Sad but true

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Esa ira nostálgica y cargada de la desolación que había prometido derrotar, le quemaba el alma. No sabía qué hacer ni para donde ir. Se quedó estática, sintiendo como la marea de brazos y piernas intrépidas comenzaban a moverla de allá para acá, guiándola lentamente hacia el centro de la habitación mientras las luces brillantes le pegaban en las lágrimas escarlatas que no dejaban de caer presurosas.

Cerró los ojos, y con la música vibrándole hasta el pescuezo dejó que las desagradables imágenes se repitieran una y otras vez, mezclándose borrosas con la sangre corriendo por la sala, esa misma noche en donde su padre y hermano fueron asesinados. El aire le faltaba, mientras la oscuridad le susurraba barbaridades ininteligibles. Un paso más y caía al abismo.

Timothée la vio a la lejanía, a través de las luces rojas y azules, moverse totalmente ida de la realidad. Algo se le removió en el interior, una angustia grosera y cargada de venganza hacia quién la dañó. Sin embargo, y pese a que había notado que Steve si les había visto, prefirió no dirigirse hacia él, no valía la pena encararle mientras estuviese bajo los efectos de las drogas. Por eso decidió seguir a Rose, a quien solo logró encontrar minutos más tarde.

Se acercó frenético, irradiando el capricho iracundo de protegerla. No la había visto nunca en aquel estado y jamás pensó que lo haría. Pero ahí estaba, desalmada y esquiva, viviendo la tormenta de sus pensamientos y pasados.

-¡Rose! - exclamó una vez que llegó a su lado.

La chica abrió los ojos de golpe y detuvo sus toscos movimientos. No tardó mucho en dejarse envolver entre los brazos del rizado, sintiendo el reconforte que ninguna palabra sería capaz de darle.

El mundo se detuvo y con ello todos a su alrededor. Las pisadas y manotazos ya no importaban, porque no existían. Solo eran ellos dos, devolviéndose las ganas de sonreír y creer.

-¿Cómo te sientes? - preguntó Chalamet luego de unos largos minutos en silencio.

-Como la mierda - confesó Rose, dejando salir una carcajada.

Su cuerpo se sentía mucho más relajado y liviano. La conmoción del momento parecía haber pasado y olvidado entre los pensamientos positivos que comenzaron a aparecer una vez sintió que no estaba sola, y que Timothée siempre estaría a su lado.

-Hablaremos con él - asintió el rizado, intentando darle ánimos.

-Si - suspiró, al mismo tiempo en que apartaba su cuerpo del de su amigo para así poder limpiar sus lágrimas.

-Saldremos de esta, lo sé - sonrió, desordenándole los rulos - ¿Nos vamos?

Rose Jean volvió a refregar su rostro, borrando todo rastro de llanto caótico, queriendo reemplazarlo por alegría y así, quizás, olvidar lo que sus ojos habían presenciado con tanta nitidez. No quería volver a la soledad de su casa, mucho menos a sentir la litera de arriba vacía y recordar la razón por la que Steve no estaba allí. Le parecía más difícil volver a la realidad que disfrutar por al menos unas horas más la euforia robótica de la fiesta.

-¿Bailamos? - respondió, ganando una mirada dudosa del rizado.

-De verdad podemos irnos - afirmó en medio de una sonrisa, intentando convencerla.

-No - habló firme, terminando de sacar el último rastro de lágrimas que brillaban en sus mejillas.

Timothée aceptó en silencio su petición, tomando las manos de su amiga para así comenzar de a poco a moverse, a escuchar la música vibrándoles en los más profundo de su interior, reanudando a la salvaje multitud que en un ritmo colérico gritaba al unísono las falencias del sistema que los mantenía presos en su propia libertad. Rose Jean le siguió el paso, y en cosa de minutos pareció olvidar las imágenes locuaces que la mantuvieron en un estado agónico.

La noche parecía pasar por entre sus deseos y entusiasmo, fugaces en medio de la oscuridad. El tacto de sus cuerpos calientes y sudorosos se volvían uno, perdidos en la bienaventuranza de la quimérica fiesta que se les presentaba bajo sus escurridizos pies. Un empujón y la cercanía obligatoria parecía la mismísima gloria. Era extraño adivinar lo que el otro estaba pensando. Se movían, abriendo los ojos, cerrándolos, dando una breve mirada eterna a su compañía, esa misma que habían esperado por tanto años.

