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El jueves por la tarde, mientras Taehyung se disponía a salir rumbo al taller, Jin estaba en la mesa del comedor dibujando algo sobre un pliego de cartulina.

—¡Hey, Jin! ¿Qué cosa rara es esa? —le preguntó Taehyung, sorprendido.

—¡No digas nada, que estoy furioso! Hoy la profesora de ciencias hizo el sorteo para los carteles del laboratorio. En mi colegio se quejan de que no hay presupuesto y en lugar de comprar carteles mi profesora dice que es mejor que los alumnos nos encarguemos de hacerlo "con nuestra creatividad artística infantil"… puajjj. Y con cosas tan fáciles de dibujar como las fanerógamas, el cerebro, la fotosíntesis, los insectos... yo fui el afortunado que sacó el papelito que decía "¡aparato reproductor masculino!". Fui la burla de todo el salón.

—¡Ja! Me imagino. La verdad es que se ve un poco raro.

—Raro, ¿por qué?

—No sé, me parece que el aparato reproductor masculino te ha quedado un poco grande... en realidad es enorme. ¡Salvajemente desproporcionado!

Jin vio su dibujo a los lejos y se dio cuenta de que su primo tenía razón.

—¡Se van a reír de mí! Es que no quería que me saliera un aparatito reproductor masculinito porque entonces me iban a molestar por el resto de mi vida, diciéndome que me había inspirado en mí mismo. ¡Mis compañeros son muy bestias!

—Bueno, sí, en eso tienes razón.

—¿Y ahora, qué hago?

—Nada, relájate, vuelvo del taller y te ayudo.

Taehyung sonrió, agarró su chaqueta y, cuando estaba listo para salir, Min se cruzó en su camino:

—¿Adónde vas?

—Tengo cosas que hacer.

—Te pregunté adónde vas.

—Al taller municipal.

—¿Y eso?

—Me he apuntado a unas clases, hasta que pueda volver a pagar las mensualidades de la natación, y tengo el tiempo justo para llegar.

—Eso va a estar complicado...

—¿Por qué?

—Tengo una cita importante en media hora con un editor que quiere revisar mis poemas y quiero causar una buena impresión. Ya sabes que tengo problemas de columna y no puedo agacharme. Trae el betún, el cepillo y la franela, me vas a limpiar los zapatos que llevo puestos.

Min se sentó en una butaca de la sala, levantó la pernera y mostró a Taehyung un zapato viejo y empolvado. Sonrió con malicia y dijo:

—Date prisa.

Taehyung siguió abotonándose la chaqueta sin retirar la vista de Min. Lo desafiaba con su mirada. Luego se colocó la bufanda y revisó en su bolsillo el dinero necesario para tomar el autobús.

—¿No me has escuchado, Taehyung?

—Te he escuchado perfectamente.

—¿Y entonces? ¿Qué esperas?

—Te dije que te he escuchado, pero no voy a limpiar tus zapatos.

Min se levantó violentamente y gritó:

—¡Maldición! ¡Te he dado una orden y la vas a cumplir!

Desde el comedor Jin, que lo estaba presenciando todo, se acercó a su padre y con el rostro enfurecido le dijo:

—¡Papá, por favor! ¡Deja que Taehyung se vaya!

—¡Cállate, que a ti nadie te ha dado vela en éste entierro!

Taehyubg miró a su primo y con un gesto le pidió que no interviniera, pero Jin no obedeció a ninguno de los dos:

—No puedes hacerle esto a Taehyung, no puedes humillarlo así. Limpia tú mismo tus zapatos, papá, ¿no te das cuenta de que sólo haces el ridículo?

Min giró su cuerpo en un segundo, levantó la mano y le dio una bofetada que lanzó a Jin al piso.

Rápidamente, Taehyung ayudó a su primo a levantarse mientras escuchaban los gritos envenenados de Min:

—¡Es la última vez que me faltas el respeto, Seok-jin! ¡Eres un estúpido, como tu madre! ¡Vas a ver la que te espera!


En ese instante, harto de todo, Taehyung sintió que algo había explotado en su interior, ya nada le importaba. Ver a Min golpeando a Jin había sido mucho más de lo que estaba dispuesto a tolerar.

Se acercó al hombre que aún daba gritos, lo sujetó de la camisa y le lanzó un puñetazo en el pómulo con toda la rabia contenida en cuatro años de atropellos.

En ese momento la puerta de la sala se abrió. Era Beatriz que había llegado temprano del trabajo. Taehyung miró a Min, tumbado en uno de los sillones y le dijo:

—Si vuelves a ponerle un dedo encima, lo vas a lamentar.

—¡Lárgate de mi casa! —se escuchó en toda la sala. Y no fue precisamente Min quien pronunció la frase. Fue Beatriz.

Taehyung sonrió. Beatriz era su tía, pero aún así habría sido una locura esperar una reacción distinta. Ella tenía claro a quiénes debía defender.

Ahora sí no cabía duda: Taehyung estaba solo. Infinitamente solo.

Agarró su mochila y antes de salir se acercó a Jin y le dijo:

—¿Estás bien, renacuajo?

—Sí, pero tú..

—Pero nada. Escúchame, yo estaré bien, de verdad. Pero quiero decirte que eres la persona que más me importa y si me necesitas
para lo que sea... para el dibujo del aparato reproductor, para ir al dentista o para defenderte de... sólo tienes que llamarme o escribirme un mensaje, ¿de acuerdo.

Jin se restregó los ojos tristes y respondió casi sin voz:

—De acuerdo.

Un nuevo grito retumbó en la sala:

—¡Que te largues!

ʟᴀ ʟʟᴜᴠɪᴀ ꜱᴀʙᴇ ᴩᴏʀqᴜᴇ~[tae x rayito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora