Tenía una única misión en mente: no encontrarse con su padre en la escuela bajo ninguna circunstancia. No quería verlo, porque sabía que las imágenes de la noche anterior y las crudas palabras escupidas con tanto asco, seguían vívidas en su mente, lo cual causaba que sus puños se cerraran inconscientemente, debatiéndose si la violencia era la única forma de arreglar sus problemas. Nunca habían sido muy cercanos, mucho menos mantenían profundas conversaciones. Desde que era muy pequeño parecía que no se importaban, más allá de la estricta relación que por mera casualidad los unía, porque pese a que era su padre, le costaba sentirlo como uno, ya que nunca fue un gran aporte durante su crecimiento. Por eso le ardía el alma recordar la mirada taciturna de su madre cuando se enteró del incidente que detonó un quiebre definitivo en la relación mezquina padre e hijo, porque parecía que el ser que le dio la vida estaba convencido de que una guerra se había desatado y que necesitaba a la mayor cantidad de aliados a su lado.
Ridículo.
Timothée caminó por entre los pasillos de la escuela, prestando atención a su entorno, a las caras desconocidas que sonreían somnolientas en medio de la pronta llegada del comienzo de las clases. No tenía ninguna intención de entrar, sentarse en uno de los pupitres y mirar la pizarra con falso entusiasmo, prefería mil veces saltarse la primera clase.
Ya de pie en una de las tantas salidas del gran y viejo edificio divisó la silueta de su mejor amigo, sentado y totalmente inmóvil en una de las mesas del patio. Se acercó con lentitud, sintiendo la brisa celestial golpear su rostro. El sol se había escondidos entre las nubes grises que parecían florecer con descaro a través de la extensión del cielo, era como un mal presagio, un antiguo hechizo del que no podrían zafar, porque la decisión ya estaba tomada y nada podía hacerlo cambiar de parecer.
-¿Cómo estás? - preguntó el rizado una vez que estuvo al lado de su amigo.
Steve se movió perezoso , sin querer levantarse por completo. Sabía que la persona quien se había sentado a su lado era Timothée, por eso no hizo mayor esfuerzo en abrir sus ojos que pesaban más que nunca. Detestaba la sensación que le traía al cuerpo cada mañana, nada parecido a la lucidez exhaustiva que le brindaba en las noches cuando la consumía con descaro ante las narices de todos los presentes. Era duro despertarse y sentir que había vuelto a ser él mismo, y que ese desdén desenfrenado había desaparecido. Le dolía el estómago y tenía el vómito atrapado en la traquea, en cualquier momento todo el alcohol que bebió durante la noche sería devuelto. Además, debía mantener su boca levemente abierta, ya que debido a todo lo que había consumido, su nariz se encontraba totalmente tapada, impidiendo el paso libre del aire a sus pulmones.
-Bien - respondió finalmente, aún sin despegar su rostro de la mesa.
-¿Dónde estuviste anoche? - preguntó Timothée, sin creerle ni por un segundo la corta respuesta de su amigo. Lo conocía lo suficiente como para saber que la cocaína aun seguía en su cuerpo.
-Por ahí - volvió a responder seco.
-¿Por qué anoche no llegaste a dormir? - inquirió insistente, apoyando su mano sobre el hombro de su amigo.
Luego de unos minutos, y una vez que Steve fue capaz de procesar la pregunta de Timothée, el joven movió su cuerpo, irguiéndolo, quedando frente a frente al rizado, quien lo miraba con el ceño fruncido.
-¿Cómo sabes que no llegué a dormir? - habló, alejándose instintivamente del tacto de su amigo.
-Rose me dijo - respondió serio, queriendo restarle importancia para así no delatar que había pasado la noche junto a su hermana.
-¿Por qué? - cuestionó, sin entender por qué Rose Jean debería contarle ese tipo de problemas a él.
-Porque está preocupada por ti - contestó honesto, y ya un poco aburrido de la actitud desganada de su amigo - Ella no es tonta, Steve, sabe más de lo que crees.
-¿Qué estás diciendo? - se acercó al cuerpo de Timothée, mirándole desafiante, con los ojos en llamas.
-Que Rose sabe perfectamente lo que estás haciendo, imbécil - pronunció serio, sin moverse ni un centímetro, pese a que las trenzas de Steve golpeaban su frente.
Intimidante y demandante, esa era la mirada irrespetuosa que se estaban dando, porque luego de unos días debatiéndose mentalmente sobre qué era lo mejor que podría hacer para ayudar a Steve, Timothée entendió que la verdad debía ir de frente, y que tenía que hablar con su amigo para que así se diera cuenta de su error. No importaba realmente si Rose se enojaba con él por haberle dicho que ella era consciente de las malas andanzas de su hermano, porque al menos, de esa manera, él no se quedó callado, esperando el desenlace final.
-¿Cómo lo sabe? - los ojos de Steve se volvieron rojos cuando el llanto, provocado por el pánico a la desnudez lo invadió.
-Habla con ella - asintió lentamente.
-¿Por qué debería? - las lágrimas caían por su rostro, una tras otras, atropelladas entre ellas.
-Tú más que nadie sabes por lo que tu familia ha pasado, y como estás repitiendo la misma historia. No seas imbécil y deja esta mierda, que cada día te ves peor - rió con amargura, liberado de sus tortuosos pensamientos.
Steve se quedó callado sin saber cuales serían las palabras correctas, porque tenía tan claro que su vida comenzaba a arruinarse rápidamente y frente a sus ojos, pero hacer algo para enmendar sus errores, no le parecía una tarea tan fácil. Llevaba el tiempo suficiente consumiendo cocaína como para que su cuerpo le comenzase a pedir más, un poco más, cada vez más. Mas, y pese a que veía como todo el panorama comenzaba a volverse negro, podía ver una luz brillar, tenue, pero aún existente, lo cual lo motivaba a pedir ayuda.
-Gracias - murmuró luego de unos largos minutos que permanecieron en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
-Habla con Rose - volvió a aconsejar Timothée, mientras sacaba un libro de su mochila.
El silencio se volvió a instaurar entre los amigos, los cuales no podían dejar de analizar la situación que acababan de protagonizar, ya que para ambos había impactado de diferentes maneras. Por una parte, Steve sentía más vivo que nunca ese recuerdo que le atormentó durante toda su infancia, la sangre corriendo bajo sus zapatillas mientras su madre gritaba despavorida; era cruel volver al pasado y darse cuenta que él estaba siguiendo los mismos pasos de su hermano mayor, el mismo que terminó entre las tinieblas, pudiendo salir de allí, solo gracias a la muerte. Y por la otra parte, Timothée no podía dejar de pensar en Rose Jean y en ese sentimiento que le atormentaba el corazón cada vez que la tenía cerca; le costaba respirar y el cuerpo le temblaba, sumiso ante sus encantos.
-Lo dejaré, hermano. Lo prometo - sentenció tembloro Steve, intentando sorbetear su nariz para poder respirar.
Timothée le sonrió y le golpeó el hombro levemente, orgulloso de escucharle hablar con tacto y raciocinio.
Las palabras sobraron, no fueron necesarias. A ninguno de los dos pareció molestarles el hecho de que el silencio les hiciera compañía por el resto de la mañana, hasta que el timbre anunció el comienzo del receso, el cual les obligó a despedirse para así cada uno poder seguir con el rumbo de sus vidas, que quedaron atadas de una manera genuina gracias a la pequeña charla que calmó los ánimos y las esperanzas podridas.
Sin embargo, y pese a que Timothée sabía que la conversación no sería en vano y daría frutos, también sabía que no podía quitar los ojos de su amigo, porque más que mal, ya estaba en el mundo de las drogas, y una vez dentro, sería muy difícil volver a salir victorioso e inmune. Pero sentía en el fondo de su corazón que aún estaba a tiempo, y que con la ayuda de Rose Jean y su madre podría salir de esta pesadilla que se movía sigilosa en el recuerdo taciturno del fin.
nueeevo capítulo! espero lo disfruten💜 y no olviden votar y comentar, me ayudarían muchísimo 💜
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Pursuit of happiness // t.c #1
FanfictionUna noche bastó para que un corazón se rompiera y el peso de un cuerpo cayera inerte sobre la acera. ¡Se prohíbe la copia total o parcial de esta obra! #1 trilogía Happiness