Elizabeth al escuchar la puerta principal abrirse, tomó rápidamente su cartera y chaqueta para poder irse a trabajar. Saludó a su hija, dejándole un sonoro beso en una de sus mejillas para luego hacer lo mismo en la fría mejilla de Timothée. No preguntó por qué el rizado se encontraba junto a su hija, supuso que estaría allí para ver a su amigo.
-La cena está en la cocina - habló, mientras se aseguraba de tener todas sus pertenencias dentro de su cartera - No sabía que vendrías, Timothée. Dile a Rose que te cocine algo - le sonrió con dulzura, ordenando uno de sus mechones rubios tras su oreja - Llegaré tarde - esta vez le habló a Rose, quien miraba divertida como intentaba recordar todo lo que necesitaba decir antes de su partida - Nos vemos en unas horas, los quiero - fueron sus últimas palabras antes de lanzarle un beso y marcharse por las estrechas escaleras del edificio.
Tan pronto como entraron dentro del apartamento, dejaron caer sus perezosos cuerpos sobre el único sofá de la sala. Se mantuvieron en silencio, con los ojos cerrados, descansado de la agotadora jornada que los llenó nuevamente de pruebas, trabajos y tareas; hasta que la peculiar voz de Steve los sacó de su nube de ensoñación.
-¿Mamá ya se fue? - preguntó, jugando con las manos dentro del bolsillo de su holgada sudadera.
-Si, ¿porqué? - inquirió Rose Jean.
Abrió los ojos y se encontró con la delgada silueta de su hermano, el cual tenía la mirada perdida en el suelo mientras su respiración comenzaba a agitarse. La chica le invitó a sentarse a su lado, dando fuertes golpes sobre el sillón. Steve, en su miserable estado de angustia, movió sus piernas para poder acomodarse entremedio de su hermana y Timothée, quien aún se mantenía con los ojos cerrados.
-¿Está durmiendo? - preguntó, apuntando al rizado.
-No sé - Rose se encogió de hombros, totalmente ajena al estado real en el que se encontraba su amigo.
El silencio volvió a hacer acto de presencia, y pese a que ahora la rizada tenía la certeza de que su querido hermano dejaría las drogas, un mal presentimiento le carcomía la poca tranquilidad que comenzaba a instaurarse desde el sábado. No se atrevió a preguntar, solo esperaba que Steve hablara por si solo y confesase lo que tenía que confesar. Sin embargo, podía sentir como ese pánico vulgar de conocer la verdad oculta le volvía a carcomer la traquea, dejándola sin respiración y más nerviosa que nunca.
-Rose - al escuchar su nombre, no dudó en mirar a su hermano, quien no dejaba de jugar con sus delgados dedos de pianista - Necesito tu ayuda.
La rizada sintió como el pequeño mundo de felicidad que había construido durante esos días, se desmoronaba fugaz justo frente a sus ojos. Quitó la mirada de las profundidades perdidas de su hermano, para posarla sobre Timothée, quien ahora tenía sus ojos abiertos y la miraba igual de inquieto que ella.
-¿Con qué? - preguntó seria.
Un suspiro gutural quemó los nervios de Rose Jean, obligándola a respirar con parsimonia para no perder la poca cordura que le quedaba. El silencio y las lágrimas contundentes que ahora brotaban desde los ojos de Steve la tenían al borde de abismo.
-Debo dinero - sentenció finalmente luego de unos largos minutos.
-¿Qué? - exclamaron los dos jóvenes al mismo tiempo, sin entender del todo a lo que se refería.
-¿A quién? - preguntó la rizada, intentando ocultar el temblor de su mano, el cual delataba el desazón de su estado.
-A ellos -murmuró Steve, sin mirarle a la cara. Temía por sus reacciones.
-¿Quiénes son ellos? - esta vez Timothée fue quien preguntó, ya que podía ver como Rose Jean se encontraba perdida en sus pensamientos.
-Ellos - respondió cortante, sin querer dar más explicaciones. Había sido muy difícil confesar que su vida corría peligro, y la de ellos también.
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Pursuit of happiness // t.c #1
FanfictionUna noche bastó para que un corazón se rompiera y el peso de un cuerpo cayera inerte sobre la acera. ¡Se prohíbe la copia total o parcial de esta obra! #1 trilogía Happiness