Capítulo 36: "Dignidad"

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Dicen que la esperanza es lo último que se pierde.

Yo digo que es lo último que se pierde, junto con la dignidad. Ahora algunos pensarán "la dignidad no se pierde nunca".

Me río, porque si el mundo supiera las veces que hice el ridículo...

Abro mi chat y estás en línea. Dudo unos instantes. No sé si escribirte o es mejor callarme.

Anoche me dijiste que estabas mal, que estabas triste. Y yo, que no dejo nunca de pensar, pues no pude apenas conciliar el sueño.

Finalmente decidí mandarte un mensaje de voz, qué remedio. Quizás oyendo mis desgracias te hacía reír un rato.

Pero después de clase, aún era muy temprano.

Miércoles- 14:40 h

Acababa de salir de clase.

En mi cabeza resuenan los enlaces químicos, que si metálicos, que si esto, lo otro... Pero resuena tu voz. Así que, como me prometí esta mañana al despertar, te mandé un mensaje de voz.

- Buenasss... a ver, por dónde empiezo ahora. Ya sé que estás de bajón, pero por eso estoy aquí. Te voy a contar algo, a ver qué te parece, a ver si te hago reír.

Y empecé a relatarte...

-Pues venía yo, a montarme en el bus, y no lo alcancé. El suelo estaba mojado, pasó un coche y me mojó. Luego llegó otro bus y me di cuenta que olvidé mi tarjeta en casa. Y claro, no llevaba dinero.. ¿A quién se le ocurre salir sin dinero? Entonces mi móvil se apagó porque no me quedaba batería. ¿Y ahora qué hacía? Volví a casa, mi madre aún dormía. Sí, todo esto me pasó en menos de media hora. Los astros se alinearon para cubrirme de desgracias. Total, que me abrió la puerta y se río. Incluso mi madre, esto tiene pantalones. Agarré ropa limpia y me cambié. Perdí el bus de las 9:00h. Genial, me había perdido la primera hora y quizás la segunda también. Entonces un amigo apareció de la nada. Como si fuese un fantasma, no me lo podía creer. Me llevó y, afortunadamente no perdí la segunda hora del todo. Después me di cuenta que me había olvidado mis libros de aquel día, ni siquiera había cambiado la mochila. Encima no me llevé desayuno (pero eso tenía solución).Un desastre vaya. La última hora ha sido la mejor. No sé, ¿cómo estás tú? Seguro que no peor que yo...

El audio duró cerca de dos minutos, pero mereció la pena oír su risa, su carcajada tras la pantalla.

-Desde luego tienes mala suerte- me dijo.

- Si tú supieras...

A esto me refiero yo con dignidad.

No me importa hacer el ridículo si hago sentir mejor a la otra persona.

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