Hace un par de horas, Rose había tomado la determinante tarea de estudiar para el examen de biología que se aproximaba para la mañana siguiente a primera hora. No le gustaba en absoluto aquella materia, pero necesitaba mantener su perfil de alumna destacada y comprometida con sus estudios, para así, tal vez, conseguir alguna beca que le permitiese estudiar en la universidad, un sueño que alguna vez vio tan lejano y que ahora estaba allí, a la vuelta de esquina.
Dejó caer su cuerpo sobre la silla, creyendo no poder hacer entrar más conceptos en sus cabeza. Que la célula, mitocondria y el retículo endoplasmático rugoso se fueran a la mierda por unos minutos. Tenía sueño, y necesitaba despabilarse o sino, terminaría cayendo rápidamente en los brazos de Morfeo. Sin embargo, su deseo de zambullirse en una taza caliente de café se vio truncado cuando una pequeña piedra golpeó la ventana de su habitación; acto que causó que el pánico se apoderara de su cuerpo, el cual se movió ágilmente, asomándose con recelo entre las cortinas para saber qué era lo que estaba pasando.
-¡Rose! - gritó Timothée desde la acera al percatarse de que su amiga había escuchado su para nada sutil llamado.
Y tal como el pánico llegó, se fue. Rose Jean respiró profundo, dejando entrar el aire a sus pulmones, para luego con una seña invitar a Timothée a entrar dentro del departamento. Al verlo alejarse, para perderse dentro del edificio, la joven movió su figura por la habitación hasta llegar a la puerta principal. A penas la abrió, vio a su amigo con gran moretón en unas de sus mejillas, mientras sus dientes se asomaban en un gesto que no alcanzaba a parecer una sonrisa.
-¿Qué mierda? - le cuestionó la rizada, tomándole del brazo para que entrase a la sala.
-Larga historia - rió Timothée con amargura al recordar el golpe de su padre sobre su mejilla.
-¡Dios, Chalamet! - exclamó la chica, moviéndose por la cocina para poder sacar un poco de hielo del refrigerador - No me importa, solo dime qué pasó.
Rose Jean, con suma delicadeza, colocó el hielo envuelto en una toalla de cocina sobre la mejilla del su amigo, quien al notar lo cerca que estaban, no pudo evitar sentir la traquea apretada, olvidando las palabras que hace unos segundos quería pronunciar. Su tan estrecha cercanía lo tenía mal, agitado y asustado, porque sus ojos divagaban entre los suyos, mezclándose, hablando por si solos, como si nada existiese a su alrededor, y quería creer con desespero que ese sentimiento era mutuo, y que ambos estaban compartiendo ese momento tan íntimo.
-¿Puedes sostenerlo? - preguntó Rose, alejándose rápidamente, sin poder ocultar la electricidad que emanaba ante aquel contacto tan ferviente.
-Si - murmuró Timothée, tragando duro, totalmente inseguro.
-¿Y me dirás que pasó? - cuestionó la rizada, dejando caer su cuerpo sobre el sillón.
-Mi padre me golpeó y me llamó gay - rió, recordando como aquellas palabras fueron escupidas con tanto asco.
-¿Gay? - frunció el ceño, sin entender.
-¿Recuerdas a Erick? - Rose asintió, confirmando que su memoria no le fallaba - Aún para él es un tema del cual avergonzarse.
-No sabía lo imbécil que tu padre podía llegar a ser - suspiró, sin poder creer que el tierno profesor, detrás de su flamante sonrisa, escondía a un animal salvaje, de la peor especie.
-La verdad es que yo tampoco - sonrió, acomodándose en el sillón.
-Si quieres puedes pasar la noche aquí - ofreció la joven, dejando salir una cálida sonrisa.
-Gracias, Rose - respondió cordial ante aquella oferta.
Sin embargo, y bajo esas trémulas palabras, escondía un desasosiego esquivo que le impedía dejar de lado aquella conversación. Tenía dudas e inquietudes que solo la joven sería capaz de responder, todo en medio de la coraza tangible que se erguía con despecho entre ellos dos. Su pasado le condenaba, lo volvió mediático y sarcástico, cruel caballero abandonado a medianoche en una nupcial tormento que amenazó sus más perdidos sentimientos, esos mismo que siempre estuvieron allí, pero que nunca supo abordar. Así que, en un acto de valentía, llevó sus codos a sus rodillas, jugando con la toalla, en donde los hielos se encontraban totalmente derretidos, cayendo fríos y resbaladizos entre sus delgados dedos, que de a poco comenzaban a ponerse rojos.
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Pursuit of happiness // t.c #1
FanfictionUna noche bastó para que un corazón se rompiera y el peso de un cuerpo cayera inerte sobre la acera. ¡Se prohíbe la copia total o parcial de esta obra! #1 trilogía Happiness