa, falta de lujo y fastuosidad.

La dama se acercó a un señor que cortaba madera para vender en los pueblos, quien dejo amablemente su labor para guiarle hasta la pequeña morada, observó que la puerta estaba entre abierta, se asomó, pero no halló a nadie allí, se encontraba totalmente vacía.

-Partieron al rayar el alba -exclamó una anciana pequeña de ojos grandes, que veía la situación desde afuera.

-¿Sabe usted por qué? -cuestionó la joven a su vez, pero la dama solo negó con la cabeza.

No entendía lo que estaba pasando, ¿porque Francis se había marchado de esa manera?, ¿tenía que ver con lo que ocultaba su marido?, No había forma de que lo fuese. Razonaba en el trayecto de camino a la mansión.

La realidad era que sí, todo giraba en torno a eso, tal como se lo había advertido, el marques tenía sus propios medios y esta vez fue el de pagar una considerable cantidad de libras al cochero de los Shepard, para que vigilara muy de cerca a Francis y evitar así que abriese la boca, George no dudo ni un instante en cumplir con su encomienda, sin importar de paso traicionar a su propio amigo.

La joven no le quedaba más alternativa que llegar con sus propios medios al fondo del aparente misterio y estaba muy decidida a lograrlo.

Pasaron varios días mientras trataba de cubrir cada rastro de su esposo, le seguía a escondidas cuando salía a sus reuniones y se paseaba por sus aposentos a altas horas de la noche, pero no obtuvo respuesta alguna; como si el marques lo sospechase, solo salía a cumplir con sus compromisos y de paseo con su amada madre.

Una tarde que su marido no se encontraba en la mansión, a la dama se le ocurrió revisar entre sus cosas con la intención de hallar algún indicio, discretamente, empezó a hurgar en cada uno de los cajones de su tocador y entre todos los libros de su estantería, mientras su corazón latía aceleradamente al compás de sus movimientos, pero no encontró nada allí.

Ya empezaba a darse por vencida, "seguramente todo había sido un mal entendido" pensó sentándose exhausta a la orilla de la cama, al instante sintió algo rosar entre sus pies colgantes, se encorvo y pudo divisar un maletín de cuero oculto, lo saco rápidamente tal vez allí se encontraba la respuestas a todas sus dudas, abrió la valija sin perder un momento, lo primero que vieron sus ojitos ansiosos fue un retrato pintado de una hermosa mujer que tenía escrito a su revés: "Te amare por siempre mi adorado William".

Todo lo que había temido comenzaba a figurarse ante sus ojos, espesas lágrimas cayeron por sus frías mejillas, aquella dama parecía ser mucho más que una amante...

- ¿qué estás haciendo? -Cuestionó el marqués, entrando a la recamara.

La chica se puso de pie secando su rostro.

- ¿quién es esa mujer? -Preguntó mientras le mostraba la pintura.

-Adeline no debiste entrar aquí sin mi autori...

- ¿acaso es su amante, querido esposo? Le interrumpió renuente.

-no. Respondió fríamente.

- ¿entonces quién? Insistió.

-ella es...

...Mi madre.



Nota de la autora: Adeline acaba de abrir la caja de pandora, y junto a ella tremenda confesión... ¿que ocurrirá ahora?

comenten. los leo❤👀

Ensueño. Una comedia entre prosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora