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Decidí no hacer nada al respecto, solo me di mi vuelta pero mis ojos se encontraron con los de alguien. Lo mire atentamente de pies a cabeza, con que ese era el olor tan fantástico que mi nariz percibía.

- ¿Qué miras? –Le dije mientras volteaba mi cuello para dirigir mi vista hacia el frente y caminar hacia esa aula vacía-

Por lo que percibía las personas quedaron sorprendidas a tal respuesta como la mía, varios ojos estaban puestos en mi desde que ingrese a este lugar no entiendo por qué les podría impactar tanto, o les impactaba el hecho que le hablara así a uno de sus amigos.

Miraba como se marchaba no pensaba encontrármela en los pasillos, ¿Cómo no le puede afectar lo que paso anoche? Aun me da algo de nervio cuando la veo, esa sensación, su cercanía.

- Damián –Otra vez la pelinegra de nombre Izaro estaba llamando su atención-

- Vamos, ya va a comenzar nuestra clase –Todos entraron en aquel salón pero el por unos minutos se quedó afuera para luego poder entrar-

- Tienes algún tipo de trato con esa chica –Pregunto el castaño que era cercano a él desde el jardín-

- ¿Por qué la pregunta? –La verdad estaba confundido, no tenía idea de por qué todos ellos reaccionaron de esa manera-

- Esa chica es todo mounstro –Golpeo la mano en el pupitre donde él se encontraba sentado-

- Mira sus colmillos, sus ojos, su piel no puede llegar a ser de un tono normal, esa mirada con esas pupilas negras con rojo que te atrapan parece que fueras a ver el mismísimo infierno en ella, además lo más anormal tiene poderes regenerativos, un corte o disparo no llegarían a matarla le dicen demonio porque su sangre es un tono mucho más rojo que el de nosotros los humanos -Estaba preocupada porque su amigo tenga algún tipo de contacto con ella-

- Hay rumores que se comió a sus padres y sus hermanos –Decía el pelirrojo de nombre Brais-

- Pero aceptemos que esta guapa la chica –Hablo el rubio-

- Eros como puedes decir eso de alguien con colmillos –La voz chillona de Melania se hizo presente-

- Solo digo que es guapa, es linda solamente –Alzo las manos en son de paz-

- ¿Puedes explicarme el rumor de que se comió a sus padres y hermanos? –Con algo de curiosidad de atrevió a tocar ese tema aunque le espante la respuesta-

- Escuche que una señora la encontró y la trajeron a este lugar después de que devorara a su propia familia tenía dos hermanos menores que ella, las personas en este internado se preguntaban por qué ella puede estar aquí si no fue al jardín pero dicen que la señora pago una gran suma de dinero para que pudiera ingresar sin necesidad de tomar exámenes –Decía Brais con calma para que su amigo analizara la situación-

- Entonces por qué no la vimos una que otra vez caminar por aquí –De nuevo estaba presente su interés en saber más sobre ella-

- Damián, ella no sale de su cuarto está encerrada cuando acaba las clases – Coloco la mano en el hombro de su amigo para que dejara de preguntar-

Quedo en silencio unos segundos.

- Bueno, comienza la clase –Todos se fueron a sus asientos para dejar de rodear al chico curioso-

- De verdad me preocupa lo que pueda estar pasando por la cabeza de Damián –Decía Jano en su mente, mientras miraba como su amigo se perdía en la hoja de papel, no leía su contenido más bien no prestaba atención a nada de lo que estaba a su alrededor-

Acabo la mañana y llego la tarde, donde el sol se torna entre los colores naranjas y rojo para ocultarse, y dar un nuevo paso a la esfera luminosa junto con las estrellas frías para ser arropadas con la oscuridad.

Sobre mi mente aun deambulaban esas preguntas ¿Cómo no la había visto antes? ¿Le tendré miedo? Pero se veía inofensiva en aquel momento, vulnerable, esa era la palabra ¿Qué pasa si voy a ese árbol de nuevo? Debe estar ahí ¿Ella respondería mis preguntas? Eran las 2 am no podría estar en ese lugar pero no perdería nada de tiempo si fuera a ver.

Me levante de la cama, trataba de no despertar a Jano tenía que ser o más sigiloso posible para no hacer ningún tipo de ruido que llegara a molestarle, logre abrir la puerta y salir con éxito de ese lugar solo me tocaba saltar en aquel árbol para bajar no era cosa del otro mundo de pequeño trepaba los árboles y me subía en lo más alto, así fue me abalance sobre esa rama agarrarla para después soltarme y caer como las aves que no saben volar. Tome la ruta para llegar a ese lugar donde posiblemente se podría encontrar ella atravesé todas esas ramas alguna que otra cosa que me asustara pero no podría ser para tanto pero con las luciérnagas y las estrellas sentía una que otra tranquilidad y llegue a mi meta. Y ahí estaba el árbol decidí acercarme a ver si encontraba algo pero nada, estaba solo no hay nadie

- ¿Qué se te perdió? –Decía esa voz femenina en la oscuridad-

- ¿Dónde estás? –Miraba a mi alrededor-

- Trata de encontrarme –Una risa tierna se escuchó entre esas sombras

- No te veo, dime ¿sí? –Seguía mirando a su alrededor si veía esos ojos rojos-

- ¿Por qué tanto interés en mí? –Su voz se escuchaba lejos-

Se quedó en silencio unos segundo tratando de responder esas preguntas

- ¿Zenda? –Llamaba su nombre en busca de alguna respuesta de ella-

- ¿Zenda? ¿Dónde estás? –Estaba preocupándose demasiado al no ver señales de ella-

Decidió buscar a sus alrededores, y la encontró pero no pensaba que iba a ser de manera en la cual estaba. Ella en medio de esos arbustos de espinas enterrándose en su piel rasgándola sí que su sangre es un rojo inusual pero me sorprende su rostro de serenidad ¿No le duele? Pero a mí sí me duele que ella este en medio de esos arbustos, pueda que tenga una cara de calma pero su soledad se siente, vacíos eso es.

Extendí mi mano para ayudarla a salir de ahí no me gustaba esa sensación de verla sufrir.

- ¿Te ayudo? –Mantenía mi mano aun extendida para que ella la tomara-

- No, déjame aquí y vete –Se mantenía inmóvil-

- No voy a dejarte sola –Otra vez su sonrisa de lado-

- Siempre he estado sola –Sus palabras sonaban firmes-

- No te dejare sola, vamos solo quiero ayudarte –No respondía solo me miraba fijamente a los ojos-

- Sal de ahí puedes morir desangrada –Mi mano seguía ahí para salvarla-

- No le temo a la muerte –Esas palabras sí que eran firmes o ella era muy terca-

- Yo tampoco le temo a la muerte –Podría sonar como una mentira pero la verdad me sentía muerto por dentro-

Sentí que mi mano fue tomada, bueno no tomada, jalada se impulsó sobre mí sentía que todo pasaba en cámara lenta caía al suelo y ella con sus brazos extendidos se abalanzaba sobre mí, sus ojos brillaban y su cabello iba en contra de la brisa aun ella empapada de sangre se atrevió a juntas nuestros labios desmoronado en el suelo sin saber lo que estaba pasando el sonidos de algunos grillos inundar mis oídos y una chica llena de sangre encima de mi enlazando sus labios con los míos mientras yo no sabía que hacer o cómo reaccionar. 

Nuestro besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora