Detenerse era la mejor opción, pero ninguno quería hacerlo.
Ninguno de los dos pudo hacerlo.
Los besos continuaron en una lenta y placentera tortura que poco a poco los fue condenado a ser consumidos por las llamas de la lujuria y la pasión.
Las manos de Annabeth trazaron un lento y delicado recorrido por el pecho desnudo de Percy provocándole un suave suspiro proveniente de sus labios y como si ese pequeño he íntimo acto hubieses sido una invitación para él se permitió al fin explorar con mayor libertad la suavidad y dulzura de aquella piel que tanto lo tentaba.
Al fin sus manos vagaron lenta y sensualmente por sus piernas, trazando un camino guiado hacia él.
Más cerca de él, porque ese era el único lugar donde ella deseaba estar.
Las caricias seguían su propio camino simplemente dejándose guiar por ese fuego que lentamente los consumía.
El fuego que nos consumió.
Los besos de ambos estaban cargados de pasión la misma que había nublado por completo sus mentes.
Las manos de Percy lentamente abandonaron su tortuoso y ardiente recorrido por las piernas de Annabeth para así poder continuar explorando la delicadeza de su cuerpo. Sus manos lentamente ascendieron hasta su cintura entre suaves suspiros de ambos, poco a poco fue recorriendo la piel de su espalda subiendo poco a poco la playera que para esos momentos comenzaba a ser un completo estorbo.
Lentamente ambos se separaron sus respiraciones se encontraban aceleradas, sus labios se encontraban dolorosos e hinchados, pero sus miradas llenas de deseo decían a gritos que no querían parar, que ya no podían dar marcha atrás.
Annabeth levanto sus brazos mientras Percy sacaba su playera fuera de su cuerpo, sus miradas no se separaron nunca ambas eran tan intensas tan capases de crear una feroz tormenta.
La playera de Annabeth termino siendo arrojada el piso, pero aquel movimiento fue inexistente para los amantes quienes aún seguían atrapados en el deseo emanante de sus cuerpos. Ambos se miraban sin decir una sola palabra, pero ellas no eran necesarias en lo absoluto.
Porqué hablar cuando puedes sentir.
Sentir era algo que ambos estaban anhelando demasiado.
Percy aparto con una suave caricia los rizos rubios del rostro de Annabeth, su mano se deslizo lentamente por su rostro hasta llegar a la curvatura de su cuello y sin más sabiendo que ella lo deseaba tanto como él la atrajo hacia si capturando sus labios en un nuevo y demandante beso cargado de mucha mas pasión que el resto de los anteriores.
Las manos de Annabeth se aferraron a sus hombros mientras lentamente ascendían hasta perderse en la suavidad de su obscuro cabello.
Cientos de emociones se mezclaban en cada beso, en cada rose.
Suspiros de placer brotaban de sus labios a cada segundo.
Sus corazones latían al mismo y desenfrenado ritmo en una sincronía perfecta de deseo y amor.
—Te amo.
Amor o algo más.
Él deslizo sus manos por su espalda jugando con los broches y los tirantes de su sostén. Poco a poco el juego se terminó y pronto el sostén le hizo compañía a la playera en el piso.
Ambos se aferran más a sus cuerpos quieren estar juntos, desean con tanta desesperación estar juntos.
Él la toma con fuerza y sin decir una palabra gira su cuerpo aprisionándola contra sí mismo y la cama, pero ella no se inmuta pues es lo que ha estado esperando.
Su sangre hierve dentro de su ser.
Annabeth enreda sus piernas a la cadera de Percy mientras él la sostiene. Ella no puede evitar dejar escapar un profundo gemido cuando siente su boca besado su cuello, cuando lo siente morder ligeramente el lóbulo de su oreja.
Sin pensarlo arquea su espalda buscando estar más cerca de él.
Ambos se necesitan tanto.
Con el paso del tiempo la temperatura en la habitación cada vez se hacía mayor, las manos de Percy se paseaban frenéticamente por el cuerpo semidesnudo de Annabeth, ella alternaba entre su espalda y su cabello negro.
Annabeth trataba de no gemir tanto sin conseguirlo solo por el hecho de que Percy se encontraba besando cada parte de su cuerpo. Él terminó de degustar su cuello para seguir con sus pechos, el azabache pensó que probablemente ella se sentiría algo incómoda con esto ya que era una experiencia nueva para ella así que se obligó a no durar mucho tiempo en ese lugar, la beso hasta que llegó a su vientre y luego regreso pero en lugar de volver a besar sus labios sólo la veía a los ojos, sus rostros estaban separados sólo por centímetros y aun así ninguno de los dos parecía querer romper el contacto visual que tenían en ese momento. Para ellos fue como si estuvieran hablando, este era su nuevo idioma, sólo con la expresión de su rostro, la dilatación de sus pupilas, la sonrisa que tenían podía entender todo.
Fue Annabeth la que empezó a acariciarlo nuevamente, paso sus manos por su marcado abdomen, el muchacho cerró los ojos en ese instante para disfrutar más de ese toque que lo llevaba a ver el paraíso.
De hecho, Percy pensaba que iba a ir al infierno sólo por el hecho de pensar en todo lo que quería que hicieran y lo peor era que iría con gusto y si eso pasaba.
Las manos de Annabeth pasaron a su ancha espalda, ella quería recorrer cada centímetro de su piel expuesta pero cuando llegó al inicio de sus pantalones se sintió algo frustrada, la rubia quería seguir sintiendo la piel de Percy, también como temblaba con sus caricias. Así que sin pensarlo muy bien ella metió sus manos dentro del pantalón del chico, sorprendiéndolo, pues no pensaba que su chica fuera a hacer una cosa como esa.
—Annabeth —susurró al sentir sus manos demasiado cerca de su trasero.
—¿Sí? —pregunto ella inocente de lo que estaba causando en él o eso era lo que Percy creía.
No dijo nada, prefirió besarla nuevamente, recostó su cuerpo por completo sobre el de ella para luego dar medio giró quedando Annabeth sobre él. Las manos de la chica saliendo del lugar en donde se encontraban para regresar a él cabello de Percy mientras que él hacía lo mismo que ella estaba haciendo; con cuidado, para no asustarla, fue metiendo sus manos poco a poco dentro del short de pijama que traía puesto logrando que Annabeth soltara un sonoro gemido. Cosa que éxito al chico más de lo ya estaba. Percy le dio un ligero apretón.
—¡PERCY¡ —gimió más fuerte.
En ese momento Percy agradeció a que estuvieran completamente solos en la casa y que ningún otro empleado de la casa estuviera cerca de ese lugar.
Con algo de parsimonia Percy fue bajando sus shorts y ella se dejó. El chico estaba tan extasiado con el hecho de que la chica que lo traía loco estuviera en su cuarto, en su cama, debajo de él, y prácticamente desnuda que pensaba la remota idea de que este suceso no estuviera pasando, sino que él estuviese soñando, el mejor sueño del mundo para él. Pero dado a que Annabeth enterraba esporádicamente sus uñas en su espalda sabía que esto no era un sueño.
—Creo que no estamos en igualdad de condiciones Percy Jackson —dijo ella con una sonrisa ladina.
Ella con ayuda de sus piernas bajo los pantalones de su novio. Casi desnudos, con una ligera capa de sudor, con la respiración irregular, las pupilas dilatadas. Con el fuego que corría por sus ventas, el mismo que amenazaba con consumirlos decidieron con una simple mirada lo que querían.
Pronto las últimas prendas que les quedaban fueron a parar al piso. Para ambos era una necesidad apagar el fuego que sin quererlo habían encendido. Percy antes de dejarse llevar por la locura tomo un condón del buró.
Y así juntos dejaronque el fuego de la pasión los consumiera y poco a poco ambos fueronreconociendo el verdadero placer que la vida les podía traer.
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El fuego que nos consumió |COMPLETA|
FanfictionAnnabeth Alexandra Chase hija del reconocido científico Frederick Chase es una carismática joven de 18 años que sueña con ser la mejor violinista de su época. Perseus Logan Jackson es un Marine de 23 años que acaba de regresar de la dura y caótica...