El calor infernal les derretía los sentidos y con ello, el recuerdo inminente de la razón por la que se encontraban perdidos en aquella multitud. Rose sintió un impulso alentador brotarle desde las piernas hasta caer rendidas sus manos sobres los hombros del rizado, acercándole más a su cuerpo. Timothée solo atinó a tomarle la cintura para así perder la poca distancia que les quedaba. Ahora estaban más cerca que nunca, mirándose directamente a los ojos mientras sus frentes se topaban sigilosas, al compás de sus respiraciones agitadas. Era extraño, pero necesario, porque fue una manera casi silencio de gritarse el sentimiento que le oprimía el pecho, ese mismo que se mantuvo oculto por tantos años. Bastaba solo un empujón para caer rendidos en los brazos del otro, tal como alguna vez habían soñado. Pero, siempre estaba la cordura, ese toque de realidad, esperando para hacer su acto de presencia.

Cuando los labios rojos del rizado rozaban con fervor los labios gruesos de Rose, la chica decidió alejarse, dando un paso hacia atrás, revelándose ante sus propios sentidos. ¿En qué estaba pensando? ¿Acaso se había vuelto loca? Sus manos nerviosas, también se alejaron de la delgada figura de Timothée, quien intentaba responder ante los estímulos de la rizada. Mas, se mantenía quieto, aguardando al siguiente movimiento de Rose para así evitar cagarla.

-Creo que deberíamos irnos - gritó por sobre la música, intentando que sus nervios y notable incomodidad pasara desapercibida.

-Si, vamos - sonrió a duras penas.

Mientras intentaban salir de la multitud, Timothée respiraba lentamente, calmando la adrenalina que amenazaba con dejarle en vela por el resto de la eternidad. Estuvo a un paso de hacerle saber lo que sentía, ese amor inmaculado que no pudo olvidar, pese a que lo intentó en varias ocasiones. Al menos aprendió que un clavo no saca a otro clavo, y que no podía involucrar a terceros en su ya roto corazón.

La suave mano de la rizada logró traerlo a la realidad, guiándolo por entre el gentío hasta que finalmente pudieron abandonar aquel lugar de perdición. La brisa helada de la madrugada fue como una bofetada en sus ardientes mejillas, rojas y sudorosas por el bailoteo errático que los consumió por unas horas. 

Caminaron en silencio, sin perturbar en los pensamientos del otro, pese a que deseaban poder compartir sus reflexiones, las cuales constaban del suceso indebido de su cercanía hace tan solo unos minutos. Sin embargo, en el desespero de Rose por olvidar como las manos del rizado le arrebataron el aliento, decidió preguntarle por otro asunto.

-¿Irás a tu casa? - cuestionó, sin despegar sus profundidades café de las estrellas titilantes en el cielo despejado.

-Yo creo - se encogió de hombros, pues la pregunta le había tomado por sorpresa.

-Si quieres, puedes quedarte en la casa - invitó despreocupada, con la mirada aún perdida en aquella inmensidad. No quería que notara su nerviosismo, muchos menos sus tiritonas manos.

-¿No crees que es mucho ya? - Timothée la miró de soslayo, esperando que la rizada hiciera lo mismo.

-¿Qué cosa? - preguntó, sin devolverle la mirada a su amigo.

-Quedarme en tu casa - se encogió de hombros, observando a las pocas personas que aún transitaban por la misma vereda, pese a la hora.

-No molestas - suspiró, metiendo las manos dentro de sus bolsillos. Hacía un frío que quemaba el alma - Además así me acompañas. No quiero estar sola otra noche - confesó temerosa, sin querer alterar a su compañero.

-Sabes que estoy para ti, Rose - le recordó el castaño.

-Gracias, Tim - habló con una sonrisa entre los labios.

Esta vez si lo miró, y el mencionado en cuestión, emocionado ante la muestra de afecto, entrelazó sus frías manos, caminando juntos por las solitarias calles, como si fueran dos soldados enajenados, llegando a la batalla final.


nueeevo capítulo! espero que lo disfruten💜
no olviden votar y comentar, me encanta leerles jeje

Pursuit of happiness // t.c #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora