"IMPOSIBLE"

Capítulo 34: "Prejuicios"

No juzgues sin conocer.
Eso me dijo.
No juzgues sin ver.
Le corrijo.

Y con ver no me refiero a lo que es visible a nuestros ojos.
Sino lo que es visible a nuestros sentimientos.
Empaticemos.

Lunes- 7:15

El bus estaba más lleno que de costumbre.
Solía sentarme atrás, alejada del resto.
Pero hoy, hice lo contrario.
Me senté justo al lado del conductor.

Aún sigo sin saber por qué.

Nadie se sentó a mi lado.
Y ojalá hubiera sido así todo el trayecto.
Pero sueño demasiado.
Todo cambió en un momento.

Quedaban tres paradas más antes de entrar en la autovía.
Una chica se subió y se sentó al lado mía.
Llevaba una gorra de lana, una sudadera y unos leggins negros.

La había visto anteriormente.
Nunca me senté con ella.

Empezó a hablarme.
Necesitaba desahogarse.
O eso creía yo.

Su aliento, dejaba un leve olor a porros en el aire.

Pero, "no juzgues a nadie".

La invité a que siguiese relatando su caótica vida.
Por un momento, mis ojos se clavaron en los suyos.

Pude ver ...
No sé qué ví.

Ella continúo:

- Y sabes, me acosa. No sé qué más hacer. No puedo contárselo a nadie. Tengo miedo.
-¿Y a tus padres? - le pregunté.
- No puedo.
- A parte de mí, ¿quién lo sabe?
- Mi novio.
- ¿Por qué no hablas con la policía? Puedo acompañarte si quieres- le propuse.
- No puedo.

No la conocía de nada.
Me estaba relatando su problema.
Le quise ayudar.
Rechazó la ayuda.

Algo me decía que mentía.
Algo me hacía intuirlo.
Unos meses después me di cuenta que mi instinto no me fallaba.

Y como dicen,
el mundo es un pañuelo.
Esa chica acabó siendo la novia de mi amigo.
Y todo lo relatando anteriormente era falso.
Y se montaba sus películas, sí.
Y por eso, él la dejó.

Era falta de atención.

Y mentiría si te digo que no era guapa.
Lo era.

Mentiría si no te digo que por poco me trago su mentira.

Quería ayudarla de verdad.
Independientemente de si era cierto o no.

Porque no lo sabía.
Pero me habría arriesgado.
No me importa arriesgar.

Incluso me daba miedo,
el simple hecho de acompañar a alguien a comisaría a denunciar un acoso y ciberbullying.
Me daba miedo.
Pero mis ganas de ayudar eran superiores.

Supongo que estas cosas me pasan solo a mí.
Cada día en el bus, aprendo más cosas que las que nunca aprendí.