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- Zenda –Y ahí estaba de nuevo la maestra Iris ¿De verdad juró que se quedaría a mi lado?-

- Por qué no estás en tu habitación –Hay otra vez una de sus preguntas-

- Solo salí a tomar un poco de aire maestra -Así pase por el lado de ella- no necesito una niñera que me vigile a cada momento –Frene al lado de ella- Puedo defenderme sola de las cosas, no le temo a la muerte –Seguí directo, antes sin sentir el olor de miedo que desprendía-

Caminaba calmada no me daba miedo esta oscuridad había peores las cuales si les temo pero ya hacen parte de mí, mire por un instante a otro lado, ahí estaba sentado ese chico mirado hacia arriba perdido ¿en su mente?, sonreí de lado de nuevo haciendo que mis colmillos me lastimaran un poco por la fricción que hubo al hacerlo, sentía la sensación de acercarme así que corrí en dirección donde se encontraba, él estaba diagonal atravesé esos arbustos con espinas tuve rasguños pero luego sanaran no me interesan en este momento, me abalance sobre el como una niña pequeña desea un dulce y comérselo pues así me sentía yo en ese momento lo quería, quería probarlo, saborearlo, olerlo, él era la uña y yo la carne. Estaba sorprendido al ver como de la nada una chica en bata blanca estaba encima de él y atrás de ella la luna en todo su esplendor el rojo de sus ojos combinaban perfecto con lo pálida que era su piel sus afilados dientes que lucían tiernos sobre todo la delicadeza de sus manos con uñas largas pero su tacto era suave su cabello no era tan largo pero tampoco era corto pero su brillo lo tenía y color café lo lucia le sentaba bien a esa chica ¿Por qué no la había visto antes por los pasillos? Su corazón latía rápido nunca había sentido algo así la miraba atentamente, la reparaba, la admiraba.

- Y dime –Ahí estaba ella de nuevo acortando esa distancia entre los dos- ¿Qué haces a estas horas por aquí? –Acaricio su mejilla con sus dedos y dejo la mano colocada en su cuello-

- Solo estaba librándome de algunas cosas –Ahí estaba esa sonrisa de lado que también presento cuando se conocieron bajo ese árbol-

- En verdad nos parecemos –Susurro cerca de sus labios-

Era irreconocible en momento en el que se estaba presentando, una chica en pijama encima de mí, la luz de la luna atrás de ella haciendo que sus ojos sean más notorios en esta noche un rojo que rojo tan oscuro, interrumpiendo el momento una voz apareció

- Zenda –Gritaba una y otra vez su nombre-

- Creo que me están buscando – Se quitó de encima de mí regazo-

- Fue un gusto hablar contigo –Se dirigía a esos arbustos de espinas ¿los va atravesar enserio-

- ¿Por qué mejor no tomas otro camino? Algo menos doloroso –y de nuevo ahí estaba esa sonrisa de lado en algún punto tengo que saber que podría significar-

- No te preocupes por mí, unos rasguños no son nada comparados a lo que llegue a vivir claro si se puede llamar vida –y se perdió de mi vista esta chica cuando atravesaba esos arbustos se podría ver como de su brazo izquierdo se hacia esa delgada línea, delgada pero fue un corte muy largo de ahí brotaba la sangre-

- Zenda, deja de hacer tus escapadas y regresa a la habitación –De nuevo la ignore no quería escuchar sus sermones a estas horas de la noche en un bosque donde se podría decir que era mi hogar-

- Como quiera maestra Iris, sabe que aún puede estar al tanto para arrepentirse de su decisión ¿no? -Me desaparecí de su vista ahora si iba a ir a mi habitación-

Cayó la luna junto con las estrellas y salió el sol con las nubes, después de tal noche llena de incógnitas. Por primera vez me levante, pero no me arregle solo me levante para ver el sol fijamente no todos lo hacen pero se veía tan cerca de mi como una llama de fuego que te dice me necesitas pero no te acerques mucho.

- Zenda –Mi maestra llamo a la puerta- ¿Estas despierta? –Sus palabras sonaban tiernas en ese momento, no puedo creer que siga aquí-

- Ya voy –Al fin le respondí a uno de sus llamados-

- Por fin te levantaste tu sola por primera vez –Abrí las puerta en ese momento-

- Solo me levante por que anoche alguien me fue a buscar en la mitad de un bosque donde la estaba pasando bien, a propósito ¿Cómo sabias donde estaba? –Caminaba al lado de la adulta-

- Pues vine por curiosidad, toque la puerta varias veces te llame pero o te hacías la sorda o nadie estaba en esa habitación, además recordé que esta ayer te fuiste de la ceremonia sin dejar rastro alguno pensé que estabas en ese árbol por eso fui ahí primero –Vaya sí que me está estudiando demasiado-

- Y dígame cuanto le pagan por estudiarme y vigilar me al día –Sonreía amplia mente esperando esa respuesta-

- No es nada del otro mundo solo eres un adolescente –No respondió como yo pensaba pero seguro lo hizo para lo herirme, que blanda, tan blanda como un malvavisco-

- Vaya entonces soy una adolescente inmadura –Estaba caminando de espaldas en ese momento mientras le decía eso a la maestra Iris, cuando tropecé con alguien y por su olor al estar tan cerca de mí era de amargura-

Yo no caí al suelo, solo la esquive para no golpearme aunque un golpe no sería tan grave en mí. La chica que estaba en el suelo mirándome con cara de miedo mientras yo estaba de pie delante de ella, llegaron dos chicos ayudarla, ese olor estaba cerca...me daban ganas de saborearlo, probarlo ¿a qué sabrá?

- ¿Izaro estas bien? –Pregunto el castaño ayudando a levantar a la chica-

- Si Jano, yo me puedo levantar sola no te preocupes –Se colocó de pie la chica pelinegra-

- No vas a pedir disculpas –Dijo el otro chico pelirrojo-

- Cálmate Brais –Agarro al pelirrojo del hombro-

Seguía ahí de pie, la pelinegra me miraba con molestia, el castaño buscaba la paz y el pelirrojo estaba confundido, perotenían algo en común que su olor era igual no sabían cuál podría ser misiguiente movimiento y eso los atemorizaban. 

Nuestro besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora