당신은 내 빛입니다 [Finalizada]

Especial

¿Cómo ha sido la vida de Namjoon?

Kim Namjoon, fue engendrado por una chica Omega quién no amaba a aquel alfa, y sólo lo hacían por posición social, ni siquiera sentía atracción por el padre, pero no tuvo opción.

Jamás la dejaron decidir.

Namjoon, apenas era un bebé, así que no entendía muchas cosas sobre su alrededor, no sabía que su padre llegaba más tarde todas las noches, o que su madre a veces bebía demás.

No, él casi no estaba en ese panorama, ya que la única persona quién le cuidaba en esa casa, era su abuelo, un beta. 

Jugaba con él, le mimaba, lo vestía, bañaba, cambiaba, él parecía más su padre que los propios.

Al menos en los primeros tres años de su vida, sintió felicidad.

Cuando cumplió cuatro años, ya comenzaba a darse cuenta de que las cosas en casa, no eran normales, veía a sus padres discutiendo casi siempre, alguna ocasión, vio como su mami era forzada a algo que no quería, y cuando trato de defenderla, sólo recibió unos golpes de su padre, aún no era consciente de aquellos aromas de terror y violencia.

—¿¡Que demonios haces!? ¡Es un niño!— su mamá, trataba de defenderlo algunas ocasiones, terminaba siendo en vano.

Iba llorando hacia su abuelo, abrazándolo, pidiéndole que no lo dejará con ellos.

Incluso este mismo se enfrentaba a su padre, haciéndole promesas que jamás cumpliría.

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No era extraño que ya no conviviera con sus padres, para él, ellos no eran su familia.

A sus 13 años de edad, sabría cuál sería su destino, él ser alfa, beta u omega.

—¿Ya tienes los resultados?— preguntó su abuelo, Namjoon asintió con una leve sonrisa —¿Qué tal te fue?—

—Aún no lo he abierto— mencionó con cierta vergüenza —Quiero que veas los resultados conmigo—

—Pues ábrelos, ¿Que esperas, una invitación?— Namjoon se rió, su abuelo siempre era así.

Abrieron el sobre, viendo aquellos resultados, casi se le para el corazón.

Él era un Omega.

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—Creí que no podías decepcionarme más— dijo su madre viendo al chico de 13 años, ¿Porqué le decía eso? Ella también era un Omega —Tenía esperanzas de que fueras un alfa, podría aceptar a un beta, pero un Omega? Por supuesto que no—

Sintió sus ojos aguarse, bajo la mirada, ni su madre le aceptaba ya.

Su padre llegó, arrebantadole los resultados de su mano, mirando a su hijo con disgusto —Tsk, así que un maldito Omega, ¿Le abrirás las malditas piernas a cualquier alfa que se te cruce?—

Eso fue su maldito límite.

—¿Abrirle las piernas a bastardos imbéciles cómo tú?— su padre estuvo a punto de golpearlo, pero logro detener el golpe con su brazo —No te atrevas hijo de puta, ya me harte de esto—

El problema es que aún era un maldito niño, tenía que esperar al menos a tener 15 o 16 para poder irse.
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Él Omega, llegó a una secundaria bastante conocida, y no era de extrañarse, que conociesen su nombre.

Lo único que escuchaba era "No puede ser, ¿Eres hijo de los Kim? ¿Los dueños de la mitad de las empresas en Seoúl?"

Cómo odiaba escucharlo en voz alta.