Esa tarde, durante el entrenamiento, Taehyung no pudo evitar recordar el rostro de Min. En su mente estaban frescas aún las imágenes del día anterior: Su ojos vidriosos, su gesto de desprecio, su arrogancia, su boca pronunciando en cámara lenta la palabra arrimado.
Taehyung se lanzó a la piscina y en cada brazada, en cada golpe contra el agua, quiso imaginar que en realidad lo estaba golpeando a él. Tomo aire y lo contuvo hasta cruzar nadando con fuerza todo el largo de la piscina, golpe a golpe.
Dio la vuelta y se impulsó con los pies mientras su cabeza latía con furia.
Cinco largos, veinte, cien
Min era su motor para el odio. Min era el eterno recuerdo de ese niño que años atrás lo había empujado a la piscina y lo había hecho sentir como un gusano. "Nunca más —se repetía Taehyung mientras nadaba—, nunca más te burlaras de mí". Y aunque se sentía exhausto no quería dejar de nadar.
No quería salir de ese espacio que era el único en el que podía quedar a mano con sus frustraciones.
—¡Bien, Taehyung! —le felicitó el entrenador—. Estás mejorando tu marca. Atraviesas un buen momento.
Se sumergió en el agua hasta que el oxígeno se agotó y al salir repitió agitado:
—¡Ja! Un buen momento...
Cuando se preparaba para volver a casa en su patineta, un mensaje de su mamá se anunció en el teléfono:
—Mis tres palabras del día: jefa, bruja, nostalgia. ¿Las tuyas?
Taehyung contesto:
—Tareas, piscina, pizza.
— ¡Hijo! Casi siempre hay comida basura en tus tres palabras.
—Y en las tuyas siempre hay nostalgia, ma.
—Es verdad. Deberíamos dejar de comer eso. Demasiada nostalgia y demasiada pizza hacen daño. ¿Todo bien contigo?
—Sí, ma. Todo bien.
—Estoy agotada, mañana te escribiré.
—Descansa.
Llegó a casa pasada las seis de la tarde. Entró sin hacer ruido, no quería encontrarse con el marido de su tía.
Cuando abrió la puerta de la habitación vio ahí a jin y a Beatriz. Ella sostenía en una mano un vaso de agua y en la otra una aspirina; estaba sentada en el pie de la cama de Taehyung, y al verlo llegar suspiró y sin preámbulos le dijo:
—Tienes que entenderlo.
—¿A quién, tía?
—¡A Min! Supe lo que pasó ayer.
—Ah...
—Él es un hombre magnífico y es el jefe de éste hogar. Estos días está especialmente nervioso porque el trabajo lo tiene agobiado.
Taehyung asintió sin pronunciar palabra.
—¡No fue justo lo que hizo, mamá! —interrumpió Jin—. Taehyung no tuvo la culpa de que esa cosa se rompiera y papá reaccionó como si fuera el fin del mundo.La mujer tragó la aspirina y continuó hablando mientras se sacaba los zapatos de tacón y aliviaba sus pies carnosos:
—¡Esa es la clave! ¿Alguno de ustedes sabe qué es esa cosa que se rompió?
Taehyung y Jin se miraron sin saber qué responder.
—Para su información, esa cosa que se rompió era la placa que Min recibió cuando hace seis años ganó la mención de honor en el Noveno Concurso de Cuento sobre Especies Andinas en Peligro de Extinción, del Banco de la Cordillera.