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Corea del Sur; Daegu: año 2020

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Corea del Sur; Daegu: año 2020.

Acostado en el suelo rodeado de un verde pasto mientras la suave y refrescante brisa movía sus cabellos oscuros. Deseoso de un mundo diferente para él, un mundo en el que no tuviera que mentir. Jimin suspiraba y miraba las líneas de la obra que le habían mandado a estudiar.

Ser o no ser. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u poner los brazos a éste torrente de calamidades, y darles fin con atrevida resistencia?

Pensó en la respuesta de aquella pregunta. Se asemejaba bastante a su vida.

¿Debería él arriesgarse y volver a casa o seguir escondido de aquellos que no lo aceptaban?

Mordió su labio y buscó el nombre del autor.

— William Shakespeare... — se levantó y tomó su mochila cuando escuchó el sonido de la campana la cuál anunciaba el regreso a clases — Supongo que tendré un cero en la clase de hoy...

Avanzando por entre sus compañeros siendo notado por la multitud llegó hasta su salón y se sentó en su mesa cerca de la ventana. Jimin era un chico callado, pocas veces se le veía por los pasillos o alrededores. Solo sabías que lo ibas a encontrar en el salón de clases justo allí, junto a la ventana.

La profesora de Literatura se hizo presente frente a sus alumnos. El castaño sacó sus cuadernos y prestó atención.

— Buenos días — saludó y recibió respuesta de todos a la misma vez — ¿Leyeron la obra?

Preguntó y la clase entera quedó en silencio. Sus compañeros nunca hacían la tarea.

— Yo...

Bueno, ella sí.

Kim DaeMi, la chica con las mejores notas de todo el salón y a decir verdad de toda la escuela. La pelicorta de cabellos oscuros y ojos canelas que se sentaba en lo primero de la fila junto al Presidente de la clase.

Jimin sonrió al verla de pie lista para leer la parte que más le había gustado y que deseaba debatir. Muchos pensarían que lo hacía para resaltar, pero él sabía que no era así. A ella solo le gustaba leer y recitar en voz alta las palabras que le llegaban al corazón.

— ¿Quién podría aguantar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe una cosa más allá de la muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que buscar unos que no tenemos seguro conocimiento?

Su dulce voz era una hermosa melodía para él, el latir constante de su corazón. El aroma de su piel que llegaba hasta él drogándolo por completo. Todo de ella le gustaba más no tenía el valor de confesarlo.

Sintió su corazón acelerarse y su respiración se tornó un poco más continúa. Cerró sus ojos en busca de calma y concentración, suspiró cuando lo logró y observó que la chica ya estaba sentada.

Verdaderamente ella lo desestabilizaba con tan solo verla.

(...)

Las noches en Daegu eran particularmente aburridas para los jóvenes que habitaban aquel lugar, muchos deseaban vivir en la ciudad. Todos soñaban con irse de allí. DaeMi solo soñaba con Jeon JungKook, ese chico alto y de buena complexidad. JungKook era el príncipe con el cuál toda chica soñaba.

— ¿DaeMi? — su abuelo abrió la puerta de la habitación y la observó mirando la gran luna llena — Oh, la luna está hermosa esta noche. Lástima que para algunos verla sea muy doloroso.

— ¿Doloroso? — la pelinegra observó a su abuelo con el ceño fruncido.  — ¿De qué hablas?

— De almas malditas, cuerpos obligados a tomar forma de animal durante la luna llena en paga de sus pecados...

DaeMi sonrió, le encantaba que su abuelo le contara historias antiguas y interesantes. Llegó hasta su cama y se acostó esperando a que el anciano se sentara a continuar.

— Según la leyenda, el primer hombre lobo reconocido fue un Rey que había cometido grandes pecados y los dioses para castigarlo, le pusieron una maldición. Cada luna llena su cuerpo cambiaría de forma y se convertiría en un lobo, condenado a sufrir durante la transformación y a olvidar quién era en realidad.

— Los hombres lobo no existen — dijo ella.

El anciano sonrió y se levantó, le dio un beso en la frente y se marchó. La joven se quedó pensando en lo que había escuchado y rió convencida de que tales criaturas no existían mientras que sin saber unos ojos azules brillantes la observaban desde afuera en la oscuridad de la noche.

 La joven se quedó pensando en lo que había escuchado y rió convencida de que tales criaturas no existían mientras que sin saber unos ojos azules brillantes la observaban desde afuera en la oscuridad de la noche

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HEARTBEAT; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora