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Jimin sonrió al verla tomar la flor y decidió entrar luego de unos minutos al salón

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Jimin sonrió al verla tomar la flor y decidió entrar luego de unos minutos al salón. Le sonrió a DaeMi y ésta le devolvió la sonrisa cosa que hizo estallar al corazón de Jimin, lo que una simple sonrisa podía causar en él.

Llegó hasta su lugar y vio a TaeHyung sentado en su mesa. Frunció el ceño y se sentó sin decir nada. El castaño solo podía estar ahí para molestar y sencillamente Jimin no le iba a dar el gusto.

Sacó sus cosas de su mochila y se dispuso a mirar hacía el frente, concentró todos sus sentidos en el chico sentado a su lado. Los latidos de Tae estaban levemente alterados y su olor denotaba ansiedad, quería decirle algo y al parecer no sabía cómo.

Sintió cómo comenzaba a mover su mano hacía él y enseguida lo detuvo aguantandola.

— ¿Que haces? — apretó la mano del otro sin darse cuenta de cuanta fuerza estaba usando y TaeHyung sintió como si el pelinegro fuera capaz de romper sus huesos.

— Duele... — susurró y Jimin al percatarse lo soltó de inmediato.

El castaño observó su mano y la zarandeó para alejar el dolor.

Bufó cuando volvió a mirarlo — No sé que es lo que te crees, eres un idiota.

Dijo y se levantó cuando vio a su profesora entrar, volvió a mirar al pelinegro que lo observaba con el ceño fruncido.

— Solo quería hablar contigo, pero veo que eso es imposible. Acercarse a alguien que solo quiere estar sólo es inútil — suspiro y antes de tomar asiento en su lugar volvió a hablar — No sé cuáles sean tus razones de apartar y alejar a todos, pero un día te darás cuenta de que la soledad es fría y triste.

Se sentó y Jimin lo observó mientras apretaba sus puños y lágrimas de dolor se acumulaban en sus ojos. Lo que no sabía TaeHyung era que Jimin sabía desde hace mucho tiempo cuán dolorosa y fría era la soledad, lo que ese chico no sabía era el por qué se mantenía solo y apartado, escondido como si fuera un criminal. Porque el tan solo haber nacido había sido su propio castigo. Se levantó y salió de la clase sin decir nada dejando a todos con la boca abierta porque nunca había hecho algo como aquello antes y al observarlo, Tae se dio cuenta de que sus palabras habían funcionado.

El pelinegro salió de la escuela y se adentró a lo más profundo del bosque en su forma animal.

¿Es que no lo entendían? Él no se estaba alejando porque le gustara estar solo, él solo quería mantenerse a salvo y que todo lo que había ocurrido en el pasado. Todos los que sufrieron para protegerlo, que nada de eso fuera en vano.

Porque jamás se perdonaría morir sin haber vengado toda la sangre que corrió por su culpa. Sangre que manchaba su alma y quemaba su corazón, no iba a morir sin pararse frente a aquella persona y mostrarle cuán fuerte era y decirle todo lo que quería decir.

Porque Jimin estaba preparado para revelar quién era en realidad, y nadie podría detenerlo.

(...)

Varios toques en su puerta y el dulce y suave aroma de DaeMi despertaron al pelinegro que yacía recostado sobre el mueble de la sala.

Suspiró y antes de abrir la puerta se dijo así mismo que guardara la calma.

— Hola... — dijo la chica al verlo abrir y sonrió nuevamente — ¿Te he molestado? Oh, perdón. Parece que descansabas...

— No te preocupes — negó él y se hizo a un lado para dejarla pasar. — Solo estaba recostado. Ven...

Caminó hacía el patio donde había un hermoso jardín, Jimin tenía varias flores de distintos tipos allí. Cualquiera que viera el lugar diría que el pelinegro era un gran amante de las plantas pero no era así. Todas pertenecían a la anciana que vivía frente a él, que al no tener un patio como el de él quiso plantar y darle vida a la casa de aquel muchacho que ante sus ojos se veía tan frágil y sólo.

— Vaya... — DaeMi observó todo con detenimiento — Desde mi cuarto solo se ve la mitad del jardín. No sabía que tenías tantas flores aquí.

— La verdad no son mías... — rascó su nunca — Son de la Señora Ma, viene todas las mañanas a regarlas.

— Oh... — asintió — Ya comprendo, era imposible que alguien como tú tuviera un jardín así.

El pelinegro la observó, ¿alguien como él? ¿Acaso sabía ella que tipo de persona era?

— ¿Alguien como yo? — cuestionó. Quería saber qué era lo que en verdad creía ella de él. Si pensaba cómo los demás... o tal vez era diferente.

— Alguien frío y solitario...

Mordió su labio cuando sintió que se quebraba totalmente. Incluso la persona que amaba pensaba lo mismo que todos... quizás porque intentando aparentar serlo para evitar ser quién en realidad era. Se había convertido en alguien así.

— Jimin... — sus ojos se dirigieron a los de ella los cuales lo miraban fijamente — ¿De verdad eres así?... No sé por qué, pero tus ojos se ven demasiado cálidos para un alma tan fría...

 No sé por qué, pero tus ojos se ven demasiado cálidos para un alma tan fría

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HEARTBEAT; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora