Small talk

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Meses atrás...

Rose Jean miró a la lejanía como los rizos de Timothée caían rebeldes por su frente, mientras sus ojos recorrían las páginas de un libro que no alcanzaba a leer su título, lo cual provocó, por unos segunos, que debatiera mentalmente si debía acercarse o abordarle en otro momento. El único problema era que no sabía cuándo sería la próxima vez que lo tendría solo, totalmente a su disposición, por lo que era ahora o nunca.

Así que, tomando una gran bocanada de aire y dándose ánimos para la agotadora, pero necesaria, conversación que se le vendría, comenzó a caminar hacia su dirección, esquivando a la gente que se cruzaba por entre sus narices, sin dejar de mirar cada uno de los movimientos del joven. ¡Quién diría que Timothée Chalamet sabe leer! Pensó, soltando una risa burlona, porque a decir verdad, le causaba bastante gracia verle en medio del patio de la escuela, dando la imagen de niño intelectual, orador del conocimiento. Rose lo conocía lo suficiente como para saber que la lectura no era de su agrado, mucho menos su talento innato, y que detrás de esa acción tan cotidiana perdida en el tiempo, debía haber una explicación.

Tomó asiento frente a él, obligándole a dejar su lectura a un lado para prestarle total atención. El rizado al verla sonreír, sujetando su cabeza entre sus delgadas manos, frunció su ceño, intentando indagar con la mirada lo que la joven quería.

-A mí no me engañas, Chalamet - rió Rose - Solo lees para saber la cantidad de alcohol que trae cada botella.

Timothée negó en medio de una sutil sonrisa, porque no podía contradecirle, era verdad lo que salía de sus gruesos labios.

-¿Qué quieres, pequeña Rose? - preguntó luego de unos minutos, al ver que su compañera no pronunciaba palabra alguna y que solo le miraba entretenida.

-Necesito tu ayuda - la joven movió sus rulos un tanto nerviosa, cambiando por completo su semblante, dejando esa sonrisa de lado, pues no sabía cuál sería la reacción de Chalamet al escucharle.

-¿Para qué? - preguntó curioso, porque a simple vista parecía no existir un motivo real por el cual pedirle ayuda.

-Sé que Steve anda en malos pasos - ladeó su boca, no era un tema del cual le gustara hablar tan abiertamente - Mamá encontró unas bolsas dentro de uno de sus cajones, junto a un fardo de billetes.

-¿De qué me hablas? - preguntó Timothée, temiendo que la hermana de su amigo se haya enterado de su trabajo part-time.

-Esto - dijo dejando salir un fuerte suspiro, para luego sacar de su bolsillo y lanzar sobre la mesa una bolsa que contenía una pequeña cantidad de polvo blanco.

-Cocaína - susurró el chico, maldiciendo internamente a su amigo por haber sido tan despreocupado.

Timothée tomó la pequeña bolsa plástica entre sus dedos, apretando levemente la sustancia que se moldeaba bajo su tacto y ojos aletargados por la pesadumbre de sus pensamientos y maldiciones.

-Así es - sonrió Rose, pese a que el asunto no le causaba ninguna gracia, sacando de su nube al joven - Cocaína.

-¿Qué quieres saber? - preguntó un tanto molesto, guardando la bolsa dentro de su bolsillo, no sin antes mirar hacia todos lados, esperando que nadie les hubiese visto. A penas le viera la cara a Steve, no dudaría en regañarle.

-Todo - dijo obvia, cruzándose de brazos - Necesito saber de sus movidas. Mamá está asustada.

-¿Por qué? - se atrevió a preguntar.

Las facciones de Rose Jean se contrajeron, mostrando el auténtico coraje que comenzaba a recorrerle el cuerpo.

-Tú más que nadie sabes lo que ocurrió con Jake y mi padre - desvió la mirada de su amigo, ya que, pese a que había pasado un buen tiempo desde el incidente y a penas podía ordenar de forma cronológica cada acontecimiento, aun le dolía recordarlo.

-Entonces - habló, queriendo dejar de lado sus palabras, pues sabía a lo que se refería - ¿Cómo te puedo ayudar?

-El viernes habrá una fiesta cerca de casa, así que necesito entrar contigo. Después si quieres nos separamos. No me interesa pasar la noche a tu lado.

-A mí menos - sacó su lengua, de la forma más infantil posible. Pero sus palabras habían sido una completa mentira, en verdad, no le molestaba su compañía.

Porque pese a que Rose Jean toda la vida se le había presentado como la intocable hermana menor de su mejor amigo, sentía una auténtica admiración hacia su persona. Era una joven fuerte y directa,  que no tenía miedo a decir lo que sentía y creía correcto, sin dejar de lado el sentido diplomático que le ahorraba un montón de problemas. Su silueta era menuda y delgada, de baja estatura y unos ojos profundos que le invitaban a perderse en ellos. Su piel era negra y suave, daba la sensación de conforte, provocándole intensas ganas de pasar sus manos por cada rincón para comprobar la fineza de su cuerpo. Era una mujer extraordinaria, pero fuera de su alcance, así que solo se limitaba a verla como su hermana menor, aunque muchas veces, en medio de conversaciones profundas, sentía la necesidad de conocerla y sentirla más cerca de él.

-¿Estás ahí? - preguntó la joven, frunciendo el ceño. 

-¿Qué? - preguntó. No había escuchado ninguna de sus últimas palabras, puesto que se encontraba perdido entre sus bochornosos pensamientos.

La joven rodó los ojos, le parecía irritante la actitud de Timothée, totalmente infantil y desinteresada. Desde que habían entablado aquella conversación, no hacía más que quedarse callado e ignorar sus palabras.

-Si no quieres ayudarme, solo dilo - anunció, sintiendo como su paciencia comenzaba a disiparse - Me estás haciendo perder tiempo valioso.

-Te dije que te ayudaría - recordó a la joven.

-Pero no me estás poniendo atención - dijo mientras se cruzaba de brazos, recargando su cuerpo sobre la mesa.

-Vale, lo siento. Ahora soy todo oídos - dictaminó, cerrando su libro por completo, el cual estaba abierto en cualquier página, porque en realidad antes de que Rose se acercase, no le estaba poniendo atención a las letras.

-Solo necesito que nos juntemos para entrar al lugar y que me digas dónde Steve podría estar - contó su sencillo plan sin querer darle más vueltas al asunto.

-¿Para decirme eso hiciste tanto escándalo? - preguntó, sin evitar soltar una fuerte carcajada.

Rose sintió el odio correr a través de su cuerpo. Se puso de pie, ya sin paciencia, dispuesta a marcharse y dejar su plan inicial a un lado, para así comenzar su plan B, el cual probablemente no le resultaría con tanta facilidad como el primero. Pero estaba dispuesta a lograr su objetivo como fuese, todo para salvar a su hermano de las manos en las que su padre y hermano mayor cayeron sin remordimientos ni segundas oportunidades.

-Gracias, Chalamet - anunció su partida con aquella frívola frase.

Sus cortas palabras provocaron que algo dentro de Timothée se removiera con disgusto. Suspiró con pesadez, al ver como la joven comenzaba a perderse a través del patio entre el alumnado que caminaba con pereza. Guardó rápidamente sus pertenencias dentro de su mochila y corrió a su encuentro.

Una vez a su lado, sintiendo su respiración agitada por su rápida caminata, la tomó del brazo, captando por completo su atención. Rose al sentir el tacto de su amigo, se dio la vuelta, meneó sus rizos y dejó salir una burlona sonrisa al ver que el rizado se encontraba frente a sus ojos.

-Te voy a ayudar - habló, soltando su agarre y provocando que la sonrisa de su amiga se expandiera - Te pasaré a buscar como a las diez.

-Te estaré esperando fuera - asintió, confirmándole.

-Nos vemos - se despidió.

Timothée le guiñó el ojo, para luego alejarse y entrar dentro de uno de los edificios de la escuela, dejando a Rose en la mitad del patio, sumida en la alegría que le causaba su primera victoria.


hoolis! aquí un nuevo capítulo c:
espero que les guste💜
y dejen sus votos y comentarios!!

Pursuit of happiness // t.c #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora