CAPÍTULO DIECISÉIS

9 0 0
                                    

El lunes siguiente por la tarde Connor vino acompañado de Roy y Gus, quienes se encargarían de hacer el gran cobertizo.

No habían venido antes pues mi madre la semana anterior trabajaba y necesitaba primero aclarar ciertas cosas sobre el nuevo rincón que estaría en nuestro jardín.

Mientras yo me encargué de preparar una pequeña merienda para los chicos.

Una vez que hablaron todo sacamos una mesa de camping y siete sillas al jardín, pusimos la comida y bebida que había preparado y nos sentamos a disfrutar del manjar.

El único de la familia que faltaba era Joel, quien estaba trabajando con el equipo de baloncesto juvenil al que entrenaba cada tarde, exceptuando un día a la semana.

Los pequeños por primera vez pudieron disfrutar de ese rincón de la casa, el cual había sido mi favorito desde el primer instante en el que vivimos aquí.

Bueno, en verdad Hera sí que había disfrutado del jardín los primeros tres años de su vida, pero casi no lo recordaba, mientras que Axel solo vio como se iban deteriorando las plantas y flores pues poco antes de su nacimiento mamá las había abandonado como hizo nuestro padre cuando se enteró de que no solo su mujer le había sido infiel, sino que el hijo que esperaban no era suyo.

(***)

Al día siguiente quedé con Vega para dar una vuelta por el centro comercial.

-¡Estoy ansiosa porque llegue el sábado! 

-¿Por qué?-Me hice la loca.

-¿Cómo que por qué? ¡Es mi cumpleaños! Y no todos los días se cumplen 21 años...¡Necesitaré el vestido perfecto!

Reí negando con la cabeza.

¡Mi mejor amiga siempre sería la misma loca con o sin 21 años!

-No te rías tanto que tú estuviste igual de nerviosa hace unos meses.

-¡Qué exagerada eres! Si estabas más nerviosa tú que yo...

-¿De verdad me lo estás diciendo? ¡Si no parabas quieta desde una semana antes! Que si ibas a poner esto y lo otro, que si mejor quedaba lo de más allá...

Reí al recordar el show que monté cuando mi hermano me había cambiado todo de sitio.

Era lo malo de compartir cumpleaños con un mellizo con gustos completamente distintos a los tuyos.

-¿Ves qué tengo razón?

-Vale...sí, es verdad...¿Contenta?

-Un poquito.-Sonrió.-¡Woooow, es precioso!-Dijo mirando detrás de mí.

Allí, en el escaparate del Bershka se encontraba un vestido rojo, largo, de palabra de honor con una cinta de brillantes debajo del pecho.

-¡Ese es mi vestido! ¡Lo quiero! Vamos a entrar antes de que me lo quiten.

Mi amiga me cogió del brazo y tiró de mí hacia el interior de aquella tienda.

Como loca buscaba donde se encontraba aquel vestido para buscar su talla y meterse en un probador.

Cuando salió me quedé con la boca bien abierta.

-¿Qué tal me queda?

-¡Es perfecto! 

-Lo sabía.-Me guiñó un ojo.-Busca tú alguno para ponértelo también, pero no te pongas más guapa que yo. ¡Debo ser la protagonista de la fiesta!

-¡Qué boba eres!-Reí alejándome de los probadores y echando un vistazo por la tienda.

Sin embargo no encontré nada que llamara demasiado la atención, salvo alguna sudadera.

¡Era mi prenda favorita y cada vez que veía una me enamoraba! Pero tenía tantas que no quise comprar ninguna.

Volví con Vega y le conté la mala noticia.

-No te preocupes, aún tenemos toda la tarde para buscarte el outfit perfecto y sino ya miraremos en nuestros armarios.

Asentí con la cabeza y sonreí.

Después de que pagara su vestido recorrimos varias tiendas más sin éxito alguno.

¡Al menos ella había conseguido su vestido! Que es a lo que habíamos venido, el resto surgió por el camino, como la idea de ir a comer un helado.

Justo cuando llegó nuestro turno nos sorprendimos al encontrarnos a Miranda, la hermana de Roy, como camarera.

-¡Hola chicas! ¡Me alegro de veros!-Nos sonrió.-¿Qué os pongo?

-¡Nosotras también!-Habló su cuñada.-A mí ponme una tarrina de chocolate con lacasitos y a ella...-Me miró a mí.

-Una tarrina de fresa con virutas de colores por favor.-Sonreí.

-Marchando.

Menos de un minuto después mi amiga y yo caminábamos felices con nuestros helados en busca de un asiento donde descansar y zampar nuestros dulces.

-¿Sabías que trabajaba aquí?-La pregunté intrigada.

-¡Qué va! Solo sé que vive sola en un apartamento de alquiler y que anda detrás de Connor. Así que andate con ojo no te lo quite.-Me guiñó un ojo.

-¿Qué me lo quite? ¡Pero si solo somos amigos!

-Pero te gusta.-Me sonrió antes de llevarse una cucharada a la boca.

Me sonrojé y negué con la cabeza.

-¿Y por qué te pones colorada? ¡A Lana le gusta Connor! ¡A Lana le gusta Connor!

-¡No sé de que me hablas!

-Por cierto, ¿sabías que Connor era "granolo"?

Ese era aquel apodo que le habían puesto algunos amigos de Roy debido a que su cara parecía una paella. 

A mí no me gustaba que lo llamaran así pues él no tenía la culpa de que tuviera tantos granos y siempre que podía lo defendía.

Su cara lo decía todo. ¡Parecía un poema!

Tuve que darle palmadas en la espalda porque casi se atraganta con el helado.

-¿He oído bien? 

Asentí con la cabeza.

-¿Cómo es posible? ¡Si era feo y gordo! Y ahora está buenísimo, delgado y guapísimo.

-¡Tía! Un poco de respeto, ¿no?

-Perdona, sabes que no suelo decir esas cosas pero...¡es que ha pegado un cambio brutal! 

Asentí con la cabeza.

-¿Y cómo lo has averiguado?

-Pues...-Me ruboricé de nuevo al recordar "mi secreto".

-¿Pues?-Levantó una ceja y me miró sin pestañear.

-El otro día, mientras le ayudaba me lo contó.-Dije deprisa lo primero que me vino a la cabeza.

-¡Mientes! ¿Qué me ocultas?

-No miento...

-¡Sí! ¡Acabas de meterte el pelo por detrás de la oreja y eso es señal de que mientes!

<<¡Cómo odiaba en ocasiones que me conociera tanto!>>

-Está bien, te diré la verdad...-Resoplé.-El otro día me invitó a un refresco en un bar y...

-¿¡Has tenido una cita con él y no me lo has contado!? ¿A caso ya no confías en mí? ¡Soy tu mejor amiga! ¡Tu hermana!-Parecía una loca.

-¡Cálmate!-La grité.-Perdón por gritarte y por habértelo ocultado, pero es que sabía que ibas a volver a emparejarme con él y no quiero...

-No pasa nada...-Suspiró.-Perdóname tú a mí si a veces soy tan pesada con ese tema, pero es que quiero verte feliz de nuevo. ¡Llevas dos años sin querer besar a un tío y por culpa de dos imbéciles que no te querían! Ya es hora de que des un paso adelante.

EL SECRETO DE MI JARDÍNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora