X. Evan

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Doce rostros en la pared, doce naciones en Gadora.  Aquello no podía ser una simple coincidencia, ¿Verdad?

—¿Qué es lo que sabemos sobre la historia de Gadora?— pregunté batiendo mis alas inquietamente y los hermanos Podhae me observaron sin poder ocultar la confusión en sus rostros.

—Hay Doce Naciones divididas en dos grandes bloques...— comenzó a recitar Calilah, pero la interrumpí.

—No, me refiero a qué sabemos sobre Gadora— insistí y sus rostros en blanco hicieron que soltara un suspiro de frustración— ¿Cómo es que los Aequor desaparecieron? ¿Por qué los Lunam están malditos?

Observé a Calilah y Grundy rebuscar en sus mentes, sin éxito.

—Exacto— dije luego de un momento— no sabemos nada. Nada de nada.

—Hay un lugar en el cual podrían encontrar las respuestas que buscan— sugirió una voz desde la puerta y no pude evitar sobresaltarme al comprobar que se trataba del rey Jonah, el cual en algún punto había llegado sin que lo notáramos— ¿Saben lo que es un Templo Naeniam?

—Donde viven los Monjes Naeniam de cada Nación— contestó Grundy abriendo mucho los ojos— se encargan de las relaciones internacionales y de asegurarse de que se cumplan los tratados de paz, ¿Verdad?

—Eso no es todo lo que hacen— contestó Jonah y la severidad en su voz hizo que me quedara completamente quieto.

—¿A qué te refieres?— preguntó Calilah.

—Hay secretos, muchos secretos. No puedo decirles cómo obtuve esta información pero deben saber que todo lo que creen saber sobre Gadora es una completa mentira. No sé hasta qué punto llega esta mentira pero algo me dice que Freya Arellana está detrás de todo esto.

Observé al rey por un momento: se encontraba con la mirada fija en la silla de mi madre, una mezcla de culpa y arrepentimiento se arremolinaba en sus ojos.

—Mi madre sabía mucho más de lo que dejaba ver, ¿No es así?— dije y me sentí un tonto. Por supuesto que sabía mucho más de lo que nos decía, este mismo despacho era la mayor prueba de ello.

—Encontrarán las respuestas que buscan en el Templo Naeniam, estoy seguro de ello, aunque se encuentra fuertemente resguardado.

—Podemos pensar un plan— le aseguró Calilah mirando a su hermano y luego a mí.— Será complicado, pero creo que podríamos lograrlo.

La sonrisa que Jonah nos dio lo hizo ver más joven y, por un momento, comprendí el encanto que mi madre había visto en él.

—Quizás podría ayudarlos un poco con eso.

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Era entrada en la noche cuando por fin pude volver a mi habitación. No había vuelto a ver Anya en todo el día pero la había mandado a llamar. Había pasado toda la tarde planificando con los hermanos Dorhae y el rey Jonah un riesgoso plan para infiltrarnos en el Templo Naeniam Ventum que, aunque tenía muchas probabilidades de salir mal, era la mejor opción que teníamos y aunque ella deseara mantenerse alejada de mí, el rey consideraba que ella debía formar parte del plan y ni ella ni yo teníamos el poder de contradecir su palabra.

Apenas había terminado de compartir el plan del rey Jonah con mis dos Paladines cuando Keith comenzó a quejarse:

—¿Yo? ¿Compartiendo un viaje de tiempo indefinido con Anya Neturi? Ni lo pienses— decretó. Se encontraba recostado en mi cama, sus alas negras ocupando casi todo el lugar restante y me pregunté en qué momento le había dado la llave para entrar.

Los Olvidados | Los 12 Colosos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora