XII. Felix

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A regañadientes, aparté la mirada de Ecko. Sabía que debía ser paciente, que no sería prudente correr directamente al escenario y arrancarla de aquellas miradas codiciosas.
Por un momento me alegré de estar encadenado del cuello, de esta forma, Azrael podría detenerme si intentaba hacer algo estúpido.

—Vamos— nos llamó Tanya Obsane.— El amo Lorenzo nos espera.

Tanya nos guió entre la multitud hasta una sala ubicada detrás del área dedicada a los espectadores. Allí había menos iluminación y decoración en general, todo tenía un aura sombría y deprimente que no tardó en generarme incomodidad.

El despacho de Lorenzo era todo lo lujoso que podía ser algo en aquel sitio miserable. Tenía sofás desgastados por el tiempo, un escritorio que lucía demasiado costoso para haber sido adquirido honestamente y cientos de papeles se apilaban desordenadamente sobre cualquier superficie.

En el centro de todo se encontraba Lorenzo: un hombre de mediana edad que estaba empezando a quedarse calvo. Llevaba un traje que le quedaba demasiado grande y no combinaba, sus ojos ojerosos estaban enrojecidos y lucían malhumorados.

—Bien, ¿Qué tenemos aquí?— exclamó y su voz sonó tan desagradable como todo lo demás.

Los dos guardias que nos habían dejado pasar se hicieron a un lado para dejar que nos adentráramos en la habitación.

—Este es el nuevo...objeto que le comenté, Amo Lorenzo— tartamudeó Tanya.

Los ojos rojizos de Lorenzo se dirigieron hacia mí y comenzaron a recorrerme lentamente. Contuve un escalofrío: se sentían como un insecto bajo mi piel, estudiándome por completo.

—Es una criatura muy peculiar— coincidió levantándose de su silla luego de una larga inspección. Criatura. Las mujeres del burdel Mortem habían dicho lo mismo sobre mí pero, esta vez, Azrael permaneció extrañamente silencioso.

Lorenzo avanzó hasta estar frente a mí y me inspeccionó incluso más cerca. Olía a alcohol y cigarrillos y tuve que contener el impulso de retroceder.

—Conozco un puñado de mujeres de la Corte Incensio que pagarían una gran suma por un rato con él— comentó y casi pude verlo contar Maters en su mente. Lorenzo alzó su mano y sujetó mi barbilla— ¿Ser bonito es su única habilidad? Creí que habías prometido unas habilidades extraordinarias.

Miró a Tanya, pero su mano se deslizó hacia abajo, a través de mi brazo izquierdo. Apreté los puños e hice mi mayor esfuerzo por mantenerme quieto en mi lugar. El hombre había alcanzado mi cintura cuando hice un mínimo movimiento para apartarme.

No le gustó.

La bofetada que alcanzó mi mejilla fue tan fuerte que lanzó directamente al suelo. Sentí el gusto metálico de la sangre en mi boca al instante. Me mordí la lengua.

—Es algo rebelde, ¿No te parece?— se burló Lorenzo, quien me tomó del brazo para ponerme de pie otra vez.

Un repentino tirón de la cadena en mi cuello me lanzó hacia atrás, separándome de él, e hizo que mi espalda chocara directamente contra el pecho de Azrael, quien avanzó casualmente hasta colocarse frente a mí.

—Necesita pagar para tocarlo— dijo y hubo una tensión extraña en su voz.

Lorenzo parecía haber olvidado que estaba allí. El hombre pareció encogerse un poco al encontrarse bajo el escrutinio de los ojos imposiblemente oscuros de Azrael.

Los Olvidados | Los 12 Colosos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora