26. Yo soy tuyo... ¿Y tú eres mía?

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MC no paraba de mirarse al espejo, se sentía completamente diferente con ese vestido. Casi no creía que le pueda quedar así de bien, desde el peinado que tenía hasta los tacones que estaba usando. 

—Pareces sorprendida —dijo el albino dejando su guión a un lado del escritorio—. No es el vestido, eres tú.

—El vestido ayuda mucho —respondió sentándose a su lado—, todo se lo debo a Jumin. —Él rodó los ojos.

—Sigo sin entender porqué te gusta —resopló—. ¿Podemos dejar de hablar de él? Tenemos que ir al teatro en unos minutos.

—Cierto, hoy es tu día —MC le dio una palmada en la espalda para animarlo—. ¿No deberías ensayar con Dae antes de actuar?

 —El director dijo que sólo nos pondría más nerviosos a ambos, sobretodo por los rumores que están pasando.

—Sí —contestó frunciendo el ceño—. Aclararás todo hoy, ¿verdad?

—Es lo mejor —asintió—. El director me advirtió que no diera ninguna declaración antes de la obra, después del estreno podría hacer lo que quiera, y eso haré.

—¿Has hablado con Dae? —Él rió con sarcasmo.

—Me pidió que no dijera nada. Parece que no le molesta mucho la fama que está consiguiendo por esto —hizo una pausa llevándose una mano a la barbilla—, y a mí tampoco me molesta... Sólo que fue algo extraño.

—¿Por qué lo dices?

—Parecía nerviosa, como si supiera algo más —Zen negó rápidamente—. MC, crees que... ¿Me podrías ayudar a practicar mis líneas? —Ella asintió sonriente.

—Tenemos poco tiempo, Jumin llegará en cualquier momento —advirtió.

—¿Qué? —Zen abrió los ojos de par en par— No me dijiste que él nos recogería.

—Él tampoco lo sabe —MC se cruzó de brazos—, creo que ustedes dos deberían solucionar sus diferencias. —Él suspiró.

—Por favor, ¿podríamos empezar a practicar? —pidió— Por favor. —El albino empezó a hacer pucheros y MC rió.

—Bien, ¿qué tengo que hacer? —Zen le hizo una señal para que se siente.

—Sólo tienes que relajarte, cierra los ojos y dime si logro transmitirte la esencia de la escena —ella asintió—. Ahora toma mi mano —se acercó ligeramente, MC cerró los ojos y Zen aclaró su garganta elevando un poco la voz—. Desde ahora hasta el fin de mi vida, yo soy tuyo y tú eres mía —su tono se volvió encantador, plasmando el romanticismo del momento—. Mientras el sol salga por el este y se ponga por el oeste, tú serás mi sol, mi luna y mis estrellas... ¿Y? ¿Qué piensas?

—Es lo mejor... —En ese momento, alguien empezó a tocar el timbre varias veces seguidas.

—¿Quién demonios toca así? —Zen frunció el ceño.

MC le dedicó una sonrisa tranquilizadora mientras él volvía a repasar el guión. Se acercó a la puerta dispuesta a gritarle a la persona que se atrevía a llamar así a la puerta. Al abrir, el pelinegro la tomó de la muñeca llevándola a unos metros del departamento sin darle tiempo para decir nada. Jumin tiraba de su muñeca suave, pero firmemente. 

La chica lo miraba atónita, no decía ni una sola palabra por la impresión, y a juzgar por la cara del pelinegro, nada bueno estaba pasando. Él paró en seco al darse cuenta que ya estaban lo suficientemente lejos, entrecerró los ojos y meneó la cabeza un poco. MC frunció los labios para protestar, pero sólo le salió un chillido.

The Narrow Street «Mystic Messenger» [Jumin Han]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora